31 ene 2016

Iztapalapa, delegación abierta al crimen/ RAÚL MONGE

Revista Proceso  # 2048, 30 de enero de 2016
Iztapalapa, delegación abierta al crimen/
RAÚL MONGE
La violencia en Iztapalapa es proverbial y, ahora, los señalamientos llegan hasta la propia delegada, Dione Anguiano. Algunos de los sitios donde la impunidad es más notoria son los numerosos tianguis de la demarcación. En El Salado, Las Torres, Santa Cruz Meyehualco y La Ford, por ejemplo, la ausencia del estado de derecho es evidente: se ofertan armas a plena luz del día, ocurren extorsiones, asesinatos, se venden protección y productos robados, e incluso se concreta la trata de blancas sin que ninguna instancia gubernamental ponga orden.
El 5 de octubre último, cuatro días después de que Dione Anguiano asumiera las riendas de la delegación Iztapalapa, la candidata derrotada de Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Clara Brugada, encabezó una manifestación en la que acusó al jefe de Gobierno de la capital del país, Miguel Ángel Mancera, de entregar dicha demarcación al crimen organizado.
Ante un nutrido grupo de simpatizantes, la actual secretaria de Bienestar del Comité Ejecutivo Nacional de Morena responsabilizó a Mancera “de auspiciar a personajes vinculados al crimen organizado y a la corrupción”, en referencia al desmedido apoyo que el funcionario capitalino brindó a la perredista Anguiano para ganar la elección intermedia de junio de 2015.
“Mancera impuso en Iztapalapa a lo peor del PRD, a un gobierno que representa el atraso, el primitivismo y, lo más preocupante, que llega al poder para hacer negocios, vender protección”, recriminó Brugada, tras fracasar en su intento de gobernar por segunda vez la delegación, una de las principales fábricas de votos de la urbe, junto con la Gustavo A. Madero.

Luego de desconocer a Anguiano como jefa delegacional, advirtió: “Ni crean que la banda de El Hoyo se perpetuará en Iztapalapa. El Hoyo es un asentamiento irregular de alta marginalidad, donde están las principales redes delictivas de la demarcación y, al mismo tiempo, es uno de los principales bastiones políticos de Anguiano y su camarilla, entre quienes figura su esposo, Alfredo Hernández Raigoza, extitular de la Procuraduría Social”.

Este último dejó el cargo en los comicios pasados “para no interferir”, aunque acaba de ser rescatado por el operador político de Mancera, el exsecretario de Gobierno y actual titular de la Secretaría de Movilidad, Héctor Serrano, quien lo acomodó en la Subsecretaría de Movilidad.

Días después del mitin de Brugada, la delegación Iztapalapa fue escenario de una serie de hechos violentos, entre ellos el asesinato del chiapaneco Alfredo Jiménez Pérez, de 29 años, cuyo cuerpo fue colgado del puente La Concordia el 19 de octubre.

Producto de la irrefrenable migración rural-urbana, la pobreza, la descomposición social, el desorden urbano y las arraigadas prácticas clientelares, Iztapalapa, la delegación más extensa y la más poblada –tiene una superficie de 116.67 kilómetros cuadrados, 7.5% del área total de la Ciudad de México, y 2 millones de habitantes–, está convertida en un territorio sin ley.

Al amparo de las propias autoridades, en esa delegación del oriente de la urbe –vista tradicionalmente como el traspatio de la capital– reina la anarquía: asentamientos, edificaciones y comercios irregulares o sin registro en los padrones oficiales, invasión tolerada de áreas de reserva, falta de servicios básicos –agua potable y drenaje, principalmente– y venta y renta del espacio público por parte de un puñado de líderes que, en contubernio con gobernantes y partidos políticos, controlan a los vendedores ambulantes.

Ese ambiente ha sido también caldo de cultivo para la expansión de redes criminales que operan impunemente en ese bastión del PRD, y en las que, se ha acusado, están involucrados familiares de la actual delegada.

Dichos grupos tienen una amplia cartera de actividades ilícitas: robo a transportistas, secuestro, trata de personas, asaltos y desvalijamiento de vehículos, venta de autopartes, enseres domésticos y artículos electrónicos robados, y trasiego de armas, droga, alcohol y medicamentos caducos o adulterados.

No es casual que Iztapalapa sea la zona más insegura de la capital del país. Según la Procuraduría General de Justicia local (PGJDF), en 2013 y 2014 ocupó el primer lugar en incidencia delictiva, con 28 mil 389 y 28 mil 113 averiguaciones previas por delitos de alto y bajo impacto respectivamente.

En el primer semestre de 2015, Iztapalapa dio lugar a 12 mil 634 averiguaciones, sólo superada por la Cuauhtémoc, con 12 mil 809.

Sin embargo, el porcentaje de delitos de alto impacto –homicidios dolosos, violación, secuestro, robo con violencia y lesiones dolosas–, registrados en la demarcación gobernada por el morenista Ricardo Monreal, fue de 13.9% por 27% de los cometidos en Iztapalapa.

En la recta final de 2015 la comisión de delitos registró un ligero descenso, en parte por el reforzamiento de la vigilancia después de que apareciera el cuerpo colgado de Jiménez Pérez, a quien la PGJDF vinculó con una banda criminal que presuntamente se disputa el control de la droga en el Reclusorio Oriente.

Dicha versión fue desmentida categóricamente por familiares de la víctima, quien era originario de Chiapas. En declaraciones a la prensa, aseguraron que Alfredo trabajaba en una tortillería, no tenía deudas y llevaba una vida tranquila y ajena a actividades criminales.

Los nichos: El Salado

Todos los martes y viernes de las tres a las cuatro de la madrugada, en un tianguis conocido como El Salado (en los límites con el Estado de México) desfilan tráileres, camiones de redilas y camionetas que, en un abrir y cerrar de ojos, descargan mercancía de todo tipo, en su mayoría de contrabando o robada en las horas previas.

Cobijados por la oscuridad, decenas de hombres y mujeres de todas las edades van y vienen con sus diablitos portando la ilegal carga, que en ese momento se comercia al mayoreo y al menudeo entre los propios tianguistas de éste y otros mercados informales o, bien, entre particulares.

La compraventa de cuanto artículo llega a ese lugar se hace incluso a la vista de la policía que, a decir de algunos vendedores entrevistados, actúa como protectora de las redes criminales dedicadas a asaltar a transportistas que ingresan o salen por la carretera México-Puebla o en distintos puntos de la Ciudad de México.

Nadie, ni las propias autoridades, tienen idea de la cantidad de dinero que se mueve en El Salado. Sólo atinan a decir que se trata de millones de pesos, parte de los cuales, admiten, va a los bolsillos de servidores públicos de la delegación, la PGJDF y la Secretaría de Seguridad Pública del DF (SSPDF).

En entrevistas por separado, exfuncionarios de la demarcación y comerciantes del tianguis coinciden en que en ese mercado negro participan elementos de la PGJDF y la policía capitalina. “Nada se mueve ahí sin que la policía lo sepa. Hay cámaras por todos lados”, dicen.

Incluso refieren que el padre de la jefa delegacional, José Luis Anguiano, un extaxista que llegó a vivir a la zona Ejército de Oriente proveniente del barrio de Tepito, dirige una organización dedicada al robo a transportistas. “Es un secreto a voces” asevera un informante.

Vendedores inconformes con lo que ocurre aseguran que buena parte de los más de 10 mil puestos ofrecen productos robados y prohibidos, como droga, alcohol adulterado y armas. “Hay ratas que traen a vender de 10 a 15 teléfonos en un solo día”.

Las Torres

Este esquema de venta se repite en el resto de los mercados informales de Iztapalapa –gobernada por el PRD desde hace 18 años.

Es el caso del tianguis Las Torres, que tiene su asiento en Eje 6 y Periférico, justo entre las torres de alta tensión. Opera martes, jueves y sábado, y de acuerdo con vendedores, no menos de 90% de la mercancía que se oferta es ilegal. Otra parte de los bienes es de segunda mano o proviene de la pepena.

“Aquí cae de todo. Carteristas, farderos, personas de la tercera edad que se dedican a asaltar en el Metro y el Metrobús vienen a vender”, refiere el propietario de un puesto, quien revela también que en los últimos meses se han multiplicado los extorsionadores que se identifican como integrantes del crimen organizado, particularmente de La Familia Michoacana.

Según el informante, una tercera parte de los vendedores –chachareros y ratas, primordialmente– son representados por el exdirigente priista en el Distrito Federal Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, y el resto eran controlados por Felipe Serralde hasta antes de su fallecimiento, en octubre pasado.

Aporta otro dato: “Aquí, entre los propios comerciantes, hay familias enteras que se dedican al robo de transporte, al secuestro, al contrabando, a la venta de autopartes robadas, droga y alcohol”.

Santa Cruz Meyehualco

En este tianguis, la venta abierta de productos “derechos” y “calientes” se da los martes y viernes.

El ajetreo empieza en ese lugar desde las seis de la mañana. La mayoría de los marchantes sólo tiende un plástico y acomoda sus productos.

Cada milímetro de la vía pública tiene un precio. Según el informante, el espacio va de los tres a los 15 mil pesos, sin contar la cuota del día, que oscila entre 15 y 30 pesos. Ni un centavo de ese dinero ingresa a las arcas de la delegación; por el contrario, va a parar a manos de un puñado de líderes que controla el mercado. Pocos vendedores conocen físicamente a sus dirigentes; por lo regular se entienden con los delegados.

“Pásele, damita, aquí está lo robado del día”, grita un joven que vende productos de belleza, aparentemente en sus estuches originales.

A pesar del frío invernal, cientos de personas, la mayoría de extracción humilde, recorren las hileras de puestos.

En este tianguis laberíntico cualquier rinconcito es altamente codiciado. Incluso, los vendedores, en su mayoría pepenadores, ocupan ya el traspatio de un deportivo. La mayoría de los objetos ofertados están sucios, incompletos y en mal estado. Entre las chácharas a la venta salta a la vista un cuadro con la fotografía oficial del expresidente Felipe Calderón, de ésas que en su sexenio ocuparon un espacio privilegiado en las oficinas públicas.

Son casi las nueve de la mañana y el olor a mariguana inunda parte del tianguis, donde a finales de diciembre se cometió un asesinato a plena luz del día y a la vista de todo mundo. La víctima era un extorsionador que iba a cobrar la cuota del día. Cansado de pagar por su seguridad, el vendedor de teléfonos puso fin a su martirio y mató al cobrador. El crimen no trascendió.

Entre el mar de comerciantes y visitantes, el reportero descubre a una joven bien maquillada y de buen vestir que, libreta en mano, recorre cada puesto para recaudar la cuota del día. La mujer no va sola. La acompaña un tipo mal encarado y de aspecto rudo.

El mercado de Santa Cruz Meyehualco ocupa alrededor de cinco manzanas. Ahí laboran no menos de 5 mil personas y se distribuye de todo, desde una cajetilla de cerillos y frascos de lociones vacías hasta muebles, ropa, juguetes y aparatos electrodomésticos rescatados de los tiraderos de basura.

En julio del año pasado, las autoridades delegacionales decomisaron ahí 300 kilos de medicinas caducas o apócrifas. Curiosamente no hubo detenidos.

En el recorrido, el reportero fue testigo de cómo algunos vendedores, los más atrevidos, ponen a la vista de los potenciales compradores armas de diferentes calibres.

El Nuevo Tepito

Los mercados sobre ruedas en Iztapalapa también son utilizados como fachada para otras actividades ilegales, como trata de personas y extorsión.

Era el caso del tianguis conocido como El Nuevo Tepito, que se instalaba hasta hace poco en una de las principales avenidas de la colonia Santa Martha Acatitla. De hecho, servía de tapadera a giros negros.

En octubre del año pasado, la PGJDF detuvo a Wendy Chávez Pérez, Jonathan Ávalos Sánchez, Francisco Javier Cedillo Alcántara, Carlos Miguel Sánchez Frías, Adrián Bautista Peralta, Bryan González Hernández, Ulises Estanislao Campos Galiote y José Edgardo Enríquez Argueta por extorsionar a comerciantes del tianguis de Santa Cruz Meyehualco.

Según el denunciante, esas personas se identificaban como parte de La Familia Michoacana y exigían a comerciantes una cuota de 500 a mil pesos por semana a cambio de darles “protección” a ellos y a sus parientes.

Temeroso de sufrir represalias, una de las víctimas realizó un primer pago, pero antes de entregar el segundo pidió el apoyo de la policía y fue así como se logró la detención de la banda que era comandada por Hernández Galiote, según confesaron a la policía los inculpados.

La Ford

Otro nicho de la delincuencia se encuentra en el resurgido tianguis de La Ford, donde se venden autopartes, la mayoría de ellas robadas.

En marzo de 2007, el entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, expropió 247 bodegas y locales de ese mercado de la colonia Reforma Política, considerado “el punto emblemático de comercialización de autopartes robadas de todo el país”.

Según el decreto expropiatorio publicado en la Gaceta Oficial del GDF, el área enajenada fue 36 mil metros cuadrados –unas seis manzanas–, que se destinarían a un parque púbico, áreas verdes, centro de servicio comunitario e instalaciones recreativas. A ocho años, el proyecto sólo se concretó parcialmente.

La expropiación tampoco frenó la venta de autopartes robadas. El puñado de familias que controla ese mercado sólo cambió de lugar y ahora opera en Ermita Alta, entre las estaciones del Metro Aculco e Iztapalapa.

Según un exfuncionario de la delegación, 20% de las personas que se dedican a esa actividad son dueños y el resto son empleados. Se trata de un negocio netamente familiar, abunda. “Hay quien se dedica a robar las unidades, a desvalijarlas y a colocarlas en el mercado negro”, dice.

Incluso, revela que en las zonas altas de la delegación, de laberínticas y oscuras calles, hay bodegas que se utilizan para desvalijar los vehículos robados. “De todo esto sabe la policía, pero no hace nada por evitarlo, lo cual habla de que hay una complicidad entendida”.

Complicidad oficial

En septiembre último, apenas unos días después de que Dione Anguiano tomara posesión como jefa delegacional, se filtró a la prensa que el general retirado Alfredo Álvarez Valenzuela se haría cargo de la coordinación de Seguridad Pública en Iztapalapa.

El turbulento pasado de Álvarez Valenzuela en Guerrero –fue miembro de la legendaria cofradía policiaca denominada La Hermandad y secretario de Seguridad en el puerto de Acapulco, y participó en un desalojo violento de normalistas de Ayotzinapa, que dejó un saldo de dos estudiantes asesinados el 12 de diciembre de 2011– provocó un escándalo, al punto de forzar a Anguiano a dar marcha atrás al nombramiento.

Sin embargo, el reportero logró saber que dicho personaje labora en el Centro de Estudios de Riesgos Geológicos, desde donde desempeña tareas de Inteligencia para Anguiano. l

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