Infalibles, como el papa /Rafael Cardona
La Crónica de
hoy, 9 de marzo de 2016-03-09
La
señora Miranda ha pisado un callo muy gordo. Al parecer no sabe lo arriesgado
de criticar a cualquiera de estos profesionales de lo “políticamente correcto”.
Quizá
sea una expresión del arraigado colonialismo nacional o como dice nuestro
himno, “mexhincados al grito de guerra”, pero de un tiempo a esta parte hemos
supuesto infalible todo cuanto nos venga del extranjero. Sólo nos falta
declararnos admiradores de Donald Trump.
Por
eso es importante analizar el diferendo entre la señora Isabel Miranda y el
relator especial de la ONU contra la Tortura, Juan Méndez, quien quizá como
aportación al Día Internacional de la Mujer, le pidió a la doña el favor de no
decir estupideces.
El
diferendo se expresó en entrevistas difundidas por Radio Fórmula cuyo portal lo
consigna de esta manera:
“La
presidenta de Alto al Secuestro, Isabel Miranda de Wallace, reveló que el
relator Especial sobre la Tortura y Tratos Crueles de Naciones Unidas (ONU),
Juan Méndez, le facilita las cosas a una red de corrupción que usa los derechos
humanos para liberar criminales”.
“Asimismo,
en entrevista para el programa Ciro Gómez Leyva por la mañana, aseguró que Juan
Méndez hace unas recomendaciones de forma banal y sin metodología.
“Mientras
que otros sujetos como José Antonio Guevara, director de la Comisión Mexicana
de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, obtienen recomendaciones,
liberan criminales y hasta les consiguen dinero a través de la Comisión de
Ejecutiva de Atención a Víctimas”.
“Estamos
amolados Ciro (le dijo al conductor Gómez Leyva); no podemos tener esta clase
de derechos humanos donde solo defienden a procesados y las víctimas se quedan
con un violín en la mano, estos señores y estas organizaciones, yo los exhorto
que si quieren tener una noble causa, defiendan a víctimas del delito”.
“Juan
Méndez no recibe el dinero, quienes los reciben son las organizaciones que
tramitan; sin embargo, Juan Méndez les facilita el trabajo a todas estas
organizaciones, —Juan Méndez le facilita el trabajo a una red de corrupción que
se sirve de la tortura para hacer dinero—, es que así lo están haciendo como
negocio”.
“En
el caso Alfonso Martín del Campo, hoy quieren pedir cinco millones de
reparación de daño”.
“Sobre
el informa de Juan Méndez, Miranda de Wallace, lamentó que él basó su informe
sobre la tortura luego de visitar solo cuatro estados de la República mexicana,
haciendo entrevistas en algunos penales de dichas entidades.
Lo
anterior, dijo, “no nos refleja verdaderamente la realidad de lo que estamos
viviendo”; el informe del relator Méndez “hace aparentar que todos los
procesados y todos los imputados son torturados, y lo están utilizando como una
forma de evadir su responsabilidad”.
“El
señor Juan Méndez se ha tomado el atrevimiento de pasar por nuestro país
emitiendo recomendación de tortura sobre unos militares, y pidiendo su
libertad”, puntualizó.
La
señora Miranda ha pisado un callo muy gordo. Al parecer no sabe lo arriesgado
de criticar a cualquiera de estos profesionales de lo “políticamente correcto”,
quienes amparados por el más grande de los membretes del planeta; la
Organización de las Naciones Unidas han logrado un prestigio internacional
desmesurado, como sucede con los empleados y contratados por otros organismos
internacionales, como por ejemplo la Comisión Interamericana de los Derechos
Humanos.
Ellos,
digan cuanto digan, así sea una encuadernación oportuna de informes ajenos
adobados con el nuevo lenguaje de la neo democracia global, son como el Papa de
Roma: infalibles. Nadie tiene derecho de analizar sus análisis, ni hurgar en
sus investigaciones refritas , ni mucho menos dudar de la veracidad de su
palabra.
No
es palabra de Dios (hace mucho el supremo hacedor no nos habla), es verbo de
las Naciones Unidas. Y con eso debería ser suficiente para acatar sus
designios, obedecer sus consejos y de paso dejarse gobernar por ellos.
Al
menos esa es su aspiración.
Por
eso Juán Méndez responde con esta sobrada altivez:
“De
ningún modo hablaré de las declaraciones de Isabel Miranda de Wallace, la
señora puede decir lo que quiera y el señor Gómez Leyva puede darle micrófono a
cualquier idiotez, pero yo no me rebajo a ese nivel de debate (¡Ay!, tú, María
Cantú, decían los niños en Monterrey)”.
Pues
ni hablar, Juan Méndez además de exhibido, se declara discípulo de José Alfredo
Jiménez y canta mohíno:
“…
me sentí superior a cualquiera…”
Y
ella le contesta con un bolero maravilloso:
“…
hoy resulta que no soy de la estatura de tu vida…”
rafael.cardona.sandoval@gmail.com
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