Presunto líder de las FARC labora en Conacyt
Reporte de inteligencia lo identifica como Mario Dagoberto Díaz Orgaz
Nurit Martínezy Juan José Arreola
El Universal, Lunes 10 de marzo de 2008
Mario Dagoberto Díaz Orgaz, a quien llaman Dagoberto, ha sido identificado por el gobierno federal como el presunto dirigente del Núcleo Mexicano de Apoyo a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en México y operador financiero de esa organización en nuestro país, según un reporte de inteligencia.
Este hombre es a quien el 5 de marzo a las 18:25 horas se ubicó merodeando el hospital militar donde está internada Lucía Andrea Morett Álvarez, revelaron servicios de inteligencia del gobierno mexicano.
Ante el señalamiento, Dagoberto Díaz Orgaz se sorprendió al saber que figura entre los mexicanos sobrevivientes al ataque del Ejército colombiano en la frontera con Ecuador, hace más de una semana.
El investigador del Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial (Cidesi) de Conacyt, en Querétaro, rechaza tales versiones. “No conozco Ecuador”, argumentó.
En entrevista con EL UNIVERSAL en la ciudad de Querétaro, Díaz Orgaz desmiente que en alguna ocasión hubiera visitado Ecuador, pese a que la ficha del servicio de inteligencia —con copia de su fotografía de pasaporte y que coincide con la que exhibe el Cidesi como responsable de la Gerencia de Metrología Dimensional— señala que al menos ha hecho dos viajes a ese país, el primero en 2007 y el segundo, ahora, en 2008.
Respecto a los hechos en Ecuador, comentó no saber mucho del tema e indicó que establecería contacto con las autoridades para determinar qué procedía si sus datos personales hayan sido utilizados por otra persona.
De acuerdo con información de este diario, Dagoberto fue ubicado por servicios de inteligencia de México en Quito, Ecuador, luego de sobrevivir al ataque militar colombiano al campamento de las FARC donde hasta ahora se ha señalado que murieron otros tres connacionales.
Como señaló el vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, estos universitarios viajaron con el fin de entrenarse con las FARC en la selva ecuatoriana limítrofe con Colombia.
Según la ficha de inteligencia, Dagoberto Díaz Orgaz —que nació 15 de enero de 1960— está presuntamente vinculado con “movimientos disruptivos y antisistémicos” como los frentes Popular Revolucionario y Popular Francisco Villa Independiente, el Bloque de Fuerzas Proletarias, el Movimiento Bolivariano de los Pueblos en México y el Partido Comunista de México Marxista Leninista, entre otros.
A Dagoberto se le tienen identificadas cinco cuentas bancarias con saldos promedios de 800 mil pesos mensuales en los últimos dos años, y en 2007 recibió por una transferencia 20 mil dólares desde Panamá.
Es originario de Cuba, naturalizado mexicano en 2003, estudió Ingeniería Mecánica en el Instituto Politécnico Vladimir, en Rusia, y cursos de especialización en Cuba.
En el Cidesi tiene el nivel B de investigación en Metrología. Este centro tiene como fin promover y apoyar la modernización tecnológica del sector productivo a través de la investigación aplicada, el desarrollo experimental y la formación de personal.
Según el reporte de inteligencia del gobierno federal, en 2004, cuando viajó a México una delegación de venezolanos miembros de las FARC-EP se entrevistaron con Dagoberto como responsable de la parte financiera de esa guerrilla en México. Al año siguiente, el 28 de mayo, Dagoberto Díaz Orgaz participó de forma activa en la organización del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en agosto, en Caracas, Venezuela.
Estos festivales se organizan desde 1947 y se orientan al debate político de izquierda; después se vincularon a organizaciones que se han declarado movimientos antiimperialistas y pacifistas, refiere la página en internet de estas reuniones.
Reporte de inteligencia lo identifica como Mario Dagoberto Díaz Orgaz
Nurit Martínezy Juan José Arreola
El Universal, Lunes 10 de marzo de 2008
Mario Dagoberto Díaz Orgaz, a quien llaman Dagoberto, ha sido identificado por el gobierno federal como el presunto dirigente del Núcleo Mexicano de Apoyo a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en México y operador financiero de esa organización en nuestro país, según un reporte de inteligencia.
Este hombre es a quien el 5 de marzo a las 18:25 horas se ubicó merodeando el hospital militar donde está internada Lucía Andrea Morett Álvarez, revelaron servicios de inteligencia del gobierno mexicano.
Ante el señalamiento, Dagoberto Díaz Orgaz se sorprendió al saber que figura entre los mexicanos sobrevivientes al ataque del Ejército colombiano en la frontera con Ecuador, hace más de una semana.
El investigador del Centro de Ingeniería y Desarrollo Industrial (Cidesi) de Conacyt, en Querétaro, rechaza tales versiones. “No conozco Ecuador”, argumentó.
En entrevista con EL UNIVERSAL en la ciudad de Querétaro, Díaz Orgaz desmiente que en alguna ocasión hubiera visitado Ecuador, pese a que la ficha del servicio de inteligencia —con copia de su fotografía de pasaporte y que coincide con la que exhibe el Cidesi como responsable de la Gerencia de Metrología Dimensional— señala que al menos ha hecho dos viajes a ese país, el primero en 2007 y el segundo, ahora, en 2008.
Respecto a los hechos en Ecuador, comentó no saber mucho del tema e indicó que establecería contacto con las autoridades para determinar qué procedía si sus datos personales hayan sido utilizados por otra persona.
De acuerdo con información de este diario, Dagoberto fue ubicado por servicios de inteligencia de México en Quito, Ecuador, luego de sobrevivir al ataque militar colombiano al campamento de las FARC donde hasta ahora se ha señalado que murieron otros tres connacionales.
Como señaló el vicepresidente de Colombia, Francisco Santos, estos universitarios viajaron con el fin de entrenarse con las FARC en la selva ecuatoriana limítrofe con Colombia.
Según la ficha de inteligencia, Dagoberto Díaz Orgaz —que nació 15 de enero de 1960— está presuntamente vinculado con “movimientos disruptivos y antisistémicos” como los frentes Popular Revolucionario y Popular Francisco Villa Independiente, el Bloque de Fuerzas Proletarias, el Movimiento Bolivariano de los Pueblos en México y el Partido Comunista de México Marxista Leninista, entre otros.
A Dagoberto se le tienen identificadas cinco cuentas bancarias con saldos promedios de 800 mil pesos mensuales en los últimos dos años, y en 2007 recibió por una transferencia 20 mil dólares desde Panamá.
Es originario de Cuba, naturalizado mexicano en 2003, estudió Ingeniería Mecánica en el Instituto Politécnico Vladimir, en Rusia, y cursos de especialización en Cuba.
En el Cidesi tiene el nivel B de investigación en Metrología. Este centro tiene como fin promover y apoyar la modernización tecnológica del sector productivo a través de la investigación aplicada, el desarrollo experimental y la formación de personal.
Según el reporte de inteligencia del gobierno federal, en 2004, cuando viajó a México una delegación de venezolanos miembros de las FARC-EP se entrevistaron con Dagoberto como responsable de la parte financiera de esa guerrilla en México. Al año siguiente, el 28 de mayo, Dagoberto Díaz Orgaz participó de forma activa en la organización del Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en agosto, en Caracas, Venezuela.
Estos festivales se organizan desde 1947 y se orientan al debate político de izquierda; después se vincularon a organizaciones que se han declarado movimientos antiimperialistas y pacifistas, refiere la página en internet de estas reuniones.
Preocupa en Filosofía destino de desaparecidos
Nurit Martínez, reportera.
El Universal, Lunes 10 de marzo de 2008;
Nurit Martínez, reportera.
El Universal, Lunes 10 de marzo de 2008;
Entre los estudiantes simpatizantes de los colectivos localizados en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) “hay preocupación” porque entre siete y 10 jóvenes de la cátedra Simón Bolívar “no han aparecido”.
Sin embargo, al insistirles sobre las identidades de quiénes podrían haber viajado a Colombia junto con Lucía Andrea Morett, y que son integrantes de dicha cátedra —señalados como simpatizante de las FARC—, dicen que al menos tres de los jóvenes responden a los apodos de El Vago, El Chack y El Chopas.
Los jóvenes, integrantes de varios de los colectivos, afirman que en la Facultad existe un “clima de incertidumbre”, “enrarecido”, más aún por la presencia de “mucha gente extraña”, porque se ha señalado que los estudiantes fueron a “recibir entrenamiento de las FARC”.
Además de Lucía, Francisco Franco Delgado, Verónica Natalia Velázquez y Juan González del Castillo, los jóvenes que participan en ese colectivo que coordina la cátedra Simón Bolivar, “sólo tienen el interés de estudiar a ese personaje y abordarlo como un proceso histórico al cual hay que reivindicar”, dice una de las integrantes del colectivo Carlos Marx.
Se trata de un trabajo de más de dos años, que es extracurricular y aborda los movimientos y la postura de izquierda en América Latina; para tal efecto. se organizan foros, mesas redondas y debates.
Otra de las muchachas refiere que antes de hacer acusaciones contra los estudiantes, las organizaciones de derechos humanos y estudiantiles “deberían estar exigiendo al gobierno de Felipe Calderón asuma una posición al respecto, porque antes que otra cosa se cometió una masacre de estudiantes mexicanos.
“Se violaron garantías individuales de los universitarios, así como su derecho a la libertad de expresión, de pensamiento e ideología”, argumentó otra de las jóvenes que organizan para hoy un homenaje a sus compañeros en la Facultad.
Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
El Universa, 10 de marzo de 2008;
Sin embargo, al insistirles sobre las identidades de quiénes podrían haber viajado a Colombia junto con Lucía Andrea Morett, y que son integrantes de dicha cátedra —señalados como simpatizante de las FARC—, dicen que al menos tres de los jóvenes responden a los apodos de El Vago, El Chack y El Chopas.
Los jóvenes, integrantes de varios de los colectivos, afirman que en la Facultad existe un “clima de incertidumbre”, “enrarecido”, más aún por la presencia de “mucha gente extraña”, porque se ha señalado que los estudiantes fueron a “recibir entrenamiento de las FARC”.
Además de Lucía, Francisco Franco Delgado, Verónica Natalia Velázquez y Juan González del Castillo, los jóvenes que participan en ese colectivo que coordina la cátedra Simón Bolivar, “sólo tienen el interés de estudiar a ese personaje y abordarlo como un proceso histórico al cual hay que reivindicar”, dice una de las integrantes del colectivo Carlos Marx.
Se trata de un trabajo de más de dos años, que es extracurricular y aborda los movimientos y la postura de izquierda en América Latina; para tal efecto. se organizan foros, mesas redondas y debates.
Otra de las muchachas refiere que antes de hacer acusaciones contra los estudiantes, las organizaciones de derechos humanos y estudiantiles “deberían estar exigiendo al gobierno de Felipe Calderón asuma una posición al respecto, porque antes que otra cosa se cometió una masacre de estudiantes mexicanos.
“Se violaron garantías individuales de los universitarios, así como su derecho a la libertad de expresión, de pensamiento e ideología”, argumentó otra de las jóvenes que organizan para hoy un homenaje a sus compañeros en la Facultad.
Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
El Universa, 10 de marzo de 2008;
México y las FARC; la doble moral
Desde la segunda mitad de los 60, las universidades públicas solapan a grupos estudiantiles radicales
Existen sectores que promueven esa forma de lucha como la solución; algunos en el PRD, corifeos del ‘legítimo’
Sin duda que algo está mal, si no es que muy mal, cuando nos enteramos que un puñado de cinco jóvenes mexicanos —de los que habrían muerto cuatro— se encontraban en un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) emplazado en territorio de Ecuador, cuando fue atacado por el gobierno colombiano y resultó abatido el número dos de ese grupo guerrillero.
Algo debe estar mal, cuando círculos de la llamada izquierda mexicana —incluidos los medios de comunicación afines a ese sector— guardan un silencio harto sospechoso y nada casual respecto del hecho y de presuntos vínculos de sectores mexicanos con la guerrilla más antigua del continente —pero también la más cuestionada por sus prácticas criminales y porque en todo el mundo se le identifica como un grupo narcoterrorista— y con círculos bolivarianos, el instrumento continental de la dictadura de Hugo Chávez.
Algo anda mal, cuando autoridades de instituciones educativas como la UNAM, Chapingo y el IPN se hacen desentendidas frente a ese ridículo secreto a voces que todos conocen —que en esas y otras instituciones se solapan células vinculadas, ya sea con las FARC, con el EPR, con tal o cual grupo radical, a las que también usan como porros para mantener el control político de los planteles—, pero del que pocos quieren hablar. Es decir, que frente a los ojos de todos se mueven las células que captan simpatizantes para los grupos radicales, de dentro y de fuera del territorio mexicano, y que al mismo tiempo son sectores de golpeo y presión al servicio de los poderes formales en las instituciones educativas.
Y sin duda que algo está bastante mal, cuando ninguno de los otrora guerrilleros de los años 60 y 70, ni de los líderes del 68 se atreve a decir “esta boca es mía”, respecto a la persistencia de sectores estudiantiles vinculados a grupos guerrilleros como las FARC, y otros. ¿Por qué a nadie parece interesarle el fenómeno político, social, educativo y de poder?
Un par de preguntas que no son ociosas, pero cuya respuesta nos podría dar algunas pistas: ¿Dónde están los hijos de los guerrilleros que sobrevivieron al PRI gobierno en los 60 y 70? ¿Dónde están los hijos de los líderes y activistas del 68 y el 71? Está claro que ninguno de esos hijos o nietos está vinculado a las FARC y menos al EPR, en general a grupos de esa naturaleza. Es más, muchos de esos muchachos ni siquiera pisaron una escuela pública. Y existen casos de hijos de ex guerrilleros y ex militantes del 68 que fueron mandados a estudiar a las más caras escuelas privadas de Estados Unidos y/o Europa.
Pero no se malinterprete cuando proponemos que “algo está mal” o “muy mal” en México —en su sistema político, de partidos, educativo, laboral...—, a partir del descubrimiento de vínculos de jóvenes mexicanos con las FARC y de la muerte de por lo menos cuatro de ellos en el ataque de la Policía y el Ejército colombianos al campamento de las FARC. No, no se trata de escandalizarse por que en algunos de los centros de educación pública más importantes del país se expresen y practiquen en toda su pluralidad y sus tonalidades las ideas y afinidades políticas.
En efecto, desde los años 60 las instituciones públicas de educación superior, sobre todo la UNAM y el IPN han sido las más importantes canteras para reclutar cuadros —no sólo para el PRI, el PAN y antecedentes de lo que hoy es el PRD en la actividad político partidista, sino de grupos radicales de derecha y de izquierda, como el Muro, Dhiac, Yunque, en el caso de los primeros, y para los grupos guerrilleros emparentados con la izquierda, en el de lo segundos —, como también está claro que la derecha y la derecha extrema crearon sus propias universidades para formar sus cuadros, que de tanto en tanto aparecen, no en campamentos guerrilleros al sur del continente, sino como jefes de poderosos corporativos multinacionales que, al mismo tiempo, son guardianes celosos de su ideología.
El problema no está en el derecho que tiene todo joven o estudiante universitario de creer y poner en práctica la tendencia ideológica, partidista o religiosa que le plazca, le convenza o le convenga. Tampoco está en cuestión el viejo dilema de la libertad de cátedra, o el asunto de la gratuidad educativa. Y menos se discute si cinco o 50 jóvenes son pocos o muchos para estar en una causa como la de las FARC, y/o morir por esa causa. No, el problema está en esa doble moral que muestran los actores políticos y sociales vinculados con el asunto, y el engaño colectivo que pretenden recetarle a la sociedad, una vez descubierto lo que es un secreto a voces.
Primero, todo aquel que haya cursado la preparatoria, la vocacional, o una carrera de nivel superior en la UNAM o el IPN, sabe que desde la segunda mitad de los años 60 y hasta la fecha, esas instituciones han tenido y tienen —solapan y patrocinan— grupos estudiantiles radicales vinculados con sectores guerrilleros. No pocos de esos grupos son utilizados para fines políticos y/o partidistas. ¿Alguien se ha preguntado, por ejemplo, por qué se mantienen bajo control los conflictos universitarios en la UNAM y el IPN? Pues sí, porque se reparten cuotas, posiciones y hasta espacios físicos. Las FARC, el EPR y otros grupos tienen sus representaciones en facultades y escuelas, a los ojos de todos.
¿Por qué vincularse con las FARC o con los círculos bolivarianos?, cuando todos saben que en el primer caso se trata de un grupo terrorista que vive del narcotráfico, que nada tiene que ver con una concepción de izquierda democrática; mientras que el segundo, no es más que un dictador aldeano. Pues jóvenes como los que murieron en el campamento de las FARC en Ecuador se vinculan con las FARC y el chavismo porque en México existen sectores que promueven, patrocinan y difunden esa forma de lucha como la solución a los problemas de millones de pobres. Y sí, algunos de esos sectores están en el PRD y son corifeos del legítimo.
Algo está mal, sin duda, porque son muchas las señales de que algunos sectores nos quieren llevar al pasado. Y el predominio de esa tendencia no es más que una señal de que no está lejos el posible fracaso de la democracia en México. Y eso no es poca cosa.
aleman2@prodigy.net.mx
Desde la segunda mitad de los 60, las universidades públicas solapan a grupos estudiantiles radicales
Existen sectores que promueven esa forma de lucha como la solución; algunos en el PRD, corifeos del ‘legítimo’
Sin duda que algo está mal, si no es que muy mal, cuando nos enteramos que un puñado de cinco jóvenes mexicanos —de los que habrían muerto cuatro— se encontraban en un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) emplazado en territorio de Ecuador, cuando fue atacado por el gobierno colombiano y resultó abatido el número dos de ese grupo guerrillero.
Algo debe estar mal, cuando círculos de la llamada izquierda mexicana —incluidos los medios de comunicación afines a ese sector— guardan un silencio harto sospechoso y nada casual respecto del hecho y de presuntos vínculos de sectores mexicanos con la guerrilla más antigua del continente —pero también la más cuestionada por sus prácticas criminales y porque en todo el mundo se le identifica como un grupo narcoterrorista— y con círculos bolivarianos, el instrumento continental de la dictadura de Hugo Chávez.
Algo anda mal, cuando autoridades de instituciones educativas como la UNAM, Chapingo y el IPN se hacen desentendidas frente a ese ridículo secreto a voces que todos conocen —que en esas y otras instituciones se solapan células vinculadas, ya sea con las FARC, con el EPR, con tal o cual grupo radical, a las que también usan como porros para mantener el control político de los planteles—, pero del que pocos quieren hablar. Es decir, que frente a los ojos de todos se mueven las células que captan simpatizantes para los grupos radicales, de dentro y de fuera del territorio mexicano, y que al mismo tiempo son sectores de golpeo y presión al servicio de los poderes formales en las instituciones educativas.
Y sin duda que algo está bastante mal, cuando ninguno de los otrora guerrilleros de los años 60 y 70, ni de los líderes del 68 se atreve a decir “esta boca es mía”, respecto a la persistencia de sectores estudiantiles vinculados a grupos guerrilleros como las FARC, y otros. ¿Por qué a nadie parece interesarle el fenómeno político, social, educativo y de poder?
Un par de preguntas que no son ociosas, pero cuya respuesta nos podría dar algunas pistas: ¿Dónde están los hijos de los guerrilleros que sobrevivieron al PRI gobierno en los 60 y 70? ¿Dónde están los hijos de los líderes y activistas del 68 y el 71? Está claro que ninguno de esos hijos o nietos está vinculado a las FARC y menos al EPR, en general a grupos de esa naturaleza. Es más, muchos de esos muchachos ni siquiera pisaron una escuela pública. Y existen casos de hijos de ex guerrilleros y ex militantes del 68 que fueron mandados a estudiar a las más caras escuelas privadas de Estados Unidos y/o Europa.
Pero no se malinterprete cuando proponemos que “algo está mal” o “muy mal” en México —en su sistema político, de partidos, educativo, laboral...—, a partir del descubrimiento de vínculos de jóvenes mexicanos con las FARC y de la muerte de por lo menos cuatro de ellos en el ataque de la Policía y el Ejército colombianos al campamento de las FARC. No, no se trata de escandalizarse por que en algunos de los centros de educación pública más importantes del país se expresen y practiquen en toda su pluralidad y sus tonalidades las ideas y afinidades políticas.
En efecto, desde los años 60 las instituciones públicas de educación superior, sobre todo la UNAM y el IPN han sido las más importantes canteras para reclutar cuadros —no sólo para el PRI, el PAN y antecedentes de lo que hoy es el PRD en la actividad político partidista, sino de grupos radicales de derecha y de izquierda, como el Muro, Dhiac, Yunque, en el caso de los primeros, y para los grupos guerrilleros emparentados con la izquierda, en el de lo segundos —, como también está claro que la derecha y la derecha extrema crearon sus propias universidades para formar sus cuadros, que de tanto en tanto aparecen, no en campamentos guerrilleros al sur del continente, sino como jefes de poderosos corporativos multinacionales que, al mismo tiempo, son guardianes celosos de su ideología.
El problema no está en el derecho que tiene todo joven o estudiante universitario de creer y poner en práctica la tendencia ideológica, partidista o religiosa que le plazca, le convenza o le convenga. Tampoco está en cuestión el viejo dilema de la libertad de cátedra, o el asunto de la gratuidad educativa. Y menos se discute si cinco o 50 jóvenes son pocos o muchos para estar en una causa como la de las FARC, y/o morir por esa causa. No, el problema está en esa doble moral que muestran los actores políticos y sociales vinculados con el asunto, y el engaño colectivo que pretenden recetarle a la sociedad, una vez descubierto lo que es un secreto a voces.
Primero, todo aquel que haya cursado la preparatoria, la vocacional, o una carrera de nivel superior en la UNAM o el IPN, sabe que desde la segunda mitad de los años 60 y hasta la fecha, esas instituciones han tenido y tienen —solapan y patrocinan— grupos estudiantiles radicales vinculados con sectores guerrilleros. No pocos de esos grupos son utilizados para fines políticos y/o partidistas. ¿Alguien se ha preguntado, por ejemplo, por qué se mantienen bajo control los conflictos universitarios en la UNAM y el IPN? Pues sí, porque se reparten cuotas, posiciones y hasta espacios físicos. Las FARC, el EPR y otros grupos tienen sus representaciones en facultades y escuelas, a los ojos de todos.
¿Por qué vincularse con las FARC o con los círculos bolivarianos?, cuando todos saben que en el primer caso se trata de un grupo terrorista que vive del narcotráfico, que nada tiene que ver con una concepción de izquierda democrática; mientras que el segundo, no es más que un dictador aldeano. Pues jóvenes como los que murieron en el campamento de las FARC en Ecuador se vinculan con las FARC y el chavismo porque en México existen sectores que promueven, patrocinan y difunden esa forma de lucha como la solución a los problemas de millones de pobres. Y sí, algunos de esos sectores están en el PRD y son corifeos del legítimo.
Algo está mal, sin duda, porque son muchas las señales de que algunos sectores nos quieren llevar al pasado. Y el predominio de esa tendencia no es más que una señal de que no está lejos el posible fracaso de la democracia en México. Y eso no es poca cosa.
aleman2@prodigy.net.mx
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