27 mar 2011

De nuevo Los Legionarios

El vaticano perdona Alejandro Gutiérrez, reportero 
Revista Proceso # 1795, 27 de marzo de 2011
Autor de Las extrañas andanzas de Marcial Maciel y otros misterios de la Legión de Cristo, de reciente aparición en España, Jesús Rodríguez remueve en este libro las entrañas del caso que puso en entredicho la calidad y autoridad moral de la Iglesia Católica en el mundo, un escándalo en el que aún queda mucho por investigar. Pese a ello, dice el autor en entrevista con Proceso, al Vaticano no le interesa indagar a fondo la doble vida de Maciel… Que los legionarios se desangren en su propia decadencia: a eso le apuesta, dice, la cúpula eclesiástica.

MADRID.- “Veo más posibilidades de que el fin de la Legión de Cristo venga por su propia decadencia que por una investigación seria y a fondo de la Santa Sede; ésta preferiría que se desangren solos a un nuevo escándalo”, dice Jesús Rodríguez.
Periodista de El País y autor del libro La confesión. Las extrañas andanzas de Marcial Maciel y otros misterios de la Legión de Cristo (Debate) de reciente aparición en España, Rodríguez está convencido de que “no habrá una investigación a fondo de la Santa Sede. No se llegará al final. De ninguna manera”.

Rodríguez habla del desconcierto que causa el delegado pontificio encargado de la Legión de Cristo, Velasio de Paolis, con algunas decisiones que dejan intocada a la actual cúpula de la congregación fundada por Marcial Maciel. “Todas sus decisiones representan un paso adelante en su propósito, y luego un paso atrás. Es anunciar los cambios para que todo siga igual; es la doctrina del gatopardismo”, dice en entrevista con este semanario.
Y ejemplifica: el viernes 18 se da un revés a la cúpula macielista con el anuncio de que los legionarios no reelegirían a su secretario general, el mexicano Evaristo Sada Derby, cuyo sucesor será nombrado el próximo otoño.Sada, a quien Rodríguez describe en su libro como “un tipo atractivo, amable, untoso”, llevaba con “mano de hierro las órdenes del director general” y “durante la última década ha sido el pastelero oficial de la Legión, el encargado de cocinar la imagen pública de la congregación, el hombre de acción de la cúpula”.
Desde los noventa, Sada ha sido el encargado de elaborar los informes anuales al Vaticano en los que “mentía sistemáticamente en las cifras (inflaba los números de vocaciones, el índice de perseverancia y disminuía los egresos económicos)”, relató un sacerdote al autor.
Como si ya supiera lo que le esperaba, Evaristo Sada le dijo a Rodríguez durante una entrevista para el libro: “A mí me harían un favor echándome de la Secretaría General. Mi vocación es ir a misiones. No estoy por gusto en este puesto; esto no es un partido político; lo asumo por obediencia”.
Pero el paso atrás de De Paolis se conoció el lunes 21, cuando un cable de la agencia Notimex informó que el delegado pontificio descartaba el establecimiento de una ‘comisión de la verdad’ para indagar las complicidades con Maciel dentro de la cúpula legionaria, porque sería imposible descubrir a sus “hipotéticos encubridores”.
Rodríguez asegura que “con los legionarios de Cristo la investigación no va a llegar al final, de ninguna manera; preferirían que se desangren ellos solos”.
En su opinión la condena de Benedicto XVI (el 1 de mayo de 2010) es “un momento crucial” en la investigación sobre la congregación; a partir de ahí “hay un retroceso de posiciones”. Reitera que los pasos atrás del representante del papa “acabaron con la humildad de los legionarios, que no les duró ni seis meses”.
Abunda en su libro que esa actitud de humildad terminó el 19 de noviembre de 2010, cuando el delegado apostólico dirigió una carta a los legionarios “donde parecía que daba un paso atrás, como si hubiera sido cooptado por los macielistas, y que causó el malestar de los reformistas; daba casi por concluida la posibilidad de una rápida refundación y de castigar a los legionarios que taparon las actividades criminales (de Maciel)”.
Entonces “los irreductibles respiraron tranquilos” porque estaban al frente de “una Legión libre de culpa (que) estaba siendo confirmada por el hombre del papa”.
En la entrevista con Proceso, el periodista apunta que quizás el único aspecto que podría caminar satisfactoriamente sería un eventual acuerdo con los hijos de Marcial Maciel, de la familia González, quienes mantienen su demanda en Estados Unidos contra la congregación, que incluye la información de los presuntos abusos sexuales cometidos contra sus propios hijos. “Creo que, ante la posibilidad de una condena por un tribunal, podrían llegar a un acuerdo antes de un nuevo escándalo”.

El “Madoff” de la Legión

En 2010 Jesús Rodríguez inició una investigación periodística sobre la congregación, que publicó en El País Semanal. Fue su primer acercamiento al tema del que, dice, “llegué ajeno a las posiciones encontradas existentes entonces (los macielistas y aquellos que denuncian sus delitos); llegué sólo para contar lo que veía. Incluso los antimacielistas se enojaron conmigo porque no me lancé contra la cúpula”, pero el libro “sí contiene una investigación donde descubro ese andamiaje”.
–¿Por qué los legionarios aceptaron su solicitud para entrar a las entrañas de la congregación, a sus edificios, hablar con sus directivos?
–Creo que los sorprendí en el momento más débil, en mayo, cuando por el comportamiento criminal de Maciel ellos realmente pensaban que (el papa) los disolvería.
Se refiere al comunicado que en tono muy severo emitió el Vaticano el 1 de mayo de 2010, donde reconocía la “doble vida” de Maciel, sus “gravísimos (...) comportamientos inmorales”, algunos de los cuales “se configuran, a veces, como verdaderos delitos y manifiestan una vida carente de escrúpulos y de genuino sentimiento religioso”.
El autor entonces los pudo visitar en la sede en Roma, en los colegios, conocer de cerca cómo viven, la vida monástica y el aislamiento y el rigor de su disciplina.
El único que se negó a ser entrevistado por Rodríguez fue Luis Garza Medina, el vicario general de la congregación, a quien identifica como la pieza clave de toda la trama, el “Madoff (ex presidente de Nasdaq) de la congregación” y responsable principal del “holding religioso-empresarial”.
Añade: “Maciel era las relaciones públicas en El Vaticano, pero Luis Garza Medina es la clave del éxito de los legionarios de Cristo”, de hace 30 años “cuando no eran nada, a lo que son ahora”.
Por tanto “el éxito de la investigación del Vaticano sobre la Legión tendría que pasar por Luis Garza Medina”, afirma, y describe al trío de mexicanos que controla la cúpula legionaria: el director Álvaro Corcuera, que es “una máscara”; Evaristo Sada, que “lleva parte de la maquinaria”, y Garza Medina: “Es el CEO (director ejecutivo de una empresa) de la Legión, quien toma las decisiones. Y por eso no abre la boca y la abrirá sólo si ve que él se lleva la peor parte”.
Originario de Monterrey –hermano de Dionisio Garza Medina, quien hasta marzo de 2010 encabezó el Grupo Alfa–, Luis tiene “la llave de las operaciones ocultas y de ingeniería financiera del Grupo Integer (20 mil empleados), el tinglado de fundaciones, colegios y la fortuna de los legionarios”.
En el libro, Rodríguez expone que la fortuna de los legionarios sería de unos 25 mil millones de euros; manejan un presupuesto de 650 millones de euros anuales, según dio a conocer el vaticanista Sandro Magíster (L’Expresso, 29 de marzo de 2010) (Proceso 1751 y 1758).
Mucho de ese dinero, asegura el autor, está “invertido en paraísos fiscales en sociedades opacas, está en productos financieros”. Como ejemplo señala en su reciente publicación que una de ellas, Integer Ethical Fund, está domiciliada en el paraíso fiscal de Luxemburgo y sus “intereses alimentan la expansión de la Legión”.
Añade: “Aunque (Garza) era el heredero natural de Maciel, es lógico que no lo haya designado, necesitaba a un hombre manejable, como Corcuera. Porque Garza es un hombre con una importante formación profesional: estudió en Stanford, habla idiomas, mientras que Maciel, si bien era un encantador, no dejaba de ser un tipo de pueblo”.
–En tu libro relatas la ‘guerra civil’ entre Luis Garza y el delegado pontificio por las decisiones de éste y también con el arzobispo Ricardo Blázquez, como visitador apostólico para la vida consagrada del Regnum Christi, ¿qué está sucediendo?
–Luis Garza no está colaborando con los representantes del Vaticano. Y el delegado apostólico no se lanza contra él porque sería cerrar el cúmulo de información con que cuenta. Luis Garza es un personaje muy fuerte y con muchas aristas. Tengo información de que se peleó con De Paolis cuando éste le quita la dirección territorial de los legionarios en Italia y la prefectura general de estudios. No obstante dejaron en esos cargos a sus incondicionales.
Sin embargo Corcuera lo nombró consejero territorial de la congregación “sin que De Paolis se enterara”.
Y su enfrentamiento con el arzobispo Ricardo Blázquez fue porque éste, al ser nombrado visitador apostólico para la vida de las consagradas, “impidió que Garza Medina y Evaristo Sada participaran en una reunión, sin intermediarios, a la que convocó a las consagradas en (...) Valladolid, el 2 de noviembre pasado.
“Además De Paolis le ha exigido a Luis Garza que le presente cuentas y no mueva un euro sin comunicárselo. Como se puede ver, el futuro económico y educativo de la Legión no está claro”, dice.
El ADN de la hija
El 4 de febrero de 2009, The New York Times publicó que Marcial Maciel había mantenido una relación con una mujer con la que procreó una hija, y el escándalo corrió por Estados Unidos, Italia, México y España, entre otros países. Pero la cúpula de Legión lo sabía al menos desde el verano de 2005.
Incluso en 2006 los legionarios ordenaron un análisis de ADN de un cabello de esa muchacha. El resultado despejó cualquier duda.
Estas son algunas de las revelaciones que aporta el libro de Jesús Rodríguez, quien a lo largo de una decena de entrevistas con sacerdotes desmonta la opinión cupular de los legionarios, que afirma que desconocían el hecho.
“Era de opereta”, bromea el periodista, “todos lo sabían. Algunos sabían poco, pero todos sabían algo”.
“Una vez consumada la dimisión de Maciel en enero de 2005, la primera etapa de su destierro fue Cotija de la Paz”, en Michoacán. “Nada tenía de extraño que volviera a Cotija a lamerse las heridas. Lo curioso de la nueva situación es que el fundador, a sus 84 años, ya no viajaba solo, como había hecho durante décadas”, relata.
“En esta última ocasión le acompañaba una mujer mexicana en torno a los 40 años, Norma Baños, que se tomaba cada vez más libertades en la toma de decisiones en torno a la agenda del fundador, y la hija adolescente de ésta, Normita Rivas Baños (que llevaba el apellido de una de las personalidades que adoptó Maciel en su vida, José Rivas)”, apunta el libro.
De esa época, el 3 de mayo de 2005, son las fotografías de Maciel, Norma Baños y su hija, en compañía de tres consagradas, en una casa de la congregación, que ya han sido publicadas. En otras aparecen en compañía de Jesús Quirce Andrés, rector de la Universidad Anáhuac del Norte.
En uno de los capítulos señala que ese verano, “intrigado por la frecuencia y la acogida tan amistosa y excepcional que recibían del fundador y la intimidad tan grande”, el secretario de Maciel, el padre Marcelino de Andrés, “le preguntó a la chica quiénes eran y cuál era su lazo con Maciel. Ella, de repente, le dijo que era su hija”. Y de inmediato el sacerdote “se puso en contacto con el padre Álvaro Corcuera” para comentarle, y éste le dijo que iba a investigarlo.
Pero el asunto no era nuevo para otros sacerdotes. Rodríguez apunta que “el padre Alfredo Torres, uno de los sacerdotes mexicanos que le acompañó en su aventura española a finales de la década de 1940, el guardián de los secretos organizativos, administrativos y económicos de Maciel, llevaba al parecer años gestionando de parte de Maciel la compra de inmuebles en Madrid y Sevilla a nombre de Norma Baños”. Propiedades que la revista Interviú cotizó en 10 millones de euros.
En Roma, recuerda, obtuvo testimonios que sitúan al sacerdote Gabriel Sotres, responsable del sistema informático de la Legión de Cristo, como a quien Luis Garza enviaba a Madrid “para negociar con Norma Baños cuando se rumoraba que iba a estallar el escándalo”.
No obstante, antes de la muerte de Maciel, cuando su salud menguaba, el tema de la relación con la mujer y su hija llegó a episodios ríspidos de la cúpula con el fundador.
Rodríguez lo relata en el libro: “Ante la negativa de Maciel a confesarse, Luis Garza lo amenazó con convocar a los periodistas y decirles por fin la verdad de qué tipo de persona es Marcial Maciel”. Otra fuente le dijo que “Luis Garza obligó a Maciel y a su pareja a abandonar el lujoso hotel Marriot de Jacksonville, Florida, donde llevaban viviendo cuatro meses como un matrimonio”. 
“Ese traslado fue de enorme violencia, pero era imprescindible para poner un poco de orden a la situación en que vivía Maciel”, le confió una de sus fuentes.

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