21 may 2017

“Quedarme callado sería ser cómplice” Javier Valdez

“Hay que tener mucho cuidado. Son tiempos en los que la valentía puede estorbarte, la valentía te puede llevar a la muerte. Entonces, sí, hay que ser valientes, hay que ir más allá, criticar, cuestionar, investigar. No perder esa esencia. Yo insisto mucho: si pierdes esa esencia, te mueres.”
Revista Proceso/Riodoce # 2116, a 21 de mayo de 2017
“Quedarme callado sería ser cómplice”/* Entrevista inédita de John Gibler con Javier Valdez para Rewind de Al Jazeera English.
En la última entrevista de Javier Valdez Cárdenas, que concedió a la cadena Al Jazeera, el reportero y escritor retoma los temas sustantivos que abordó durante años. Habló de la vulnerabilidad de los periodistas, inversamente proporcional al crecimiento de la violencia criminal, y lanzó la advertencia: “Hay que hacer malabares para seguir vivos y escribir y no quedarte callado ni quedarte en la versión mediocre de lo que está pasando, reproduciendo el discurso de los poderosos, sino ir más allá, criticar, cuestionar, investigar”. Aquí se reproduce una parte sustancial de la entrevista, que Ríodoce comparte con Proceso para su publicación de manera simultánea.

John Gibler: ¿Qué ha pasado en Culiacán en los últimos cinco años?
JV: Esa etapa de 2011, 2012, fue de las más fuertes por la ruptura dentro del Cártel de Sinaloa: de un lado entre los Beltrán Leyva y Joaquín Guzmán, El Chapo, e Ismael Zambada. Estamos hablando de un promedio de 2 mil, 2 mil 200 asesinatos al año… Niveles históricos nunca alcanzados en Sinaloa.

“Después de que se apaciguó esa guerra y se trasladó a otras regiones, seguimos padeciendo una suerte de paz narca, en la que el narco tiene un monopolio del crimen. El narco decide a quién se mata, cómo se va a matar; y, si se va a matar, cuándo, si hay robo de vehículos. El narco se consolidó como una estructura cercana a la gente en las colonias, en los barrios, en las comunidades… es la policía, efectiva, activa, omnipresente. La que castiga, asesina, tortura a los violadores, a los asaltantes, a la gente que opera sin el permiso de ellos.
“Estamos hablando de una organización criminal que se fortaleció mucho con Joaquín Guzmán Loera al frente. Zambada con un perfil bajo, pero también muy poderoso. Y que no ha sido trastocada a pesar de tantas detenciones y la extradición reciente de Joaquín Guzmán. No se ha trastocado. El narco sigue en la calle…
“Ahora estamos viviendo una nueva pugna de esta organización criminal. Estamos en 2017, prácticamente seis años después de aquella vez que nos vimos, y estamos viendo un recrudecimiento de la violencia.
“Decía hace un momento que del domingo a hoy lunes tenemos 12 asesinatos, dos de ellos en el penal de Mazatlán y el resto, la mayoría, en Culiacán.
“Lamentablemente los ciudadanos estamos en medio de operativos tontos, torpes del gobierno y de un narco beligerante, guerrerista, con una tendencia muy, muy violenta de parte de la familia de Guzmán, incluyendo los hijos, por supuesto, y a Aureliano Guzmán.”
JG: La estrategia principal de una mal llamada “guerra contra las drogas” tanto de Estados Unidos como de México ha sido “descabezar”, ir contra “los más buscados” de México, de Colombia, de Estados Unidos. Ahora los tienen. ¿Cuál ha sido el impacto en Culiacán de esa estrategia de “descabezar” a los llamados cárteles?
JV: Fíjate que yo veo un impacto sentimental. De buenas a primeras escuché gente que no tiene nada que ver con el narco, echándole de la madre a Peña Nieto porque no se identifican con Peña Nieto, se identifican con El Chapo…Y culpan al gobierno de esto.
“Pero, que yo te diga y que la realidad nos diga que el narco se retrae, que deja de operar, que hay pérdidas, que la estructura organizativa se vino abajo, se resquebrajó y eso tuvo un impacto en las finanzas, en el lavado de dinero, etcétera… es mentira.
“Es un fracaso, por supuesto, decapitar a las organizaciones criminales. Por eso es crimen organizado, porque hay alguien dentro del Estado mexicano, alguien dentro del aparato gubernamental que opera para ellos, porque está la policía como parte de esta estructura criminal, porque está el sicariato, están los operadores financieros, los grandes empresarios, por cierto a quien nadie molesta. Y por supuesto el ala criminal, los capos en la oscuridad, entre comillas, siendo buscados por el gobierno para no encontrarlos. Entonces el narco sigue ahí…
“El narco está ahí. Es parte de nuestra vida cotidiana, nos está siempre amenazando, salpicando, inundando, enfermando, contaminando cotidianamente. Yo creo que eso es lo más grave, el peor saldo son esas drogas, esa violencia, ese miedo con el que uno vive.
“Yo creo que si vives con miedo, si no hay tranquilidad, si no tienes libertad, no tienes paz, certidumbre, no es vida. Y esta es la vida que nos están generando ellos.”
El dolor se multiplica
JG: ¿Y cómo ha impactado en la vida de los reporteros en Culiacán?
JV: Bueno, aquí prácticamente no hay investigación sobre el narcotráfico. Aquí seguimos lamentablemente dando una cobertura mediocre, contando muertos. Yo creo que en los barrios, en las colonias, en la muerte de un deportista o de alguien que ejerce cierto liderazgo, cierto carisma, que tiene un trabajo honesto en la colonia, en el barrio, en la calle, le hacen daño y nosotros no estamos contando cómo se multiplica ese dolor.
“Tenemos medios como Ríodoce, del que yo formo parte, con mucho orgullo. Algunos reporteros de otros medios hacen de repente trabajos interesantes. Pero creo que nos ha faltado mucho al respecto.
“Es evidente que podemos meternos en problemas si hacemos un periodismo de fondo respecto al narco. Pero podemos contar estas historias de cómo se está pudriendo nuestra vida sin tener que involucrar al narco. Historias en las que la gente sea protagonista, no los grandes criminales. Porque nosotros estamos en un ambiente cuya superestructura está determinada por el narcotráfico. Un ambiente contaminado, determinado, influenciado por el narcotráfico. Entonces, si nosotros como ciudadanos somos protagonistas de estas historias de la calle, de la banqueta, del bar, de la cantina, del trabajo, de la escuela, podemos avanzar mucho para que se entienda que el fenómeno del narco es una forma de vida, no un fenómeno policiaco.
“Nos hemos olvidado de la calle, de mover el culo, de gastar las suelas. Yo creo que ahí está el gran reto de nosotros.”
JG: ¿Y cómo le ha ido a Ríodoce en esos últimos años?
JV: Nosotros, por el solo hecho de estar, ya es ganancia. Nosotros somos un proyecto exitoso. No tenemos más dinero. No nos hemos enriquecido como dueños de un medio de comunicación alternativo. De alguna manera yo siento que no hemos dejado de ser un medio marginal. Sin embargo, llegamos a más sectores, incluyendo sectores políticos, clase media, burocracia, universitarios, porque es un medio que mantiene una postura crítica.
“Entra un gobierno como el de Quirino y Ríodoce sigue haciendo su trabajo. O sea, no está esperando negociar con la autoridad, ver cómo nos entendemos con ellos, si van a meter publicidad al periódico para en función de eso definir el periodismo. No. Nosotros seguimos haciendo periodismo, haciendo nuestro trabajo. Llegue quien llegue, se vaya quien se vaya, pase lo que pase. Tenemos cerca de 740 números publicados, más o menos. Es el mismo número de semanas que han pasado de 2003 a la fecha. No le debemos dinero a nadie. Tenemos una planta de reporteros muy buena. No son bien pagados, pero no son mal pagados.
“Dos reuniones por semana. Por lo menos una reunión de los directivos y otra con reporteros. Se debate, se discute; todos participan. Es una redacción viva. Yo siento que muchas redacciones de los medios parecen hospitales, o panteones, ¿no? Nosotros tenemos una redacción viva. De mucha, mucha confianza, que se ha destacado por un trabajo profesional, ético, honesto. Entonces, Ríodoce creo que en este aspecto se ha fortalecido… Sobrevivir es nuestro gran éxito. No porque, repito, tengamos ahora muchas oficinas y tengamos más periódicos y más personal. No. Sólo por el hecho de que estamos aquí haciendo periodismo, eso, para nosotros, es un gran logro.”
JG: ¿Y a ti, personalmente, cómo te ha ido?
JV: Bueno, yo me he sentido muy bien porque Ríodoce me ha permitido hacer trabajos inquietantes, por decirlo de alguna manera, diferentes respecto al narcotráfico. Tengo una columna. Entonces, acaba de publicarse una segunda edición de mi libro Malayerba que prologó Monsiváis. Es un libro que ahora se editó en España y lo importan a México. Acaba de salir mi primera traducción al inglés del libro Levantones que salió hace casi seis años. The Taken se llama, publicado por la Universidad de Oklahoma, prologado y con una introducción de Everard Meade, que es doctor en historia, un académico fabuloso, extraordinario.
“Y bueno, yo llevo ocho libros. Personalmente me cuesta mucho trabajo acostumbrarme al desinterés de los periodistas. Creo que a los periodistas sinaloenses, y en general a los periodistas del país, les valen madre los periodistas. No les importan las historias de periodistas, del exilio de periodistas, de periodistas desaparecidos, asesinados. De medios amenazados, coartados, destruidos. De compañeros silenciados, perseguidos.
“Entonces, sigo haciendo periodismo. Es lo que me toca. Me daría mucha vergüenza que me dijeran a los años, ‘¿por qué te quedaste callado si estaba pasando tanta injusticia, tanta corrupción, e impunidad?’.
“Entonces, personalmente, creo que al periodismo valiente como el que hacen Ríodoce, Proceso, Zeta, otros medios, los freelancers, por ejemplo, a ese periodismo valiente le hace falta ciudadanía. No hay ciudadanía que acompañe este periodismo. Y cuando griten en los mítines ‘¡No están solos!’. O cuando gritamos nosotros ‘¡No están solos!’, en realidad, de verdad, estamos diciendo que no lo estamos o que no lo están. Yo creo que estamos dejando solos a esos periodistas. Y a los activistas valientes. A los luchadores por la defensa de los derechos humanos. Mujeres rastreadoras que buscan los restos de seres humanos. Los dejamos solos. Eso me parece gravísimo porque es un campo fértil para la muerte, para la impunidad, para la corrupción.”
Herencia funesta
JG: ¿Qué ha pasado con el caso de la madre buscando a su hijo que estabas investigando hace cinco años, cuando venimos la primera vez a filmarles para Al Jazeera?
JV: Ese caso es el de Eloísa Pérez Cifrián. No hay nada absolutamente. Ella sigue buscando a su hijo. Esperándolo. Ella cree que ese cadáver que querían obligarla, que la estaban presionando para que aceptara que era de su hijo, ella cree que no es su hijo… Ahora son muchos más los desaparecidos, los asesinados que no encuentran justicia, que no encuentran los cadáveres, los restos. Ese caso sigue impune, y lo que es peor: en el olvido.
JG: ¿Ha habido un cambio en las tácticas de violencia relacionado al crimen organizado? ¿Hay más desaparecidos que asesinados, mutilados?
JV: La tendencia se mantiene. En el gobierno de Mario López Valdez, que apenas terminó el último día de diciembre, fueron 2 mil 200 desaparecidos. Algunos hablan de que fueron 2 mil 400. Son datos oficiales.
“Sólo en enero hubo cincuenta y tantos desaparecidos en Sinaloa. Entonces, creo que es una idea del gobierno y los narcos para que se diga que no hay tantos homicidios. Pero hay muchos homicidios. El gobierno de Mario López Valdez terminó con 7 mil 600 asesinatos. Muchos más que su antecesor, Aguilar Padilla. Sí se ha mantenido mucho la desaparición de personas, muchísimo. Y de acuerdo con el grupo de la rastreadoras que trabajan en Ahome y El Fuerte –esas mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos–, en el 90% de los casos de desaparecidos está la policía, un agente de la policía por lo menos.
“O sea, la tortura, la mutilación de cadáveres, de colgarlos desde un puente, desnudarlos, ése era el mensaje, el mensaje del terror. Ahora nos faltan cadáveres, pero nos sobra muerte.”
JG: ¿Ahora hay más desaparecidos que antes?
JV: Sí, yo creo que sí. Aumentó mucho. Son los que se denuncian, los casos que yo menciono. Pero hay muchísimos casos, es muchísima la gente que tiene familiares desaparecidos y no lo denuncia nunca. ¿Por qué? Porque no confían en el gobierno, saben que el gobierno y los narcos son lo mismo, que la policía inmediatamente va a avisar a los narcotraficantes.
JG: Hace años me dijiste que no publicas algo como el 90% de la información que tienes, que constantemente tienes que administrar la información. ¿Cómo es eso?
JV: Sí, me acuerdo de lo que dices. Nosotros seguimos administrando la información para bajarle a los riesgos. Tenemos una ventaja. Estamos bajo un solo régimen criminal que es el del Cártel de Sinaloa. No estamos en medio de dos o tres organizaciones como la gente de Tamaulipas o Veracruz, Guerrero o Michoacán. Y hasta más organizaciones, no solamente dos o tres.
“Tenemos esa ventaja, entre comillas. Hay cierto margen. Hay una dulce amenaza siempre que está ahí latente. Entonces sí, mucho de lo que nosotros sabemos y tenemos confirmado no lo podemos publicar.
“Yo ahora, a la distancia, digo que en un tiempo la autocensura era como una forma de control político de parte del gobierno, del poder económico. La autocensura como un sometimiento al statu quo. Y yo creo que ahora la autocensura frente al narco y la criminalidad del gobierno y la delincuencia organizada es una forma de resistencia, de sobrevivir, de esquivar las balas.
“Nosotros ahora, a casi 14 años que estamos cumpliendo en Ríodoce, nos hemos especializado también en eso, la cobertura del narco, pero también en no quedarnos callados y no publicar nada. Publicar lo posible, lo que nos permite seguir escribiendo. Pero no conformarnos con contar los muertos, los doce de esta semana o los quince de la semana pasada, sino ir más allá, excavar un poco.
“Hay que tener mucho cuidado. Son tiempos en los que la valentía puede estorbarte, la valentía te puede llevar a la muerte. Entonces, sí, hay que ser valientes, hay que ir más allá, criticar, cuestionar, investigar. No perder esa esencia. Yo insisto mucho: si pierdes esa esencia, te mueres.”

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