7 dic 2021

Pelea de perros (segunda parte)/Raymundo Riva Palacio

 Columna Estrictamente Personal

Pelea de perros (segunda parte)/Raymundo Riva Palacio

Estrictamente Personal

El Financiero, diciembre 07, 2021 


El 30 de septiembre se publicó en este espacio (abajo) que había una pelea a morir entre el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, y el entonces jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, cuyo campo de batalla eran las primeras planas de Reforma, vehículo del primero, y El Universal, el instrumento del segundo. Este lunes se dio la segunda parte de ese conflicto, a través de los mismos espacios, donde directa o indirectamente se cruzaron acusaciones de corrupción. El conflicto se convirtió en un escándalo instantáneo y dejó atrapado en sus contradicciones al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien en la mañanera sólo profundizó la confusión y permitió atisbar la crisis de control que se vive en Palacio Nacional.

López Obrador lleva una semana de ver sometidos a sus hijos y a su equipo más cercano a cuestionamientos sobre conflictos de interés y corrupción. Su única defensa ha sido el ataque y la descalificación de los mensajeros, porque no tiene más herramientas para contraatacar. Peor aún, dos de las tres patas de su lucha contra la corrupción, como iluminó el chapoteadero de las portadas de los dos principales diarios de información general en el país, se vieron envueltos en acusaciones recíprocas sobre actos ilegales. El propio Presidente retomó otros casos irregulares y de corrupción en su gobierno, para hablar de él y de que quieren lastimarlo. Demasiado egocentrismo y demasiadas cosas opacas las que abundan estos días en Palacio Nacional.

La más importante de sus referencias durante la mañanera de este lunes fue la difusión, la semana pasada, de un video de diciembre de 2017 de su secretario particular, el muy poderoso Alejandro Esquer, y la jefa de la Unidad de Finanzas y Administración de la Presidencia, Denis Zaharula Vasto, cuando en su calidad de responsables financieros de Morena realizaron, junto con otras cuatro personas, 28 depósitos en efectivo por un monto de 50 mil pesos cada uno, con una diferencia de 20 minutos cada uno, aparentemente para financiar campañas electorales del partido. Aunque ese episodio lo desestimó el INE, por mucho menos el gobierno de López Obrador emprendió acciones penales contra empresarios y políticos que no le son afines, acusados de lavado de dinero y delincuencia organizada.

López Obrador dijo que era un tema saldado hace tiempo por el Instituto Nacional Electoral, cuyo único objetivo de revivirlo enfocando a Esquer, era lastimarlo. Esto fue la versión pública. La versión privada en Palacio Nacional es más ríspida. Desde que salió el video, la pregunta fue quién pudo haber guardado esas imágenes de la sucursal San Ángel del Banco Afirme, donde fue Esquer a realizar los depósitos en efectivo –el gobierno de Enrique Peña Nieto, aunque el sistema financiero debió haber alertado sobre esos depósitos altos en efectivo de manera consecutiva, guardó silencio–, y rápidamente concluyeron que el responsable tenía que ser el exconsejero jurídico Julio Scherer, por sus nexos con el Banco Afirme.

Dentro de la Presidencia, en particular el vocero presidencial, operador político y manipulador del radicalismo de López Obrador, Jesús Ramírez Cuevas, ha sido el arquitecto principal de la intriga contra Scherer, y de las acusaciones en su contra. Le adjudica otras filtraciones, aunque no tiene prueba de ello, como haber sido quien puso en alerta a la prensa sobre la fábrica de chocolates de los hijos del Presidente, aunque no era algo desconocido, por la promoción que desde hace más de año y medio han hecho algunas dependencias federales del producto. Pero Scherer se ha vuelto el objetivo central de las imputaciones internas por el volumen y la calidad de información que tiene de López Obrador, de buena parte del gabinete y de todo el entorno cercano del Presidente. Al mismo tiempo, para todo lo que sabe, se puede decir que no ha salido nada. No ha ayudado tampoco que exista un fuerte pleito, no público, entre Scherer y el fiscal Gertz Manero, con quien tuvo reuniones muy duras después de dejar la Consejería Jurídica.

La bomba que apareció en Reforma el lunes, sin embargo, no tuvo como destinatario a Scherer, sino a Nieto, y la denuncia anónima sobre la cual se elaboró el texto se hizo el 2 de diciembre, dos días después de que la Unidad de Inteligencia Financiera, de acuerdo con una investigación que había iniciado su exjefe, pedía información a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores sobre las operaciones financieras del fiscal en paraísos fiscales. La respuesta de Nieto fue una obviedad, en el periódico propiedad de Juan Francisco Ealy Ortiz, a quien atraparon las autoridades guatemaltecas con 35 mil dólares en efectivo, la víspera de asistir a la boda de su amigo.

Lo que nos deja una semana de información sobre irregularidades o ilegalidades en el entorno más cercano del Presidente, revela que en Palacio Nacional y en las oficinas donde tienen la información más delicada y comprometedora del gobierno, existe un desaseo y no hay nadie que ponga un alto. El Presidente ha resentido los golpes por debajo de su línea de flotación de la honestidad que pregona, y no ha podido articular una defensa de sus colaboradores. La verdad es que no tendría por qué meterse a chapalear en el fango. Lo que necesita es meter orden.

El que más lo requiere es Gertz Manero, que parece incontenible, y sus acusaciones múltiples sólo están generando desgaste y lastres al Presidente y su lucha contra la corrupción. El segundo debe ser Ramírez Cuevas, el acelerador de su radicalismo y polarización, porque esa estrategia lo está aislando. Al secretario de Gobernación, Adán Augusto López, le debe dar la encomienda de ponerse a apagar los fuegos antes de que siga avanzando sobre el gobierno, en Palacio Nacional y quemando el despacho presidencial. No se trata de perdonar corruptelas, sino que, de existir, se actúe. Si no, parafraseando a López Obrador, que dejen de grillar porque le están haciendo mucho daño a su proyecto.

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Pelea de perros morenos (Gertz vs Nieto) /Raymundo Riva Palacio

 Estrictamente Personal

El Financiero, septiembre 30, 2021 

Por si no se ha dado cuenta, la pelea entre el fiscal general, Alejandro Gertz Manero, y el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, Santiago Nieto, es a morir. Hay una parte que se da a periodicazos, como esta semana, donde sale un día, con el diario amarra navajas Reforma, señalando que la Fiscalía General ignoró las denuncias de la UIF en contra de Ricardo Gallardo, que asumió la gubernatura de San Luis el lunes, y el miércoles, a través de la columna anónima de El Universal, Bajo Reserva, se afirma que frenó la investigación contra Gloria Trevi y su esposo, a quien Nieto le había imputado el presunto delito de defraudación fiscal y lavado de dinero.

Este es un pleito de perros, ambos ejecutores de los deseos del presidente Andrés Manuel López Obrador para perseguir a sus adversarios políticos y a quien se le cruce en su camino, donde van escalando a niveles insospechados. El 15 de septiembre pasado, Alonso Castillo Cuevas, sobrino de Gertz Manero, reveló que la persecución de su madre, de su abuela que fue pareja de Federico, hermano del fiscal, y de su familia, obedece únicamente a un tema de dinero. El sobrino del fiscal, Alonso Castillo Cuevas, dijo que Gertz Manero utilizó a su hermano como prestanombres para ocultar 8 millones de pesos en Panamá, que quisiera recuperar.

La respuesta no esperó nada de tiempo. Gertz Manero reactivó una denuncia contra Nieto que formuló el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, tras regresar a México en julio del año pasado, y que retomaba una anterior, durante el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, a finales de 2017 y ratificada en junio de 2018, donde lo acusaba de haber dado a conocer a la opinión pública –a través de su cuenta de Twitter– información privada del caso Odebrecht, cuando era fiscal de Delitos Electorales.

Nieto le dio entrada a la denuncia de Castillo Cuevas, que se sabe pegó a Gertz Manero por debajo de la línea de flotación, porque la querella fue presentada en el área donde sí pueden averiguar si en efecto usó a su hermano de prestanombres para ocultar dinero en un paraíso fiscal. El nombre de Gertz Manero fue uno de los que emergieron en 2017 por una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, llamada Panama Papers, que lo vinculó a una empresa que operaba en las Islas Caimán, Jano Ltd., cuando era secretario de Seguridad en el gobierno de Vicente Fox. El actual fiscal negó el señalamiento y dijo que ni siquiera sabía de la existencia de esa empresa, que creó su hermano en 1995, y menos aún que lo hubiera asociado.

Gertz Manero, por su parte, descongeló la carpeta de investigación que se abrió con la primera denuncia de Lozoya, a la que no se le dio seguimiento. Cuando regresó Lozoya de España, mediante una negociación con el fiscal general para denunciar en reguilete a un grupo importante de políticos del PAN y del PRI para llevarlos a la cárcel a cambio de no pisarla él, abrió otra carpeta de investigación que, hasta hace menos de 15 días, tampoco había caminado.

Es el quid pro quo de los golpes entre los dos funcionarios, que no han dejado de tener conflicto a lo largo del sexenio. Gertz Manero se ha quejado de que Nieto, por quedar bien con el Presidente, presentaba denuncias que no podían ser judicializadas, mientras que el jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera criticaba que el fiscal general no estuviera haciendo bien su trabajo. La relación entre los dos funcionarios se ha agravado, en buena parte porque quien mediaba entre ellos y establecía el puente de comunicación o de contención era Julio Scherer, como consejero jurídico de la Presidencia. La mano dura de Scherer hizo que ambos resintieran el control que ejercía, pero entendían que detrás de él se encontraba el Presidente y se replegaban.

Sin Scherer en medio, es un campo de batalla abierto donde pelean con todos los recursos a su alcance. El 1-2 de los últimos días, haberle dado entrada a la denuncia del sobrino de Gertz Manero por lo que podría configurarse como un delito grave, que entra en el campo de la delincuencia organizada, y la reactivación de la denuncia de Lozoya contra Nieto, que también implica una violación de leyes federales, ha puesto a ambos funcionarios sobre un tambor de dinamita con la mecha prendida.

No se sabe con precisión en dónde comenzó este conflicto, pero es público que Nieto ha acariciado hace tiempo terminar el sexenio como fiscal general. También es conocido el temperamento de Gertz Manero y la forma como actúa contra aquéllos a los que no les tiene confianza o sospecha de que le son desleales. Los desencuentros han sido continuos y la conclusión de casos, donde deberían de actuar de manera sincronizada para que se inicien procesos y eventualmente se logren sentencias, son menores de las que ambos, aunque se saboteen de manera recíproca, esperarían obtener. No hay avances porque son dos egos muy robustos en colisión.

Nadie sabe dónde va a terminar este pleito, pero quien resultará más afectado es el Presidente, porque este conflicto va a ralentizar sus necesidades políticas de mantener acorralada y atemorizada a la oposición. El creciente choque entre Gertz Manero y Nieto, que junto con Raquel Buenrostro en el SAT conforman la trilogía de terror del gobierno, deja expuesta la falta de control y gestión de Palacio Nacional.

Antes, cuando dos funcionarios cruciales en el gobierno chocaban, el Presidente los destituía a ambos. López Obrador funciona bajo otros parámetros, aunque la impasividad para frenarlos facilite que se desvíen de sus encomiendas. El Presidente no actúa en este caso porque era tarea de Scherer, cuya salida de la Consejería Jurídica dejó atrofiada la operación política interna. Es momento para que el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, espabile y apague el fuego.


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