El papa
Francisco elogió a los católicos de Libia que permanecen en el país a pesar del
conflicto en curso. Lo hizo en ocasión de la audiencia concedida a la
conferencia episcopal del África del Norte (Cerna), en visita “ad limina
apostolorum” en estos días en el Vaticano.
Como acostumbra el Pontífice
argentino entregó a los religiosos de Libia, Marruecos, Túnez y Argelia un
discurso en el que expresó aprecio por el hecho de que diferentes santuarios
cristianos han sido restaurados en Argelia. Bergoglio también subrayó la
«alegría» que representa la «acogida de nuevos discípulos» y animó a los
cristianos a apoyar a los migrantes que parten de África a Europa.
«Quisiera
saludar, en particular, la valentía, la fe y la perseveranza de los obispos de
Libia, así como a los sacerdotes, las personas consagradas y los laicos
permanecen en el país a pesar de los diferentes peligros. Son auténticos
testimonios del Evangelio.
Les agradezco vivamente y los animo a todos a que
prosigan con los esfuerzos para contribuir a la paz y a la reconciliación en
toda la región», escribió el Papa en el discurso entregado a los obispos.
Estaba presente, entre otros, el vicario apostólico de Bengasi, mons. Sylvester
Carmel Magro. No pudo asistir, en cambio, el vicario apostólico de Trípoli,
mons. Giovanni Innocenzo Martinelli, que había anunciado en algunas entrevistas
su intención de permanecer en Libia a pesar de las dificultades.
Participaron
como parte de la delegación los obispos de Argelia (Claude Rault, de Laghouat,
Ghaleb Moussa Abdalla Bader, de Argel, y Paul desfarges, de Constantine), de
Marruecos (el obispo Vincent Landerl, de Rabat, y el obispo de Tánger, Santiago
Argelo Martínez) y el arzobispo de Túnez Ilario Antoniazzi.(con información de Vatica Insider)
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Misionera
en Siria: 'Los cristianos aquí son un testimonio edificante y un desafío'
Entrevista
con la Hna. María de Guadalupe, SSVM, sobre la guerra que está viviendo el
país. Mueren cristianos todos los días y el Estado Islámico está muy lejos de
ser derrotado. Solo un milagro podrá terminar con los enfrentamientos
Madrid,
02 de marzo de 2015 (Zenit.org) Iván de Vargas |
La
crisis de Siria está considerada como una de las más graves de las últimas dos
décadas. Millones de personas han huido de sus hogares y más de 210 mil han
perdido la vida.
En
esta entrevista con ZENIT, la hermana María de Guadalupe Rodrigo, SSVM,
comparte las experiencias vividas en este país: "No sabía lo que era la
guerra… Uno no puede imaginar su alcance hasta que lo vive. Es el flagelo más
horroroso que pueda sufrir un pueblo".
Ella
admiraba a las hermanas de su Instituto que se ofrecían para ir a lugares en
donde existían situaciones bélicas. Ahora se encuentra en Alepo, viviendo en
medio de un conflicto desde hace cuatro años "sin haber siquiera dudado en
quedarme". Y añade: "Vivir el día a día junto a estos cristianos es
un enorme privilegio. ¡Entre ellos hay mártires y confesores de la fe!".
Para
la religiosa, de 41 años, las dimensiones de esta guerra "hacen pensar que
solo un milagro podría detenerla". Pero si hay algo que ha aprendido en
estas tierras sirias es que "los milagros son más corrientes de lo que uno
cree".
Por
este motivo, esta misionera de la Familia Religiosa del Verbo Encarnado pide:
"¡No dejemos de rezar por la paz!"
Además,
considera que para encontrar una solución a la situación actual "se debe
detener inmediatamente el apoyo y la financiación de los grupos
terroristas", como lo expresó enérgicamente el papa Francisco y lo repitió
el Consejo de Patriarcas de Oriente.
***
¿Cuál
es la situación actual en Siria?
--
Hna. María de Guadalupe: Aunque por épocas Siria deja de aparecer en los
titulares la situación es esencialmente la misma. Continúan los
enfrentamientos, mueren cristianos todos los días y el Estado Islámico está muy
lejos de ser derrotado. Pero la gente ha aprendido a convivir con este
sufrimiento diario. Un par de jóvenes universitarias que están cursando --como
pueden-- su cuarto año de medicina me decían: “Hemos aceptado que en estas
circunstancias concretas tenemos que intentar terminar los estudios. Y estamos
felices de poder hacerlo”.
--
Hna. María de Guadalupe: En los años que llevaba de misionera en Medio Oriente
creía haber llegado a conocer el dolor humano en sus manifestaciones más
crudas. Pero aún no sabía lo que era la guerra… Y es que uno no puede imaginar
su alcance hasta que lo vive. La muerte violenta de seres queridos; el
cotidiano riesgo de muerte; el desarraigo de perder casa, trabajo y futuro; el
miedo, el hambre, el frío y la sed… y todo sumado a una larga agonía de años,
hacen de la guerra el flagelo más horroroso que pueda sufrir un pueblo. ¡Y
justamente es esto lo que me anima a seguir! ¿Puede haber mejor ocasión para
vivir en plenitud nuestra vocación de servicio y de entrega?
--
Hna. María de Guadalupe: Si a aptitudes naturales se refiere, al menos en lo
personal, creo que no. Mi salud es débil y he sido siempre muy miedosa. Cuando
me dicen: “hermana, ¿cómo hace para estar allí?”, vuelvo a sorprenderme:
“¡Cierto! ¿Cómo hago para estar aquí?”. Recuerdo que admiraba a las misioneras
de nuestro Instituto que se ofrecían para ir a lugares en guerra. “¡Qué coraje!
--pensaba-- Yo no podría…”. Y resulta que me encuentro viviendo en medio de la
guerra desde hace cuatro años sin haber siquiera dudado en quedarme. Yo creo
que es la gracia de Dios, y que nos viene dada también en mérito a los tantos
que nos sostienen con sus oraciones.
--
Hna. María de Guadalupe: El obispo de Siria para los latinos pidió en el año
2008 a nuestra Familia Religiosa del Verbo Encarnado una comunidad de
sacerdotes y otra de hermanas para la atención pastoral de la Catedral de Alepo
y la dirección de una residencia para jóvenes universitarias pobres. Desatada
la guerra, el apostolado tomó obviamente otras dimensiones. Las actividades se
siguen realizando en la medida en que lo permite la situación caótica que vive
la ciudad. Pero en realidad lo más importante es “estar”. Acompañar, alentar, a
veces tan solo escuchar llorar y contar de nuevo la misma historia. Nuestra
presencia logra ser una prueba más de esperanza.
--
Hna. María de Guadalupe: Han llegado a ver con los ojos de la fe. De ahí la
sabiduría que tienen para comprender y aceptar el dolor. No culpan a Dios, muy
por el contrario, al perderlo todo se han aferrado más a Él. Un anciano me
decía: “Necesitábamos esta gran prueba. Nuestro cristianismo estaba demasiado
‘distraído’ con las cosas del mundo”. La fe les hace descubrir que Dios sabe
sacar bienes de los males. Es esto lo que lleva a una joven que por causa de la
guerra se acercó a Dios y a la vida parroquial a decir: “No van a creerme
¡estos años han sido los más felices de mi vida!”.
¿Qué
es lo que más le ha marcado en todo este tiempo?
--
Hna. María de Guadalupe: Puede parecer un disparate… pero compartiendo la vida
con esta gente que está sufriendo atrozmente lo que más me ha marcado es su
alegría. ¡Uno los ve sonreír más que antes! Y festejar que llegó la luz
(durante una o dos horas diarias) o que han podido bañarse (el agua llega cada
ocho días), agradeciendo cada pequeño don de Dios. Así viven ellos y eso
contagia. El contacto tan cercano con la muerte hace que la vida tome otro
sentido y se viva plenamente. No hay tiempo que perder, este puede ser mi
último día, ¿cómo quiero vivirlo? No es la alegría superficial y vana, sino
aquella casi infinita de quien ya tiene los ojos puestos en el Cielo.
Estos
cristianos ofrecen al mundo un testimonio de coherencia y fidelidad, ¿verdad?
--
Hna. María de Guadalupe: Seguro, es un testimonio edificante y a la vez un
desafío. ¿Quién no se siente atraído a darlo todo por Jesucristo? Por eso
siempre decimos que como misioneros es más lo que recibimos de este pueblo que
lo que damos. Vivir el día a día junto a estos cristianos es un enorme
privilegio. ¡De entre ellos hay mártires y confesores de la fe!
¿Cuál
es la causa del conflicto y de la violencia en Siria?
--
Hna. María de Guadalupe: El conflicto es muy complejo. Intervienen muchos y
diversos intereses políticos y económicos, pero todos ellos ciertamente ajenos
al bien del pueblo. Como dice el Santo Padre, siempre queda la duda: “Esta
guerra de allá, esta otra de allí --porque por todos lados hay guerras-- ¿es de
verdad una guerra por problemas o es una guerra comercial para vender estas
armas en el comercio ilegal?”.
¿Se
esperaba la irrupción del autoproclamado Estado Islámico?
--
Hna. María de Guadalupe: Si había algo que no se esperaba en Siria era que se
desatase una guerra. Tal era el ambiente de tranquilidad y pacífica convivencia
que se vivía entre cristianos y musulmanes. Pero una vez que estos grupos
extremistas irrumpieron en el país, era de esperar la entrada del Estado
Islámico.
¿Cree
que es posible encontrar una solución a la crisis que atraviesa el país?
--
Hna. María de Guadalupe: Creo que para llegar a una solución se debe detener
inmediatamente el apoyo y la financiación de los grupos terroristas, como lo
expresó enérgicamente el papa Francisco y lo repitió el Consejo de Patriarcas
de Oriente.
¿Qué
papel puede jugar la comunidad internacional?
--
Hna. María de Guadalupe: El Papa ha pedido que se trate el tema en el seno de
la ONU, para encontrar el mejor modo de detener a este agresor injusto que es
el Estado Islámico. Creo que deberían tomarse decisiones realmente eficaces
basadas en la verdad y en la dignidad del ser humano y no en intereses
particulares.
¿Qué
mensaje le gustaría trasladar a la opinión pública?
--
Hna. María de Guadalupe, SSVM: Las dimensiones de esta guerra hacen pensar que
solo un milagro podría detenerla. Pero si hay algo que hemos aprendido viviendo
en Siria es que los milagros son más corrientes de lo que uno cree. ¡No dejemos
de rezar por la paz! Roguemos incansablemente a Dios Nuestro Señor, el único
que puede doblegar y convertir los corazones.
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