Revista
Proceso
# 2021, 25 de julio de 2015..’’
En
Badiraguato, ni quien lo busque/MIGUEL
ÁNGEL VEGA/RÍODOCE
LA
TUNA, BADIRAGUATO, SIN.- Si elementos del Ejército y la Armada de México van
tras los pasos de Joaquín El Chapo Guzmán, la búsqueda no está ocurriendo en la
región conocida como “el triángulo dorado” de la sierra de Sinaloa; mucho menos
en el pueblo de La Tuna.
La
sierra parece impenetrable, pero conforme uno se adentra en ella el paisaje se
abre y se observan veredas que conducen a más poblados que desde hace años
están anclados en la sierra, entre interminables y serpenteantes caminos que
suben casi hasta la cima.
“Este
camino lo lleva a Huixiopa, y una vez que pasa el poblado, ese mismo camino lo
lleva hasta La Tuna”, dice al reportero un lugareño en Sayotita, donde termina
el asfalto. A partir de ahí el camino se divide en dos: una vertiente corre
hacia San José del Llano y la otra hacia La Tuna.
La
pregunta es inevitable:
–¿Qué
tan peligroso es continuar hasta allá?
–Nunca
se sabe cómo va a reaccionar la gente del Chapo cuando van a su tierra.
Un
poblado de casas ostentosas
A
casi una hora de camino por una estrecha vereda está San José del Llano. Tiene
poco más de mil habitantes y se caracteriza por sus casas ostentosas. Se ubica
a pocos kilómetros de los estados de Durango y de Chihuahua.
Ahí,
la presencia de militares ha sido casi nula. Los pocos que hay son de una base
militar instalada desde hace años a la entrada del pueblo. Cada mañana corren
por las calles empuñando sus rifles. Si el Chapo Guzmán es el hombre más
buscado del mundo, San José del Llano y sus alrededores no forman parte de esa
búsqueda, según constata el reportero.
En
este poblado –“abandonado desde hace décadas”, comentan los pobladores–,
Ríodoce estableció sus primeros contactos para recorrer la sierra.
“Uno
qué más quisiera; que hubiera una industria por acá en donde trabajar, pero no
hay nada, y por eso muchos no tienen otra que sembrar sus plantitas (de
mariguana o amapola), y esperar que no caiga el gobierno”, señala un residente
de ese poblado.
Y
esta realidad forma parte de la vida en la sierra. De vez en cuando los
sierreños que cultivan enervantes deben conformarse y ver cómo en minutos los
militares les destruyen el trabajo de meses y mucho sudor.
El
problema, dicen, es cuando caen los de la Marina –“esos” llegan y, tengas o no
mariguana, te agarran. “Y a como sea quieren encontrar culpables”.
“A
mí nunca me han torturado, pero hay familiares a los que sí. A ellos (a los
marinos) no les interesa si tienes plantitas o no; simplemente te agarran y
quieren que les digas quiénes son los que están plantando. Por eso la gente no
los quiere”, refiere uno de los entrevistados.
Ese
es el coraje que tienen en la sierra contra la Marina; de ahí el rencor contra
el gobierno porque, comentan, no conforme con el abandono en que los tienen,
las autoridades son abusivos con ellos.
Para
don Lalo, otro de los habitantes de San Pedro del Llano, el problema es que
desde hace algunos años dejó de sembrar mariguana “porque ya no la pagan”. Eso
ha paralizado por completo la zona. Sin trabajo y sin posibilidades de lograr
ingresos mediante la siembra de enervantes, vivir en la sierra se ha vuelto
imposible.
“¿Y
de qué vive uno si no hay trabajo por acá? Al menos una cementera debía poner
el gobierno, pues sería algo que diera trabajo a muchos”, dice don Lalo.
–Y
del Chapo, ¿qué se dice?
–Pues
mire, hay mucha gente que está contenta porque se escapó; a mí me da igual.
Como yo no tengo contacto con él, no me va ni me viene. Y la gente está
contenta porque dicen que el Chapo ayuda. A mí nunca me ha ayudado, pero hay
gente que dice que sí, sobre todo para allá de donde es él: La Tuna.
–¿Usted
cree que El Chapo esté en la sierra?
–La
mera verdad, no sabría decirle, pa’ qué le voy a echar mentira. Pero no creo
que ande por acá. ¡Ni loco que estuviera para venir a meterse acá a donde en
cualquier momento pueden llegar a buscarlo!
En
San Javier, donde la presencia castrense en nula, la gente piensa de manera
similar.
“Tenemos
ojos y oídos
en
toda la sierra”
Llegar
a Huixiopa es fácil… si se conoce el camino y se tiene paciencia para recorrer
las veredas semidestruidas. Lograrlo puede tomar hasta dos horas, yendo a 10
kilómetros por hora. El problema es arribar a La Tuna, donde los caminos se
empinan hasta los 45 grados.
Pasando
Huixiopa el camino se vuelve solitario y resbaloso. El pueblo es conocido por
el corrido de Valentín Félix que hicieron famoso Los Tigres del Norte. En esta
tierra de los Esparragoza la gente es arisca y no mira con buenos ojos a los
forasteros.
En
la única tienda de abarrotes que hay en la calle principal del poblado, la
gente apenas regresa el saludo y clavan la mirada en los desconocidos. Cuando
el reportero les pregunta cómo ir a La Tuna, apuntan hacia una vereda que
conduce ahí. Y, en efecto, después de más de una hora de recorrer caminos
empinados, desfiladeros y atravesar un riachuelo, ahí está…
Como
sucede en la mayoría de las comunidades serranas, la gente no habla con los
extraños. En la casa donde nació El Chapo, una adolescente niega categórica un
acercamiento con doña Consuelo Loera, la madre del hombre más buscado del
mundo.
“Yo
soy quien la cuida –dice al equipo de Ríodoce– y ustedes me disculparán, pero
me dieron órdenes de que no los recibiera.”
De
nada valen las súplicas ni la espera. Al final, unos desconocidos se acercan en
cuatrimotos. Nos miran con muina. Uno de ellos, quien parece estar a cargo, nos
pide que nos marchemos, pues estamos llegando a una zona sin el permiso
adecuado.
“Desde
que entraron a la sierra los hemos estado vigilando”, indica, al tiempo que
comienza a revisarnos para asegurarse de que no ocultemos algún micrófono.
–¿Quién
nos ha estado vigilando? –se le cuestiona.
–Gente
de nosotros. Tenemos ojos y oídos en toda la sierra.
Dice
que no debimos haber llegado hasta esa parte de la sierra.
–Somos
periodistas. Sólo hacemos nuestro trabajo, pero no queremos problemas con nadie
–se le explica.
–Pues
entonces váyanse.
La
situación se tensa. Desde que Guzmán Loera se escapó, sólo otro grupo de
reporteros ha ido a La Tuna con la intención de conocer el caserío y
entrevistar a doña Consuelo Loera, la mamá del Chapo, pero ninguno de los
individuos que comienzan a llegar, todos con radiotransmisores, lo van a
permitir.
A
lo lejos, en la punta del cerro de enfrente se ve la casa conocida como El
Cielo, el lugar donde se cree que se ocultó El Chapo cuando se escapó en 2001.
Años después, durante la guerra de Felipe Calderón contra el narcotráfico, el
Ejército la habilitó como cuartel.
Hoy,
está igual de desolada que La
Tuna.
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