27 mar 2011

Sobre el Acuerdo para la cobertura..

Y los medios se amordazanJosé Gil Olmos
Revista Proceso # 1795, 27 de marzo de 2011;
Promovido por dueños de medios electrónicos e impresos –pero sobre todo por el duopolio televisivo–, el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, firmado el jueves 24 en el Museo de Antropología, plantea una serie de medidas para encarar la labor periodística en tiempos de guerra (al narco). Pero muchos comunicólogos y periodistas, algunos de los cuales rechazaron la invitación, consideran que la iniciativa “no es tan ciudadana”, pretende uniformar la información y alcanzan a vislumbrar detrás de todo una mano que viene de Los Pinos.
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Todo empezó con una petición presidencial. La mañana del 5 de agosto de 2010, Felipe Calderón se reunió en Los Pinos con los dueños de las principales cadenas de radio y televisión y de periódicos y revistas. El presidente les pidió “ser parte de su estrategia” de guerra contra el narcotráfico, “autorregular” sus contenidos, impulsar la idea de que el gobierno iba ganando la batalla y “evitar” entrevistar “criminales” para no convertirlos en héroes.
Siete meses después llegó el resultado. El jueves 24 se dio a conocer el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia signado oficialmente por 715 medios –aunque a la firma asistió apenas media centena– en un acto encabezado por las dos principales cadenas de televisión, Televisa y Televisión Azteca
Pedro Torres Estrada, subdirector editorial de El Diario, de Ciudad Juárez –uno de los más afectados por la violencia del crimen organizado–, afirma en entrevista telefónica: “Sospechamos que detrás de todo esto están las manos del gobierno”.
Comenta a Proceso que, hace unas semanas, Claudio X. González, en nombre de la Fundación Televisa, los invitó a firmar el documento. Rechazaron la invitación. “Nos dijeron que el presidente Calderón estaba interesado en tener una reunión previa el martes en Los Pinos o en algún otro lugar, y que le daría mucho gusto que estuviéramos presentes. Dijimos que muchas gracias, pero no”.
–¿Ven una posibilidad de censura?
–Sospechamos que esto no es tan ciudadano. Si nos vamos hacia atrás y revisamos las expresiones de los gobiernos en relación con la cobertura de la violencia, muchas de esas están implícitas en el acuerdo. Nos acusan de ser apologistas de la violencia, de que estamos creando héroes de delincuentes. Creemos que, en determinado momento, detrás de esto pudiera estar la mano del gobierno.
El comunicólogo Raúl Trejo Delarbre aporta un punto de vista distinto, pero complementario: el acuerdo, dice, responde claramente a los intereses empresariales de Televisa y TV Azteca, que necesitan “legitimación” en momentos en que se enfrentan con el gigante de las telecomunicaciones: el Grupo Carso.
“Puedo decir con toda responsabilidad, pero sin citar mi fuente, que directores de varios medios me confirmaron que fue de las oficinas corporativas de Televisa de donde los llamaron para invitarlos a sumarse a este documento”, afirma Trejo, presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información.
Agrega en entrevista con Proceso que para Televisa y TV Azteca el acuerdo es en realidad “un acto de propaganda” y que por eso fue presentado en un “escenario lamentable” y “espectacularizado”: el Museo de Antropología convertido en un set de televisión.
Regulación

Regular la cobertura informativa sobre el narco ha sido un propósito de Calderón desde hace años. En noviembre de 2009 se realizó en Boca del Río, Veracruz, el congreso Ciudadanía y Medios. Acción Conjunta, organizado por el gobierno de la entidad y la Procuraduría General de la República. Participó Margarita Zavala, esposa del presidente. Uno de sus principales resolutivos fue que los medios “no otorgarían espacios a los mensajes de los grupos delictivos ni a sus representantes”.
El 5 de agosto de 2010, en aquella reunión en Los Pinos, Calderón insistió en el tema al pedirle a los dueños de medios que se sumaran al Diálogo por la Seguridad. Hacia una Política de Estado.
La reunión fue privada. Entre los asistentes estaban directivos de Televisa, TV Azteca, Radio Mil, Organización Editorial Mexicana, El Universal, MVS, Radio Fórmula, Grupo ACIR, de la Cámara Nacional de la Industria de Telecomunicaciones por Cable, de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión (CIRT), del Grupo Milenio, Radiorama, Radio Centro y de los periódicos Unomásuno, La Crónica, La Jornada, La Razón y Rumbo de México.
El 9 de noviembre de ese año, al inaugurar la sexagésima sexta asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, Calderón nuevamente habló del tema. Tras señalar que el crimen organizado se ha convertido en “el mayor riesgo al ejercicio del periodismo y se levanta como la principal fuente de restricción, intimidación y represión a la labor informativa”, pidió la regulación de los contenidos.
“Es necesario informar sin hacer apología del crimen, evitar hacer el juego a la agenda mediática de las organizaciones criminales; no se trata de ninguna manera de ocultar los problemas, sino de reflejar la realidad y poner en perspectiva los grandes esfuerzos que hacemos para solucionar nuestros problemas; balancear la información, tomar en cuenta, sí, si es indispensable por el hecho mismo, noticioso, la voz intimidatoria de los criminales.”
El jueves 17 de marzo insistió, al borde del chiste: “Si yo no hubiera sido político, a lo mejor me hubiera dedicado al periodismo, que también me gusta; es una profesión que respeto”, afirmó al intervenir en el foro México: Puerta de América organizado por el Grupo BBVA-Bancomer y el diario español El País.
“Hubiera hecho un periódico que se llamara Balance y en la primera plana pondría de un lado todas las noticias malas, las más importantes, y del otro lado todas las más importantes buenas noticias. Y en medio las buenas o malas sin clasificarlas ahí”.
Tras asegurar que las únicas que “asientan hechos totalmente objetivos e inocultables” son las notas deportivas, Calderón afirmó que “se debe equilibrar y poner en perspectiva lo que es México, no ocultar ni ignorar los problemas que hay en el país”.
De acuerdo con el acuerdo

Con la firma del Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, Felipe Calderón parece haber logrado uno de sus objetivos: aliarse con un sector de la prensa mexicana en su lucha contra el narcotráfico.
Horas después de la transmisión nacional del acto envió un mensaje desde Apodaca, Nuevo León: “Pienso que este acuerdo es una muestra muy clara de que la responsabilidad, cuando se ejerce plenamente por todos y en particular por los medios de comunicación, permite enfrentar de mejor manera el fenómeno de la violencia delictiva, de la violencia causada por los grupos y las organizaciones criminales que afectan a los mexicanos”.
Calderón necesitaba este acuerdo sobre todo porque encuestas publicadas el mes pasado indicaban que su popularidad ha bajado a 52%, lo que no se veía desde 2008, y se incrementó la percepción ciudadana en cuanto a criminalidad y violencia.
“Calderón ha estado incómodo desde hace años con la cobertura mediática de la violencia”, dice Raúl Trejo. “Cada vez que puede reitera su anhelo para que en México haya medios que vean tanto los asuntos buenos como los malos, pero a veces no hay muchos momentos buenos que cubrir. No sé si él auspició, pero sí aplaudió este acuerdo”, señala.
Medidas huecas

Durante la elaboración del acuerdo hubo miembros de la CIRT que plantearon la necesidad de darles a los reporteros seguros de vida, cursos de capacitación, protocolos de protección y mejores salarios. La mayoría de los que trabajan para los medios que suscribieron el acuerdo carecen de esas prestaciones. Algunos no tienen ni Seguro Social.
Pero las propuestas no prosperaron; se quedaron en el enunciado de “establecer mecanismos para la protección de los periodistas en situaciones de riesgo”.
Los anteproyectos del acuerdo, que Proceso pudo consultar, son sustancialmente distintos al documento final.
Por ejemplo, en el segundo punto se proponía rechazar entrevistas “a miembros de las organizaciones del crimen organizado (sic) cuando exista sentencia condenatoria en su contra”. En la versión definitiva sólo se habla de “impedir que los delincuentes o presuntos delincuentes se conviertan en víctimas o héroes públicos” y “omitir y desechar información que provenga de los grupos criminales con propósitos propagandísticos”.
Los ausentes

Se dijo que el acuerdo estaba firmado por los principales medios de comunicación del país. Pero hubo ausencias. Algunos fueron invitados pero no quisieron participar, como El Diario de Ciudad Juárez, y otros de plano no fueron invitados, como La Jornada, Reforma, Proceso, Multivisión, TV Cable y muchos medios locales.
De hecho aparecen pocos medios de las entidades en las que el crimen organizado es más violento, como Chihuahua, Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Nuevo León.
Pedro Torres precisa que aunque el medio en el que trabaja fue invitado se decidió no firmar el acuerdo porque, desde su perspectiva, no se puede normar de manera tan general los criterios editoriales: la realidad de Juárez no es la misma que la de otras ciudades.
“No podemos trabajar en las mismas condiciones que los enviados que tienen más libertad en el manejo de la información que nosotros que permanecemos aquí cuando se publica la nota. Además hay cuestiones de seguridad que tenemos que tener presentes cada vez que se publica algo, y para la gente que escribe a la distancia es muy diferente la situación. Por eso no creemos que sea viable esta generalización de los criterios y de los principios para la cobertura de la violencia.”
En su editorial del viernes 25, el diario La Jornada cuestionó las razones que, dijo, “llevan a semejante ensayo por uniformar los criterios editoriales de la mayor parte de los medios del país y a buscar una suerte de verdad única en torno a una circunstancia nacional llena de ambigüedades, zonas grises, hechos que resultan incomprensibles con base en las versiones oficiales y una legalidad vulnerada por las organizaciones delictivas pero también por las dependencias públicas”.
Además critica que algunas empresas que encabezan el acuerdo, como TV Azteca, hayan pasado por encima de las leyes, como en 2006, cuando “recuperaron” las instalaciones de Canal 40.
El editorial del diario desglosa el decálogo y señala que cae en linchamientos mediáticos, posibilidades de censura, peligro a la independencia editorial y “evoca las ideas expresadas hace unos días por el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón, sobre lo que a su criterio debería ser la forma adecuada de hacer un periódico”.
Y remata: “Flaco favor le harán unos medios alineados por decisión propia en torno a una verdad única y uncidos de manera voluntaria a los triunfalismos, omisiones y extravíos del discurso oficial”.
La periodista Carmen Aristegui, en su columna del viernes 25 en el diario Reforma, asegura que algunos de los firmantes, en sus respectivas colaboraciones, han acusado a los que no suscribieron el acuerdo como “los mezquinos de siempre”.
La conductora del noticiario matutino de MVS señala que es imposible sacudir la sospecha de que la pretensión final de todo esto es, parafraseando al especialista Edgardo Buscaglia, “gerenciar el flujo de la información”. Esto es, uniformar la información, y desde los medios, no desde la realidad, transformar la percepción de lo que está pasando.
“El acuerdo se firma en el momento en el que todos los indicadores apuntan al fracaso de la estrategia gubernamental”, asevera Aristegui.


El acuerdo, al gusto del presidente Arturo Rodríguez García
Los reclamos del presidente Felipe Calderón contra quienes cuestionan su política de seguridad encontraron eco en el Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, impulsado por el duopolio Televisa-TV Azteca y firmado por representantes de medios de todo el país el pasado jueves 24.
El documento, presentado dentro del programa Iniciativa México 2011, incluye un apartado de criterios editoriales de 10 puntos.
En los tres primeros se abordan aspectos sobre el tratamiento que debe darse a la información y coinciden casi por completo con los planteamientos que en torno al tema ha señalado Calderón casi desde el inicio de su mandato:
1. Tomar postura contra la violencia generada por el crimen organizado; 2. No convertirse en voceros involuntarios del crimen organizado; 3. Dimensionar adecuadamente la información.
Además, en los puntos 7 y 10 se indica que los medios deben promover la participación y la denuncia ciudadana y no interferir en el combate a la delincuencia.
En varias ocasiones el presidente se ha referido a la información difundida por los medios en relación con la violencia que azota al país.
El 25 de febrero de 2010, en una reunión con empresarios en Yucatán, el presidente pronunció un discurso que coincide plenamente con el decálogo de criterios editoriales del acuerdo:
“Claro que si uno ve la prensa nacional, desde luego que la manta que dejan, además, en un pueblo, un recado de fulano para zutano... Lo que nos cuesta a cualquiera de ustedes o al gobierno pagar una primera plana de varios millones de pesos, eso sí aparece en primera plana y a todo color”, observó.
Más adelante dijo:
“A veces es como deporte; a veces se trata de ver qué tanto podemos exacerbar nuestros problemas, qué tanto podemos amplificar los retos que tenemos. Y eso (...) sí causa mucho daño, no estoy diciendo, conste, que el problema no exista, sino que tenemos un problema real de inseguridad que tenemos que combatir, y si alguien tiene una alternativa, que me diga ‘no lo combatas’, que me lo diga”, retó el mandatario a quienes lo critican por su “guerra”.
En un almuerzo con embajadores y cónsules mexicanos, el pasado 6 de enero, los instruyó para que “hablaran bien de México” y mencionó datos de la violencia que priva en países de Centro y Sudamérica, en los que las cifras de homicidios son superiores a las de México. Insistió en que hay un “problema de percepción” cuando se difunden materiales acerca de este tema.
Los primeros en tomarle la palabra fueron los directivos de la Cámara Nacional de Comercio y Servicios Turísticos (Canaco-Servitur), cuyos dirigentes lanzaron la campaña “Hablemos bien de México” desde mediados de 2010.
El pasado 25 de enero Calderón inauguró la Convención Nacional de Turismo convocada por la Canaco-Servitur. Ahí se presentó la segunda etapa de la campaña, titulada “Hablemos y actuemos bien por México”.
Al término de la reunión el mandatario firmó un decreto para declarar 2011 como “Año del turismo en México”.
Intelectuales a modo

El presidente no sólo se ha valido de reuniones empresariales para enviar sus mensajes a los medios de comunicación que no comulgan con sus políticas. También se ha valido de intelectuales destacados Por ejemplo, el viernes 4 de marzo, al otorgar la Orden del Águila Azteca en grado de insignia, la más importante que concede el gobierno mexicano, al Premio Nobel Mario Vargas Llosa, éste se deshizo en elogios hacia el régimen actual.
En su mensaje Calderón se dijo lector del hispano-peruano a quien describió como un luchador por la libertad.
Atrás quedaron las expresiones críticas del escritor que acuñó la denominación de “dictadura perfecta” para referirse al régimen priista. Emocionado, exaltó “la libertad” que hay en México y se dijo emocionado por saber que Calderón es uno de sus lectores.
La firma del acuerdo tuvo como testigos a destacados personajes, como José Narro, rector de la UNAM; Yoloxóchitl Bustamante, directora general del IPN; Juan Ramón de la Fuente, presidente de la Asociación Internacional de Universidades; Federico Reyes Heroles, presidente del Consejo Rector de Transparencia Mexicana; Héctor Aguilar Camín, director de la revista Nexos, y Homero Aridjis, escritor y poeta, entre otros.
También lo signaron dirigentes de organismos como el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, A Favor de lo Mejor en los Medios, el Consejo de la Comunicación, y los ciudadanos María Elena Morera, de Causa Común, y la señora Isabel Miranda de Wallace.
Hay, asimismo, algunos gobernadores que se han unido al apoyo. Por ejemplo el de Durango, el priista Jorge Herrera Caldera, se deshizo en elogios para el mandatario.
En una reunión realizada el martes 22 en esa entidad le dijo: “Desde aquí me sumo también a los millones de mexicanos que reconocemos y apreciamos la firmeza y valentía con que el presidente Calderón enfrenta los retos del país. En Durango somos aliados del presidente de la República en la lucha a favor de la seguridad pública y en contra de la delincuencia organizada”, exclamó.
Complacido, Calderón respondió:
“Necesitamos seguir trabajando fuerte en el tema de la seguridad para los duranguenses, porque es un problema medular del estado. Sepa Durango que ha contado y seguirá contando con el apoyo del gobierno federal para enfrentar y resolver este problema.”  l
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