3 feb 2014

Lo que está en juego el próximo 9 de marzo en Colombia


 Lo que está en juego el próximo 9 de marzo/ ÓSCAR NARANJO Trujillo
El Tiempo, | 25 de Enero del 2014
Un congreso plural, incluyente, diverso, innovador, sin miedo a las transformaciones, que prepare el camino a la reconciliación, es lo que necesita el país.
El creciente sentimiento de indignación ciudadana contra los políticos, que se refleja en los altos niveles de abstención y en el movimiento que invoca el voto en blanco para expresar su inconformidad, es, en nuestra opinión, el más grande desafío que enfrentan los partidos en la próxima elección que determinará la composición del Congreso.
Razón les asiste a miles de compatriotas que con desconfianza observan un proceso electoral carente de propuestas, donde predominan la descalificación personal y el odio por el contradictor. Todo parece señalar que los odios en la política de hoy operarán como una especie de pegamento para buscar adhesiones y alianzas que desdibujan las fronteras de las ideas y destruyen cualquier horizonte que promueva la esperanza para construir un futuro mejor.

Pensando en este año electoral, bien vale la pena recurrir a las reflexiones del expresidente del gobierno español Felipe González, consignadas en su último libro. En busca de respuestas, donde hablando sobre el liderazgo en tiempos de crisis, cita la clásica sentencia de Otto von Bismarck: “El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación”. Lo mencionamos porque lo que está en juego, y los candidatos al Congreso deberían entender que el país ha entrado en un proceso de paz que, en contraposición al conflicto, representa toda una oportunidad para producir un movimiento de convergencia histórica que cure las heridas de muchas décadas de violencia, redima a las víctimas y asegure el porvenir de las próximas generaciones.
Es, justamente, la búsqueda de la paz donde el liderazgo político puede encontrar una meta ambiciosa y realista, para superar su carácter dogmático o anacrónico que materializa un discurso plano que describe apocalípticamente la realidad y reitera con obstinación que nada le gusta. Pero también deberían los candidatos capitalizar el punto de inflexión que representa el proceso que busca poner fin al conflicto, para generar un clima de superación del enfrentamiento y la politiquería. El reto no es ganar las elecciones a cualquier costo. Se trata de reemplazar el apetito clientelista por la combinación de principios, ideas y acciones que hagan posible el cambio.
Sin una oferta seria de transformaciones que interprete el estado de ánimo de los colombianos será imposible que los políticos logren movilizar a los ciudadanos. Los discursos basados en falsas promesas solo le han hecho daño a la confianza de los electores, llevándolos a concluir que su voto no asegura el cambio y, por lo tanto, la respuesta es no votar y renegar de la política y de los políticos.
Tomar partido, elegir, salir a votar es la consigna. De lo contrario, estaremos entregando el futuro a unas empresas electorales que reciclan ‘carruseles’ de corrupción y se nutren de la abstención de una mayoría que luego se lamenta impotente. Elegir parlamentarios comprometidos con los jóvenes, para renovar unos liderazgos desgastados, seguramente abriría el camino para avanzar en la modernización del Estado y de sus instituciones, pues mientras el desempeño institucional sea tan mediocre es difícil confiar en la política.
Un congreso plural, incluyente, diverso, innovador, sin miedo a las transformaciones, que prepare el camino a la reconciliación, es lo que necesita el país y, por lo tanto, elegir unos parlamentarios responsables, íntegros y con convicciones es la tarea por cumplir el 9 de marzo. La manera de hacerlo consiste en no renunciar al voto y elevar nuestra voz para exigirles a los políticos que nos hablen claro, que no le huyan al debate y rindan cuentas.
General Óscar Naranjo

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