EE
UU se suma a la presión para esclarecer la matanza de Tlatlaya
Human
Rights Watch considera la "masacre de 22 civiles” como la peor del sexenio
El
Ejército mexicano responde que colaborará en la investigación
Nota de JAN
MARTÍNEZ AHRENS México
El País, 19 SEP 2014,
La
matanza de Tlatlaya, al sur del Estado de México, en la que el Ejército acabó
con la vida de 22 supuestos narcos el pasado 30 de junio, va camino de
convertirse en una prueba de fuego para el actual Ejecutivo mexicano. Las
principales organizaciones humanitarias internacionales han exigido que se
aclare lo ocurrido y el propio Departamento de Estado recordó la necesidad de
una investigación “fáctica y creíble” a cargo de autoridades civiles.
Washington es el principal proveedor y asesor de seguridad de México y está
obligado a validar ante el Congreso que ese apoyo no utiliza para cometer
violaciones de los derechos humanos. La propia Comisión Nacional de Derechos
Humanos mexicana, un organismo público, ha señalado que piensa pedir
explicaciones a los militares por lo ocurrido.
Ante esta presión, el Ejército,
que hasta la fecha se había mantenido en silencio, emitió un comunicado el que
ofreció su colaboración “irrestricta" en el esclarecimiento de los hechos,
pero sin aportar ningún dato nuevo. Y la Procuraduría General insistió en que
tiene ya abierta una investigación. "Nuestra responsabilidad es precisar
con claridad si las conductas del caso se apegaron a derecho, y con respeto
absoluto a los derechos humanos”, indicó el ministerio público. El catalizador
de estas reacciones han sido las declaraciones de una superviviente ante dos
medios de comunicación y en las que afirma que las muertes no se debieron a un
enfrentamiento armado, como sostiene la versión oficial, sino a la ejecución a
sangre fría de 21 detenidos (otro cayó durante el tiroteo previo). Esta testigo
presencial es madre de una adolescente muerta en Tlatlaya. La chica tenía 15
años y se llamaba Erika. Los fallecidos estaban vinculados al cártel de La
Familia.
La
Comisión Nacional de Derechos Humanos indicó que hace ya varias semanas que
había recogido este testimonio, junto al de otros dos supervivientes (dos
mujeres que aseguraron haber sido secuestradas). “Los peritos de la Comisión
están haciendo su trabajo y se va a solicitar al Ejército que nos entregue un
informe sobre los hechos”, afirmó el segundo visitador general de la Comisión,
Marat Paredes Montiel. Entre los datos obtenidos por este organismo figura que
entre los fallecidos había cinco personas con edades comprendidas entre los 40
y 50 años. Las primeras versiones apuntaban a que eran todos muy jóvenes.
“El
testimonio de la superviviente reflejaría que estamos frente a la peor masacre
de civiles por parte de militares de este sexenio. Ante esta gravísima
denuncia, que pone en evidencia que al día de hoy, a casi tres meses de los
hechos, aún hay más interrogantes que respuestas oficiales sobre lo que
efectivamente sucedió ese día, el Gobierno de Peña Nieto no puede guardar
silencio”, afirmó desde Washington, José Miguel Vivancos, director para América
de Human Rights Watch. “Es indispensable que las más altas autoridades
expliquen cuáles han sido los avances en la investigación de este incidente, de
la cual se sabe poco y nada, y sobre todo, es importantísimo que se adopten las
medidas necesarias para proteger a la testigo y que no corra ningún riesgo su
seguridad”, añadió Vivancos. En términos similares se expresaron Amnistía
Internacional y la Comisión Mexicana de Defensa de los Derechos Humanos.
La
Secretaría de la Defensa Nacional, por primera vez desde las muertes, respondió
a la presión externa. En un escrito en el que mantiene que se trató de un
enfrentamiento originado por una agresión armada, indicó: "El Ejército y
Fuerza Aérea Mexicanos refrendamos nuestro compromiso de cumplir con las
misiones asignadas con estricto apego a la ley y a las directivas giradas para
que en todo momento se preserve la vida y la seguridad de las personas,
respetando invariablemente los Derechos Humanos de los Ciudadanos. Los
militares sostienen que las muertes se produjeron durante un enfrentamiento con
las tropas. En este relato se afirma que un convoy militar que inspeccionaba el
terreno se topó por casualidad con una bodega custodiada por “personal armado”
y que este, al ver a los soldados, empezó a disparar. El resultado fueron 22
“supuestos agresores” muertos y un militar herido sin gravedad.
Desde
que la matanza se hizo pública, las dudas en torno a la versión de los
militares no han hecho más que aumentar. El Ejército no ha facilitado
identidades ni explicado qué hacían en aquel recóndito lugar, a las cinco de la
madrugada. Tampoco cómo fue posible que muriesen todos los supuestos narcos,
sin que quedase vivo ninguno, ni cómo se logró que no hubiese ninguna baja
entre las tropas.
Desde
que la matanza se hizo pública, las dudas en torno a la versión de los
militares han aumentado
La
testigo, entrevistada por la revista Esquire, afirma que llegó a la bodega
donde se encontraban los supuestos narcos sobre las diez de la noche del
domingo 29 de junio. Iba en busca de su hija. A eso de las tres de la
madrugada, se avistó un convoy militar. Los soldados alumbraron con un
reflector las instalaciones. Empezó el tiroteo. Tras media hora de refriega,
siempre según esta versión, se rindieron. En el enfrentamiento perdió la vida
un supuesto narco. Otro quedó herido así como Erika.
Tras
entregar las armas, empezaron los interrogatorios. Esta es la versión de la
superviviente: “Ellos [los soldados] decían que se rindieran, y los muchachos
pedían que les perdonaran la vida. ‘Con que muy machitos, hijos de su puta
madre. Con que muy machitos’. Así les decían los militares, cuando ellos
salieron. Todos salieron y se rindieron (…). Entonces les preguntaron cómo se
llamaban, y los herían, no los mataban. Yo decía que no lo hicieran, que no lo
hicieran, y ellos decían ‘esos perros no merecen vivir’ (…) Luego los paraban
así en hilera y los mataban (…) Se escuchaban los quejidos, los lamentos”.
Posteriormente,
los dos heridos, incluida la chica, fueron asesinados, siempre según esta
versión. “La mataron ahí mismo y también al muchacho que estaba al lado de
ella. A él lo pararon y lo mataron, y lo volvieron a acomodar como estaba. Con
ella, que no podía caminar, hicieron lo mismo”, afirma la superviviente. Esta
salió viva junto a otras dos mujeres que dijeron haber sido secuestradas.
Al
amanecer, llegaron los funcionarios de la Procuraduría del Estado de México, a
cuyas dependencias fue conducida la mujer. Posteriormente se la trasladó a la
Subprocuraduría Especializada en la Investigación de la Delincuencia
Organizada. No fue puesta en libertad hasta el domingo siguiente. Ella sostiene
que pasó tres días sin comer y que fue coaccionada para que vinculara a los
fallecidos con organizaciones criminales.
Dos
semanas después de la matanza, la Procuraduría General de Justicia del Estado
de México, ante las dudas suscitadas por la versión oficial, salió en defensa
de la versión de los militares. En un comunicado negó que se hubieran
registrado disparos a corta distancia y aseguraba que el intercambio de tiros
fue “proporcional”. “La investigación arroja que los efectivos militares
repelieron una agresión real, actual e inminente y sin derecho por parte de los
22 miembros del grupo delictivo, sin que haya mediado provocación del personal
castrense”, concluía la Procuraduría estatal.
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