Revista
Proceso
# 2021, 25 de julio de 2015..’’
“Ya
valiste madre”/ÁLVARO
DELGADO
Luego
de despojarlo de casi medio millón de pesos en efectivo y de otros valores, el
teniente Juan Carlos Mendoza Ortiz le apuntó al empresario con su arma y, ante
la risa burlona de otro militar, sentenció: “Ya valiste madre”.
Sucedió
el mediodía del 6 de marzo. El lugar: un retén del Ejército en el Circuito
Exterior Mexiquense, en los límites con la Ciudad de México.
El
contratista de la construcción había retirado minutos antes 428 mil pesos de la
sucursal de Banamex en el aeropuerto capitalino, que ese mismo día le habían
depositado, y se dirigía a una obra en Ecatepec, Estado de México, cerca de
Plaza las Américas, donde tenía previsto pagar a proveedores y empleados.
No
pudo hacerlo: los militares lo secuestraron, amenazaron y robaron a campo
abierto y a la luz del día.
Y
a casi cinco meses de los hechos, luego de vencer el miedo a que se cumplieran
las amenazas de desaparecerlo y de matar a su familia si denunciaba, la
Procuraduría General de Justicia Militar y la Procuraduría General de la
República (PGR) nada han hecho para devolverle su dinero ni para castigar a los
militares criminales, pese a que están plenamente identificados.
Más
aún: el teniente Mendoza Ortiz y tres de sus presuntos cómplices –Juan José
Durán Cárdenas, Enrique Gutiérrez Martínez y Jonathán Martínez Fuentes– están
presos en el Campo Militar Número Uno, acusados del secuestro de otro
empresario. Pero el Ministerio Público castrense y la PGR ya ni siquiera
atienden a la víctima.
El
encapuchado le preguntó al empresario qué traía la bolsa; éste respondió que
era dinero en efectivo, 428 mil pesos, para pagos de nómina y proveedores, pues
es contratista en el ramo de la construcción. Le mostró su teléfono, donde
constaba que esa mañana le habían hecho el depósito y la hora en la que él hizo
el retiro.
“En
ese momento me arrebata de mis manos mi teléfono para quedar incomunicado, lo
empieza a revisar y al mismo tiempo me empieza a decir que era un delito
federal transportar esas cantidades de efectivo y que para él eran de
procedencia ilícita”, declaró el empresario, primero ante la justicia militar y
luego ante la PGR.
Consta
en la averiguación previa PGR/SEIDO/UEDICS/171/2015, iniciada por el agente del
Ministerio Público Federal Gustavo García Contreras, y en el expediente
SC/83/2015-VII, levantado por el mayor René Catana Méndez, agente investigador
militar, cómo el soldado encapuchado amenazó al empresario con llevarlo ante la
Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada
(SEIDO):
“(El
militar le dijo) que él era la autoridad en ese momento e indicándome que su
papá era general y que también tenían empresas y sabían todo acerca de
movimientos bancarios. Yo insistiéndole que el dinero era de procedencia
lícita. Él no me hacía caso y refería que me iban a poner a disposición. Este
sujeto me empieza a amedrentar diciéndome que me iba llevar la chingada y que
gracias a mí se iba a colgar una medallita a su favor.”
El
militar hizo una pausa para hacer una llamada, con el teléfono del empresario,
a alguien que llamó “jefe” y, al colgar, le pidió entregarle su cartera, reloj
y una cadena de oro, mientras le decía que le daría la oportunidad de acreditar
el origen del dinero, pero de lo contrario, dijo, “iba a cargarme la chingada”.
Sólo
para eso le devolvieron al empresario su teléfono: Llamó a su cliente y, cuando
comenzaba a hablar con él, el militar le arrebató el aparato para hablar con
aquél y ordenarle que llegara en 10 minutos.
En
ese momento otro militar sin capucha, al que identifica sin dudar como el
teniente Juan Carlos Mendoza Ortiz, subió a la camioneta en el asiento trasero.
“Me apunta con su arma y me dice que ya había valido madres y que no me pusiera
pendejo”.
El
despojo
En
la espera, según el testimonio del empresario, el otro militar le decía que con
él se iba a colgar “una estrellita”, porque “estaban agarrando puro ‘pendejo inocente’.
Después de eso intenté bajarme de mi camioneta por temor a cada una de las
cosas y amenazas que decía. Acto seguido, me grita diciéndome que no me bajara,
que él era la autoridad y que me iba a esposar y a meterme un ‘pinche
plomazo’”.
Cuando
el cliente del empresario llegó, acompañado de un abogado, los militares les
dijeron que sólo querían hablar con uno de ellos. Tras varios minutos de
diálogo con el litigante, éste le comunicó al empresario retenido que, para no
consignarlo ante la SEIDO, debía entregar 80% de los 428 mil pesos.
“Se
nos hizo muy descabellada esa oferta, ya que no era dinero ilícito”, expuso la
víctima, a quien los militares decían que ellos tenían todo controlado y que
“literalmente estábamos en sus manos, refiriendo que si no hacíamos caso nos
iban a desaparecer a todos”.
En
su declaración, asentó: “Sin tener otra opción, decidimos otorgarles ese dinero
que solicitaban, ya que después de amedrentarnos y de sus amenazas temíamos por
nuestra integridad. Inmediatamente me piden que vayamos a mi vehículo, al cual
se suben los dos militares y yo. Adentro del mismo toman la bolsa de dinero y
sólo me dejaron aproximadamente 35 mil pesos en la bolsa”.
Antes
de dejarlo libre, los militares se negaron a devolverle sus pertenencias y lo
amenazaron: “Diciéndome que si hacía algo en contra de ellos, ya tenían
registrados todos mis movimientos e iba a ir a mi casa a matar a todos y a cada
uno de mi familia”.
Pero,
a pesar de los consejos de amigos y familiares para que se olvidara del asunto,
y aun contra su propio temor de que podría haber represalias contra él y su
familia, el empresario presentó la denuncia ante la Procuraduría General de
Justicia Militar, el 12 de marzo, y luego lo hizo ante la PGR.
Además,
el mismo día en que presentó la denuncia, envió al secretario de la Defensa
Nacional, general Salvador Cienfuegos, un escrito en que detalla cómo ocurrió
lo que él define como robo, secuestro y amenazas a manos de los militares.
La
respuesta llegó una semana después, el 20 de marzo, firmada por el general
brigadier Juan Roberto Sánchez Fragoso, jefe de la Sección Primera del Estado
Mayor de la Defensa Nacional, y es escueta: “Esta Secretaría tomó nota de sus
señalamientos y se realizan las acciones a fin de proceder conforme a derecho”.
Pero
han pasado los días, las semanas y los meses, y ni la justicia militar ni la
civil han resuelto nada…
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