26 jul 2015

En Badiraguato, ni quien lo busque/

Revista Proceso # 2021, 25 de julio de 2015..’’
En Badiraguato, ni quien lo busque/MIGUEL ÁNGEL VEGA/RÍODOCE
LA TUNA, BADIRAGUATO, SIN.- Si elementos del Ejército y la Armada de México van tras los pasos de Joaquín El Chapo Guzmán, la búsqueda no está ocurriendo en la región conocida como “el triángulo dorado” de la sierra de Sinaloa; mucho menos en el pueblo de La Tuna.
 Ríodoce visitó las comunidades de Santiago de Los Caballeros, Tameapa, San José del Llano, San Javier, Huixiopa y La Tuna, donde la presencia de las fuerzas castrenses es casi nula.
 Sólo había cuatro soldados en la entrada del regimiento de la cabecera municipal de Badiraguato, ocho en la base de Santiago de Los Caballeros, siete en San José del Llano y 11 más platicando bajo un árbol a la entrada de La Tuna, el pueblo donde nació El Chapo.
 En esa zona de caminos empinados, desfiladeros y densa vegetación, la mayoría de los pobladores comentan que El Chapo no está en la sierra. “Yo no creo que ande por acá. ¡Ni loco que estuviera!”, comenta don Lalo, de 55 años, quien vive en las afueras de San José del Llano. Él asegura haber visto al Chapo “hace ya muchos años, y sólo de lejos”.

Fuera de eso, la sierra era el vivo retrato de la desesperanza, comentan los lugareños, por el abandono en que los han tenido el gobierno del estado y el  federal. Eso los obliga, dicen, a sembrar enervantes que luego venden a los cárteles de la droga, incluida la fracción controlada por Joaquín Guzmán Loera.

La sierra parece impenetrable, pero conforme uno se adentra en ella el paisaje se abre y se observan veredas que conducen a más poblados que desde hace años están anclados en la sierra, entre interminables y serpenteantes caminos que suben casi hasta la cima.

“Este camino lo lleva a Huixiopa, y una vez que pasa el poblado, ese mismo camino lo lleva hasta La Tuna”, dice al reportero un lugareño en Sayotita, donde termina el asfalto. A partir de ahí el camino se divide en dos: una vertiente corre hacia San José del Llano y la otra hacia La Tuna.

La pregunta es inevitable:

–¿Qué tan peligroso es continuar hasta allá?

–Nunca se sabe cómo va a reaccionar la gente del Chapo cuando van a su tierra.

Un poblado de casas ostentosas

A casi una hora de camino por una estrecha vereda está San José del Llano. Tiene poco más de mil habitantes y se caracteriza por sus casas ostentosas. Se ubica a pocos kilómetros de los estados de Durango y de Chihuahua.

Ahí, la presencia de militares ha sido casi nula. Los pocos que hay son de una base militar instalada desde hace años a la entrada del pueblo. Cada mañana corren por las calles empuñando sus rifles. Si el Chapo Guzmán es el hombre más buscado del mundo, San José del Llano y sus alrededores no forman parte de esa búsqueda, según constata el reportero.

En este poblado –“abandonado desde hace décadas”, comentan los pobladores–, Ríodoce estableció sus primeros contactos para recorrer la sierra.

“Uno qué más quisiera; que hubiera una industria por acá en donde trabajar, pero no hay nada, y por eso muchos no tienen otra que sembrar sus plantitas (de mariguana o amapola), y esperar que no caiga el gobierno”, señala un residente de ese poblado.

Y esta realidad forma parte de la vida en la sierra. De vez en cuando los sierreños que cultivan enervantes deben conformarse y ver cómo en minutos los militares les destruyen el trabajo de meses y mucho sudor.

El problema, dicen, es cuando caen los de la Marina –“esos” llegan y, tengas o no mariguana, te agarran. “Y a como sea quieren encontrar culpables”.

“A mí nunca me han torturado, pero hay familiares a los que sí. A ellos (a los marinos) no les interesa si tienes plantitas o no; simplemente te agarran y quieren que les digas quiénes son los que están plantando. Por eso la gente no los quiere”, refiere uno de los entrevistados.

Ese es el coraje que tienen en la sierra contra la Marina; de ahí el rencor contra el gobierno porque, comentan, no conforme con el abandono en que los tienen, las autoridades son abusivos con ellos.

Para don Lalo, otro de los habitantes de San Pedro del Llano, el problema es que desde hace algunos años dejó de sembrar mariguana “porque ya no la pagan”. Eso ha paralizado por completo la zona. Sin trabajo y sin posibilidades de lograr ingresos mediante la siembra de enervantes, vivir en la sierra se ha vuelto imposible.

“¿Y de qué vive uno si no hay trabajo por acá? Al menos una cementera debía poner el gobierno, pues sería algo que diera trabajo a muchos”, dice don Lalo.

–Y del Chapo, ¿qué se dice?

–Pues mire, hay mucha gente que está contenta porque se escapó; a mí me da igual. Como yo no tengo contacto con él, no me va ni me viene. Y la gente está contenta porque dicen que el Chapo ayuda. A mí nunca me ha ayudado, pero hay gente que dice que sí, sobre todo para allá de donde es él: La Tuna.

–¿Usted cree que El Chapo esté en la sierra?

–La mera verdad, no sabría decirle, pa’ qué le voy a echar mentira. Pero no creo que ande por acá. ¡Ni loco que estuviera para venir a meterse acá a donde en cualquier momento pueden llegar a buscarlo!

En San Javier, donde la presencia castrense en nula, la gente piensa de manera similar.

“Tenemos ojos y oídos
en toda la sierra”

Llegar a Huixiopa es fácil… si se conoce el camino y se tiene paciencia para recorrer las veredas semidestruidas. Lograrlo puede tomar hasta dos horas, yendo a 10 kilómetros por hora. El problema es arribar a La Tuna, donde los caminos se empinan  hasta los 45 grados.

Pasando Huixiopa el camino se vuelve solitario y resbaloso. El pueblo es conocido por el corrido de Valentín Félix que hicieron famoso Los Tigres del Norte. En esta tierra de los Esparragoza la gente es arisca y no mira con buenos ojos a los forasteros.

En la única tienda de abarrotes que hay en la calle principal del poblado, la gente apenas regresa el saludo y clavan la mirada en los desconocidos. Cuando el reportero les pregunta cómo ir a La Tuna, apuntan hacia una vereda que conduce ahí. Y, en efecto, después de más de una hora de recorrer caminos empinados, desfiladeros y atravesar un riachuelo, ahí está…

Como sucede en la mayoría de las comunidades serranas, la gente no habla con los extraños. En la casa donde nació El Chapo, una adolescente niega categórica un acercamiento con doña Consuelo Loera, la madre del hombre más buscado del mundo.

“Yo soy quien la cuida –dice al equipo de Ríodoce– y ustedes me disculparán, pero me dieron órdenes de que no los recibiera.”

De nada valen las súplicas ni la espera. Al final, unos desconocidos se acercan en cuatrimotos. Nos miran con muina. Uno de ellos, quien parece estar a cargo, nos pide que nos marchemos, pues estamos llegando a una zona sin el permiso adecuado.

“Desde que entraron a la sierra los hemos estado vigilando”, indica, al tiempo que comienza a revisarnos para asegurarse de que no ocultemos algún micrófono.

–¿Quién nos ha estado vigilando? –se le cuestiona.

–Gente de nosotros. Tenemos ojos y oídos en toda la sierra.

Dice que no debimos haber llegado hasta esa parte de la sierra.

–Somos periodistas. Sólo hacemos nuestro trabajo, pero no queremos problemas con nadie –se le explica.

–Pues entonces váyanse.

La situación se tensa. Desde que Guzmán Loera se escapó, sólo otro grupo de reporteros ha ido a La Tuna con la intención de conocer el caserío y entrevistar a doña Consuelo Loera, la mamá del Chapo, pero ninguno de los individuos que comienzan a llegar, todos con radiotransmisores, lo van a permitir.

A lo lejos, en la punta del cerro de enfrente se ve la casa conocida como El Cielo, el lugar donde se cree que se ocultó El Chapo cuando se escapó en 2001. Años después, durante la guerra de Felipe Calderón contra el narcotráfico, el Ejército la habilitó como cuartel.

Hoy, está igual de desolada que La
Tuna. 

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