Vatican Insider 10/
5/2015
Erdö
en el Sínodo: los divorciados que se han vuelto a casar no pueden acceder a la
comunión
Vingt-Trois:
quedará desilusionado quien se espere cambios espectaculares de doctrina.
Forte: no nos reunimos para no decir nada. Lombardi: el Sínodo comienza hoy,
pero no acaba hoy
Las
parejas de divorciados que se han vuelto a casar no pueden acceder e la eucaristía,
no por el «naufragio del primer matrimonio», sino debido a la «convivencia en
la segunda relación». El cardenal Peter Erdö, arzobispo de Budapest y Relator
general del Sínodo, afrontó en estos términos uno de los temas más
controvertidos en el Sínodo del año pasado, en la relación introductoria que
leyó esta mañana, durante la primera sesión de trabajo del Sínodo ordinario
sobre la familia (que comenzó ayer en el Vaticano y durará hasta el 25 de
octubre).
En
relación con los divorciados que se han vuelto a casar por lo civil es
necesario un acompañamiento pastoral «misericordioso, que, sin embargo, no deja
dudas sobre la verdad de la indisolubilidad del matrimonio enseñada por
Jesucristo mismo», dijo el cardenal Erdö. «La misericordia de Dios ofrece al
pecador el perdón, pero exige la conversión. El pecado del que puede tratarse
en este caso no es tanto el comportamiento que puede haber provocado el
divorcio en el primer matrimonio, En relación con este hecho es posible que en
el fracaso las partes no hayan sido igualmente culpables, aunque muy a menudo
ambas son, en cierta medida, responsables. No es, pues, el naufragio del primer
matrimonio, sino la convivencia en la segunda relación lo que impide el acceso
a la Eucaristía». Según el purpurado húngaro, «lo que impide algunos aspectos
de la plena integración no consiste en una prohibición arbitraria, sino que es
una exigencia del testimonio eclesial. Sin embargo, todo esto exigiría una
reflexión más profunda» . Erdö insistió en la línea de la «Familiaris
consorcio», promulgada por Juan Pablo II en 1981, o sea que las parejas de
divorciados que se han vuelto a casar y que viven con «continencia» su
«relación de ayuda recíproca y de amistad» podrán acceder «incluso a los
Sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, pero evitando provocar
estándalo». Erdö también volvió a reflexionar sobre la posibilidad de aplicar
el modelo ortodoxo en la Iglesia católica latina. Había sido el cardenal Walter
Kasper quien indicó, en vista del Sínodo extraordinario del año pasado, que,
siguiendo ese modelo, la Iglesia católica podría admitir a algunas parejas de
divorciados que se han vuelto a casar a la Eucaristía después de un recorrido
penitencial. En relación con la referencia a «la práctica pastoral de las
Iglesias ortodoxas, no puede ser evaluada de manera adecuada usando solo el
instrumento conceptual que se desarrolló en Occidente durante el segundo
Milenio», dijo Erdö. «Hay que tener en cuenta la gran diferencia institucional
en relación con los tribunales de la Iglesia, además del respeto especial hacia
la legislación de los Estados, que, a veces, puede volverse crítica, si las
leyes del Estado se alejan de la verdad del matrimonio según el plan del
Creador».
Esta
postura, indicó Erdö al responder a las preguntas de los periodistas en la
conferencia de prensa después de la apertura de los trabajos del Sínodo en la
Sala de prensa vaticana, «ya se encuentra en el ‘Instrumentum laboris’», y es
el «resultado objetivo, casi matemático, de lo que llegó entre los dos sínodos,
y después del ‘Instrumentum laboris’, a la Secretaría del Sínodo: yo trataba de
reunir la voz de la Iglesia». Según Erdö, existe la voluntad de tener presente,
«para la mayor parte de las respuestas que surgieron», los documentos ya
publicados del magisterio sobre este tema. En su relación, en cambio, se
mencionó la «necesidad de mayores profundizaciones y reflexiones en relación
con la vía penitencial, y no la lista taxativa de posibilidades». Entre el
Sínodo pasado y al actual hubo, indicó el purpurado, una profundización
«científica» sobre este argumento, gracias a la cual se constató que no se
puede hacer una simple transposición automática entre la práctica de las
Iglesias ortodoxas, que no es para nada «unitaria», y la Iglesia católica.
«No
se trata de imaginar y de esperar que el Sínodo recomiende al Papa que tome una
decisión general, que evitaría afrontar la cuestión de la libertad de las
personas», dijo por su parte el cardenal arzobispo de París André, presidente
de turno del Sínodo. El Sínodo, aclaró, el vocero vaticano, el padre Federico
Lombardi, «comienza hoy, no termina hoy».
El
«Instrumentum laboris», se recordó, afrontaba el tema de los divorciados que se
han vuelto a casar, pues durante el Sínodo de 2014 «se reflexionó sobre la
posibilidad de que los divorciados que se han vuelto a casar accedan a los
sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía», pero el «eventual acceso a
los sacramentos debería ser precedido por un camino penitencial bajo la
responsabilidad del obispo diocesano. Todavía se debe profundizar esta
cuestión, teniendo bien presente la diferencia entre situación objetiva de
pecado y circunstancias atenuantes, puesto que ‘la imputabilidad y la
responsabilidad de una acción pueden ser disminuidas o anuladas’ por diferentes
‘factores psíquicos o sociales’».
Fueron
muchos los temas que afrontaron esta mañana el cardenal Erdö, en la relación
introductiva (después del discurso de apertura del Papa), y el cardenal
Secretario del Sínodo, Lorenzo Baldisseri: escuchar a los desafíos de las
familias, el discernimiento de la vocación familiar y la misión de la familia
en el mundo contemporáneo fueron los tres grandes conjuntos que englobaron sus
reflexiones. Entre las cuestiones más importantes, destacan el respeto por las
personas homosexuales y el no al matrimonio entre personas del mismo sexo, la
denuncia del aborto y la defensa de la vida, las «tendencias individualistas y
anti-institucionales» que tienen como blanco a la familia, el testimonio de
muchas familias cristianas, la educación y la evangelización, así como los
problemas de las migraciones y de la pobreza que se entrelazan también con las
problemáticas familiares.
«Si
vinieron a Roma con la idea de un cambio espectacular de la doctrina, quedarán
desilusionados», dijo el cardenal Vingt-Trois a los periodistas que preguntaban
sobre los cambios doctrinales tras el Sínodo. «No es que este Sínodo se reúna
para no decir nada», prosiguió mons. Bruno Forte, Secretario especial del
Sínodo, que también participó en la conferencia de prensa. «Tenemos la atención
pastoral que nos preocupa fuertemente. No es un Sínodo doctrinal, sino
pastoral, como lo fue el Concilio Vaticano II, y esto no disminuye para nada
nuestra asamblea. Hay que buscar las vías para hacer que la Iglesia esté cercad
e los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo. El tiempo cambia, las
situaciones cambian, la Iglesia no puede permanecer insensible a los desafíos.
Estamos aquí para ver, en la fidelidad a la doctrina de la Iglesia, cómo ser
pastores que acompañen a los fieles, No pensemos que habrá un cambio doctrinal,
sino que los desafíos pastorales existen y los queremos afrontar con parecía,
sentido de responsabilidad, con el Papa».
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