12 jun 2011

El morbo en el tribunal

Publicado en El Nuevo Herald, 11 de junio del 2011
El morbo en el tribunal
AUDRA D.S. BURCH
Horas antes del amanecer hacen fila en la acera frente al tribunal del Condado Orange —un decorador de interiores de Savannah, un bloguero de casos delictivos de Illinois, un ex controlador aéreo del Aeropuerto Internacional de Miami— todos con la esperanza de presenciar el famoso juicio por asesinato a Casey Anthony.
Armados con café y bebidas energéticas, novelas y crucigramas, se sientan en la acera a esperar que sean las 5:30 a.m., cuando comienza la carrera por conseguir asientos en la sala del tribunal y presenciar aunque sea un capítulo del juicio que ha provocado una fascinación repulsiva en el público.
Muchas veces la primera persona en la fila es Brian Maher. Llega todos los días a eso de las 3 a.m., mucho antes que la mayoría, que se presenta más o menos a las 5 a.m.
El miércoles, en el grupo que esperaba los boletos para unos 50 asientos en la sala del piso 23 había estudiantes y turistas, profesionales que no fueron a trabajar e incluso dos periodistas japoneses dispuestos a internacionalizar la cobertura del juicio.
Es una escena surrealista, una fisgonería enfermiza que se ha repetido a diario durante el juicio a la madre de 25 años, de Orlando, acusada de matar a su hija de 2.
“Esto sólo se da una vez en la vida. Llevo tres años siguiendo el caso, estoy fascinado con su vida y todo lo que ha contado”, dice Tiffany Baldridge, de 24 años, que junto con una tía y un primo viajó 150 millas desde Lake City la tercera semana del juicio.
Llegaron a Orlando el miércoles a la 1 a.m. y al tribunal dos horas después (consiguieron los puestos 8, 9 y 10 en la fila), lo que les garantizó entrar al tribunal.
“El mundo entero está viendo el juicio”, se maravilló Baldridge.
La historia de Casey Marie Anthony y su hija, Caylee Marie, se ha convertido en una telenovela interminable, con personajes salidos de mentiras, una nana fantasma acusada de secuestrar a la niña, alegaciones de incesto, el espectro de la pena de muerte y una audiencia cautiva que no parece saciarse con el espectáculo que se desarrolla en Orlando, la cuna de Mickey Mouse.
Algo que aviva más el interés es el rostro impasible de Anthony, que ha mostrado pocas emociones durante el juicio, excepto cuando se muestran fotos terribles de los restos de la niña.
Anthony está acusada de asfixiar a su hija hace tres veranos y de colocar el cadáver en el maletero de su vehículo.
Sus abogados defensores alegan que la niña se ahogó en la piscina de su casa.
Cuando el juicio entra en su cuarta semana, la locura —reportada en los más mínimos detalles por los medio que cubren el juicio en vivo— no da señales de ceder.
Junto con los cientos con suficiente curiosidad para hacer fila frente al tribunal a diario, muchas veces desde la medianoche, millones más siguen el juicio por televisión, radio, periódicos en internet, rehenes de la cobertura.
En Orlando, más personas vieron el juicio en las tres emisoras locales de televisión que uno de los juegos del Miami Heat y los Dallas Mavericks a la hora de mayor audiencia la semana pasada.
El viernes por la mañana, mientras casi 200 personas esperaban conseguir boleto, la policía tuvo que intervenir en una pelea y a una mujer se la llevaron en ambulancia a un hospital cuando se cayó y la muchedumbre le pasó por encima.
La obsesión del público es parecida a grandes casos del pasado: el juicio de OJ Simpson y el de Michael Jackson.
Pero incluso sin el factor de la celebridad, el caso de Casey Anthony ha capturado la psiquis colectiva, impulsado tanto por los medios sociales como los monstruosos detalles del caso.
“Una vez que uno comienza a digerir los detalles se da cuenta de por qué la gente no puede olvidarse del caso. Es la muerte terrible de una niñita adorable, y por naturaleza los horrores humanos nos fascinan. Hay una madre joven y bonita, y la idea de que estaría dispuesta a matarla para sacársela de encima, lo que en sí es desconcertante”, dice Robert Thompson, profesor de Televisión y Cultura Popular en la Universidad de Syracuse.
“Hay amigos imaginarios y vidas dobles, además del hecho de que la niña estuvo “desaparecida” y Casey parece estar encantada de la vida. Cuando se suma toda esa locura, además de la facilidad con que se consigue información pública en la Florida, es una historia con vida propia”.
Leonard y Renae Freeman llegaron el lunes a Orlando para una semana de celebraciones por su aniversario 14 de matrimonio. Pero a la mañana siguiente frente el tribunal, tomando fotos y tratando de ver cómo entraban.
“Lo vemos todos los días por televisión y lo hemos seguido desde que vimos la foto de esa niña hermosa. Uno le ve la cara y no le queda otro remedio que quererla”, dice Leonard Freeman, empleado de mantenimiento en Tampa.
“Y entonces uno se pregunta cómo alguien pudo haberla asesinado. A lo mejor fue un accidente, pero entonces hay que preguntarse cómo alguien puede mentir como Casey Anthony. Es difícil separarse del caso”.
La pareja incluso manejó 10 millas para ver la casa de la familia Anthony en Hopesprings Drive, una casa tipo rancho rosa pálido con tres letreros cerca de la puerta que dicen: “Amor”, “Fe” y “Esperanza”.
Después del almuerzo el martes, su persistencia triunfó. Los dos consiguieron boletos. El testimonio en ese punto se centró el olor que salía del baúl del carro de Anthony y la presencia de perros entrenados para detectar cadáveres.
“Quería verle la cara”, dice Renae Freeman.
Cuando se descubrieron los restos de Caylee en una zona boscosa a menos de una milla de la casa de la familia en el este del Condado Orange dos semanas antes de la Navidad del 2008, el rostro de la pequeña ya se había publicado dos veces en la portada de la revista People y la personalidad televisiva Nancy Grace seguía regularmente el caso.
Cuando el juicio comenzó el 24 de mayo, Geraldo Rivera y Grace, de Fox News, estaban el la sala del tribunal. Unos 700 periodistas han recibido credenciales para el juicio, entre ellos la televisora Fuji TV de Japón y una emisora francesa.
En un terreno baldío del centro de Orlando frente al edificio del tribunal, conocido como Casey Town, es donde los medios han estacionados sus camiones de trasmisión por satélite y sus estudios al aire libre, formando una villa mediática protegida del público. Las zonas de las cadenas HLN y Turner, de dos pisos, incluso tienen tres ventanas grandes con vistas del tribunal, desde donde Grace trasmite en vivo.
En la parte trasera del complejo de edificios del tribunal, una estación de televisión trasmite desde el balcón del hotel Travelodge.
“Lo planeamos como si fuera un huracán de Categoría 5”, dice Karen Levery, portavoz del tribunal, quien investigó casos como el de Kobe Bryant y Scott Peterson para manejar la logística.
“Pero lo que más nos ha sorprendido es el interés del público. Con la cantidad de medios sociales y trasmisiones por internet, supusimos que la gente se quedaría en casa, pero quieren estar en la sala del tribunal. Hay mucha gente que llama para coordinar y ver el juicio además de pasarse un día en los parques temáticos”.
Kerry Sanders, corresponsal miamense de NBC, ha cubierto la historia para el programa Today desde el comienzo.
“Yo llevó 30 años cubriendo delitos terribles en los tribunales de la Florida, desde motociclistas pandilleros hasta asesinos pedófilos, pero este es más terrible porque es incomprensible que una madre de años haya podido asesinar a su hija de 2 años y después irse a fiestear, como alega la fiscalía. Es difícil entender esa clase de comportamiento”, afirma Sanders.
“La gente está cautivada. No sólo gente de Orlando o Florida, sino de todo Estados Unidos y el mundo, especialmente debido a los medios sociales. Twitter está a todo dar con el juicio de Casey Anthony”.
La trágica historia de Casey y Caylee Anthony salió a la luz hace tres años, cuando la abuela de la niña Cindy Anthony llamó a la policía el 15 de julio, después que Casey le admitió a su madre que la niña había desaparecido hacía 31 días.
Anthony le dijo después a la policía que había dejado a su hija con una niñera y cuando regresó no encontró a ninguna de las dos.
Desde el comienzo, mientras los investigadores buscaban a Caylee, el caso y las personas vinculadas a él —la familia Anthony, el cazador de recompensas, el lector de metros y la niñera— atrajeron atención nacional. Y Grace mantuvo el caso en la conciencia del público durante los dos años siguientes.
“El juicio parece una tragedia clásica griega, con la dinámica de amor y odio entre la abuela, la madre y la hija”, declaró Grace a TVNewser.
“En este caso particular hay una acusada atractiva, que habla bien, con un gran potencial y el mundo a sus pies, y ahora está acusada de asesinar a su hija pequeña”.
El programa de Grace atrajo a 1.1 millones de televidentes durante la primera semana del juicio.
“Nancy mostró interés en el caso desde el principio. Tenía mucho misterio y muchos elementos humanos: cómo una madre joven cría a su hija, cómo los abuelos participan en su vida y qué sucede cuando no les gusta el comportamiento [de la hija]”, dijo Scott Safon, vicepresidente ejecutivo y gerente general de HLN.
“En un nivel se trata de una familia disfuncional, pero en otro se trata de seres humanos. Y para Nancy Grace, especialmente desde que dio a luz, una de sus mayores preocupaciones ha sido la familia y cómo las comunidades cumplen sus obligaciones con los niños”.
Para Brian Maher, los viajes diarios al tribunal eran para pasar el tiempo. Una operación en abril le impidió seguir trabajando de camionero durante seis meses.
Así que el aburrimiento y lo sonado del caso lo atrajo al tribunal, pero fue un video en que se le vio corriendo a buscar un asiento con una collera negra lo que le dio su momento de dudosa celebridad.
“Estaba tratando de matar el tiempo mientras me recuperaba de mi lesión, pero es un caso interesante”, dice Maher, que ha conseguido asiento siete veces. “Si no voy a pescar, vengo aquí”.

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