Revista
Proceso
# 2092, 24 de septiembre de 2016...
El
(fa-bu-lo-so) Imperio Gay/SABINA BERMAN
El
vocero de la Arquidiócesis de México, Hugo Valdemar, declaró el lunes de la
semana pasada que en México está surgiendo un “Imperio Gay”: “Una dictadura de
los homosexuales…”.
El
anuncio llenó de algarabía a los gays del país, que no salieron a festejar al
Ángel de la Independencia, pero sí salieron en masa a la plaza cibernética
De
inmediato, uno pidió que el vocero Valdemar fuera nombrado ministro de la
Publicidad del naciente Imperio Gay. Nadie como él ha empoderado a la comunidad
LBGT tanto y tan rápido –aunque sólo sea en la fantasía.
@Manukich
se vio ambicioso e individualista: “Que nos informen cómo postular nuestra
aspiración a #EmperadorGay”, escribió.
Y
a continuación, gays y no gays empezaron a dictar por Twitter los nuevos
ordenamientos del imperio fantástico, demostrando una vez más la distintiva
falta de seriedad de los defensores de la diversidad: después de todo lo que
defienden es la libertad de cada persona para elegir su placer y sus alegrías:
su manera de vivir en el amor y en el buen humor.
“Los
miércoles el morado será obligatorio”, fue una de las primeras ordenanzas del
Imperio, según @androide. “‘Y todos me miran’ (de Gloria Trevi) será el nuevo
himno nacional”. Otra ordenanza sensata a cargo de @ElJaviGis.
“Los
tacones cambiarán de bando por decreto”. Esta maravillosa idea fue mía, y
alguien me la ilustró en un retuit con una foto de un señor en traje gris y con
tacones rojos.
(Acá
una confesión. En verdad creo que uno de los obstáculos que nos retrasan a las
mujeres cuando caminamos hacia nuestras metas es tener que hacerlo
equilibrándonos sobre zanquitos de charol: el Imperio Gay es por tanto la gran
oportunidad: mejor que los hombres caminen sobre zanquitos durante un siglo,
mientras nosotras los rebasamos en tenis.)
A
las 12:30 @LordAguilar ya estaba pensando en la investidura de poderes:
“#ImperioGay será gobernado por el Rey Freddie Mercury y la Reina Juan
Gabriel”.
“¡Indigna
la estupidez de la ultraderecha religiosa!”, irrumpió un tuit aguafiestas.
Pero
nadie lo retuiteó. La fiesta era imparable y en la lluvia de confeti mental los
simpatizantes de la diversidad habían reencontrado las que siempre han sido sus
mejores tácticas contra la intolerancia: el humor, la imaginación, la laxitud:
los ácidos corrosivos de la rigidez de los enemigos.
A
la medianoche, cuando el hashtag #ImperioGay era tendencia nacional, un tuit
llegó de Holanda: “Urgent. How can I become a citizen of #ImperioGay?”, preguntó
@CKeller. “Import Don Norbert Rivera to Holland”, respondió un mexicano
dadivoso.
A
eso de la una de la mañana ya las disquisiciones eran más complejas: “Llegó el
momento de dominar al mundo, chavas, por lo pronto que cancelen los matrimonios
heterosexuales: @_vikko. “Pena de tres años de cárcel a quienes no sepan la
coreografía de ‘Born this Way’”: @NicolasKraken.
“En
el #ImperioGay yo quiero estar en alguna célula guerrillera anarco-queer como
parte de la resistencia”: @refresco_; “Esto del #ImperioGay se va a poner
FA-BU-LO-SO. Ya pueden empezar por hablarnos de usted”: @alejullotol.
Fue
a la 1:30 de México cuando llegó un tuit de España, donde la mañana del martes
ya se había instalado: editorial Siruela anunciaba la reedición en español de
Nostalgia del Absoluto, de George Steiner.
Suspiré:
no sólo el vocero de la Arquidiócesis, también el azar se coludía en pro de la
diversidad.
En
Nostalgia…, escrito a finales del siglo XX, George Steiner narra el declive de
la idea religiosa del mundo y el desafortunado golpe al poder de unas
entelequias híbridas entre religión y ciencia, las ideologías políticas. El
fascismo, el comunismo, el capitalismo salvaje.
Pero
Steiner vaticina para nuestro siglo XXI algo mejor que la religión y que las
ideologías. El probable ascenso de las ciencias naturales al centro rector de
la moral humana.
Las
ciencias naturales que describen la vida tal y como sucede en este planeta en
el que misteriosamente hemos nacido: la vida que eternamente está
diversificándose, entretenida en millones de especies que conviven, donde –a
decir del padre de la biología, Charles Darwin– los hábitats felices están
determinados por tres características. La abundancia de recursos, la ausencia
de violencia, la exuberante diversidad de las formas de existir.
No
el Imperio Gay, la gran fiesta de la vida sería el Imperio de la Biología.
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