27 sept 2015

El Papa a los migrantes: la globalización es buena, si une y lleva a la paz

El Papa a los migrantes: la globalización es buena, si une y lleva a la paz
Papa Francisco(©Afp)

Francisco se reúne con la comunidad hispana y otros migrantes en el Independence Hall, en donde se proclamaron la Declaración de Independencia y la Constitución del país. Habla usando el atril que utilizó Lincoln en 1863 para el discurso de Gettysburg, con el que proclamó la igualdad de los seres humanos y el renacimiento de la libertad de todos los ciudadanos
Nota de ANDREA TORNIELLI
FILADELFIA, a 26 de septiembre de 2015
«Les pido que no olviden que, al igual que los que llegaron aquí antes, ustedes traen muchos dones a su nueva nación. No se avergüencen nunca de sus tradiciones». En Filadelfia, desde el Independence Hall, Papa Francisco habla a los inmigrantes, principalmente hispanos. Se trata del mismo lugar en el que el presidente Abraham Lincoln pronunció, en 1863, el discurso de Gettysburg, en el que proclamó la igualdad de los seres humanos después de la derrota de los Estados Confederados del sur, que estaban en contra de la abolición de la esclavitud.
Fue presentada al Papa la «Cruz de los encuentros», que será llevada en peregrinaje en todo el país como parte de la preparación del encuentro de toda la comunidad hispano-latina de Estados Unidos del próximo 2017. Desde aquí, desde el lugar en el que nacieron los Estados Unidos de América y en el que las libertades que definen al país fueron proclamadas por primera vez, Papa Francisco habla sobre los derechos que conforman la identidad americana y, especialmente, de la libertad religiosa.

«La Declaración de Independencia -recuerda el Pontífice- proclamó que todos los hombres y mujeres fueron creados iguales; que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables». Pero esta y otras verdades, añade, «deben ser constantemente reafirmadas, nuevamente asimiladas y defendidas». Francisco cita las grandes luchas que condujeron «a la abolición de la esclavitud, la extensión del derecho de voto, el crecimiento del movimiento obrero y el esfuerzo gradual para eliminar todo tipo de racismo y de prejuicios contra la llegada sucesiva de nuevos americanos». Es bueno recordar, porque «un pueblo que tiene memoria no repite los errores del pasado; en cambio, afronta con confianza los retos del presente y del futuro. La memoria salva el alma de un pueblo de aquello o de aquellos que quieren dominarlo o utilizarlo para sus intereses».
La libertad religiosa, explica el Papa, «comporta el derecho a adorar a Dios, individualmente y en comunidad, de acuerdo con nuestra conciencia. Pero, por otro lado, la libertad religiosa, por su naturaleza, trasciende los lugares de culto y la esfera privada de los individuos y las familias». Es decir, tiene una relevancia social. «Nuestras distintas tradiciones religiosas sirven a la sociedad sobre todo por el mensaje que proclaman», añade Bergoglio, «recuerdan la dimensión trascendente de la existencia humana y de nuestra libertad irreductible frente a la pretensión de todo poder absoluto». Basta acercarse un poco a la historia, observa Francisco, «especialmente la historia del siglo pasado, para ver las atrocidades perpetradas por los sistemas que pretendían construir algún tipo de «paraíso terrenal», dominando pueblos, sometiéndolos a principios aparentemente indiscutibles y negándoles cualquier tipo de derechos».
«En un mundo en el que diversas formas de tiranía moderna tratan de suprimir la libertad religiosa, o de reducirla a una subcultura sin derecho a voz y voto en la plaza pública, o de utilizar la religión como pretexto para el odio y la brutalidad -afirma Bergoglio-, es necesario que los fieles de las diversas religiones unan sus voces para clamar por la paz, la tolerancia y el respeto a la dignidad y derechos de los demás».
En el mundo sujeto a la «globalización del paradigma tecnocrático», que pretende conscientemente la uniformidad unidimensional y busca eliminar todas las diferencias y tradiciones en una búsqueda superficial de la unidad», las religiones «tienen, pues, el derecho y el deber de dejar claro que es posible construir una sociedad en la que ‘un sano pluralismo que, de verdad respete a los diferentes y los valore como tales’, es un aliado valioso ‘en el empeño por la defensa de la dignidad humana’».
«Aprovecho esta oportunidad para agradecer a todos los que, cualquiera que sea su religión -continuó Bergoglio-, han tratado de servir al Dios de la paz construyendo ciudades de amor fraterno, cuidando de nuestro prójimo necesitado, defendiendo la dignidad del don divino de la vida en todas sus etapas, defendiendo la causa de los pobres y los inmigrantes. Con demasiada frecuencia los más necesitados no son escuchados. Ustedes son su voz, y muchos de ustedes han hecho que su grito se escuche. Con este testimonio, que frecuentemente encuentra una fuerte resistencia, recuerdan a la democracia americana los ideales que la fundaron, y que la sociedad se debilita siempre que (y allí donde) la injusticia prevalece».
«Hace un momento hablé de la tendencia a una globalización -añadió Bergoglio. La globalización no es mala, al contrario, la tendencia a globalizarnos es buena, nos une; lo que puede ser malo es el modo de hacerlo. Si una globalización pretende igualar a todos como si fuera una esfera, esa globalización destruye la riqueza y la particularidad de cada pueblo. Si una globalización busca unir a todos, pero respetando a cada persona, a su persona, a su riqueza, a su peculiaridad, a cada pueblo, esa globalización es buena y nos hace crecer a todos y lleva a la paz. Me gusta usar un poco la geometría aquí: si la globalización es una esfera en la que cada punto es igual, equidistante del centro , anula, no es buena; si la globalización une, como un poliedro donde están cada uno unidos y cada uno conserva su propia identidad, es buena y hace crecer a un pueblo, y da dignidad a las personas y les otorga derechos».
El Papa después saludó a los migrantes hispanos y a los de otros países, que en muchos casos han pagado «un gran costo personal, pero con la esperanza de construir una nueva vida». «No se desanimen por los retos y dificultades que tengan que afrontar. Les pido -exclama- que no olviden que, al igual que los que llegaron aquí antes, ustedes traen muchos dones a su nueva nación. No se avergüencen nunca de sus tradiciones. No olviden las lecciones que aprendieron de sus mayores, y que pueden enriquecer la vida de esta tierra americana. Repito, no se avergüencen de aquello que es parte esencial de ustedes».
Papa Francisco les recordó que «están llamados a ser ciudadanos responsables y a contribuir provechosamente a la vida de las comunidades en que viven. Pienso, en particular, en la vibrante fe que muchos de ustedes poseen, en el profundo sentido de la vida familiar y los demás valores que han heredado. Al contribuir con sus dones, no solo encontrarán su lugar aquí, sino que ayudarán a renovar la sociedad desde dentro».

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