Revista
Proceso
# 2052, 27 de febrero de 2016-02-28
Emma
Coronel Su vida con Joaquín Guzmán/Anabel Hernández.
Se
encontró con él fortuitamente a mitad de una pista de baile en un pueblo de
Durango. Ella tenía 17 años; él, 35 más. En ese momento se marcó la vida de
Emma Coronel Aispuro, ahora esposa de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, el preso
más célebre de México. En entrevista con Proceso, la joven nacida en California
narra su historia y la historia de la vida en pareja con quien es considerado
el narcotraficante más poderoso del mundo, ahora preso. “No hay ningún lecho de
rosas ni nada de eso”, confiesa.
El
encuentro apenas duró 15 minutos. Después de tres días de espera, a mediados de
enero Emma Coronel Aispuro logró que la dejaran entrar al penal El Altiplano
para ver a su esposo, Joaquín Guzmán Loera, líder del Cártel de Sinaloa,
recapturado el pasado 8 de enero. Al cubículo entraron hombres encapuchados
quienes traían a El Chapo totalmente sometido y seguido por un perro. Él se
sentó, pero los guardias se quedaron a escasos centímetros; ella podía sentir
su respiración en la nuca y su mirada intimidante.
Durante
los seis meses anteriores, mientras Guzmán era fugitivo, la pareja apenas había
podido encontrarse dos veces. Ninguna en Navidad, como afirma la Procuraduría
General de la República. En medio de la tribulación, Emma y el capo apenas
pudieron hablar de lo elemental. Cómo se encontraban ella y las gemelas de
cuatro años que procrearon; cómo estaba su madre, Consuelo Loera; y cómo estaba
él. Por primera vez Guzmán Loera parecía estar acorralado. Sólo había algo que
le pesara más que haber perdido la libertad: no poder ver a sus seres queridos.
“Si
hubiera sabido que no iba a poder estar con todos los que quiero, no hago
esto”, murmuró. Emma pensó que se refería a haber escapado del Altiplano el 11
de julio de 2015, pero en realidad nunca hablaron específicamente de eso.
–¿Hubo
un momento, cuando eras niña, que hayas regresado a Estados Unidos?
–Sí,
este, a los 11 años me fui con la familia de mi mamá; estudié un año en Estados
Unidos, y a los 12 me regresé.
–¿Por
qué te fuiste?
–Mis
papás me mandaron para que aprendiera inglés, para que viera cómo era donde
había nacido, más que nada. Sí me gustó, pero yo me quise regresar porque los
extrañaba mucho; no me acostumbré. Estaba lejos de donde yo soy y extrañaba
mucho a mi familia. Al año los convencí de que me regresaran.
Meses
después de aquel baile y primer encuentro con El Chapo, Emma decidió participar
en el concurso para elegir a la reina de la Feria del Café y la Guayaba, que en
febrero de cada año se lleva a cabo en Canelas. Su novio, muy celoso, no estaba
de acuerdo en que participara en el certamen y eso provocó la ruptura. Con
orgullo ella afirma que ganó por méritos propios, no porque Guzmán Loera haya
influido en el resultado.
–¿Cuándo
realmente se unen ustedes como pareja?
–¿Que
nos casamos o cómo…?
–Sí,
que te unes, que te vas a vivir con él, que hacen una vida de pareja.
–Fue
cuando nos casamos en 2007, nos casamos por la iglesia nada más y a partir de
entonces somos pareja.
–¿Dónde
fue la boda?
–En
mi casa. Nada más estuvieron muy poquitas personas. Mi familia más allegada… He
escuchado que no sé cuánta gente hubo, funcionarios… no sé. No es cierto, fue
nada más mi familia, las personas del rancho.
En
septiembre de 2007 el nombre de Emma Coronel Aispuro y su boda salieron a la
luz cuando la periodista Patricia Dávila publicó en Proceso una crónica sobre
el enlace del capo y la reina de belleza. Ahí se describió una boda con varios
invitados, incluyendo políticos de Sinaloa, y un cinturón de protección
compuesto por el propio Ejército mexicano.
La
autora de este reportaje obtuvo por otra vía información similar e incluso los
nombres de algunos de los supuestos invitados. Insistentemente en la entrevista
Emma negó que su boda hubiera sido así.
–¿No
hubo políticos en tu boda?
–No,
yo nunca lo he visto a él con un político.
–¿Había
militares en tu boda?
–No.
Todo fue algo muy chiquito, con pura familia, no hubo las grandes bandas que
dicen, nada de eso.
–¿Y
en qué iglesia se casaron?
–No,
este, no fue en una iglesia, fue un padre del municipio de Canelas, fue y nos
casó ahí.
–¿Y
de la familia de él quién fue?
–Nadie.
–¿Traía
escoltas?
–Ya
no recuerdo… en ese tiempo; pero eran más amistades de él…
–¿Es
verdad que tu tío es Ignacio Coronel? –pregunto. Durante la primera década del
siglo, Ignacio Coronel fue considerado “rey de las metanfetaminas”, socio del
Cártel de Sinaloa, jefe en Jalisco. El gobierno de México afirma que cayó
muerto en un operativo del Ejército en 2010, en Guadalajara.
–No.
No es verdad. Si bien tenemos el mismo apellido, hay muchas personas que se
apellidan igual y no son familia. El señor no es mi tío, de hecho no lo
conozco.
–Porque
se había dicho que supuestamente era a través del señor Ignacio Coronel, que
trabajaba con Joaquín Guzmán Loera, que se habían conocido. ¿No fue así?
–No.
En unas ocasiones han dicho que es mi papá también (Ignacio Coronel), otras que
es mi tío, pero no es ni mi papá ni mi familiar. No lo conozco.
–¿En
ese momento tú ya entendías quién era Joaquín Guzmán Loera?
–Creo
que no
Los
años dorados
Pasaron
la luna de miel en un rancho. Pese a su presunta cuantiosa fortuna, Guzmán
Loera no pudo ofrecer a su joven esposa algo mejor. Nunca viajaron al
extranjero y si Guzmán Loera llegó a viajar a Argentina y otros lugares, como
se ha dicho en la prensa, “no me ha llevado con él”, asegura.
Después
ella se mudó a Culiacán y comenzó sus estudios de preparatoria, a sugerencia de
él.
–Después
estudié ciencias de la comunicación. No lo he ejercido pero me gusta mucho el
periodismo.
Afirma
que los estudios los realizó en la Universidad Autónoma de Sinaloa, donde se
inventó un mundo paralelo al mundo criminal en el que navegaba su marido. Si él
podía mantenerla como una parte compartimentada de su vida, ella también
aprendió a “compartimentar” ser la esposa del Chapo.
–¿Aquí,
en Culiacán, con quién vivías, quién era tu círculo cercano?
–Mi
familia… se fueron viniendo poco a poco, y amigas, más que nada. Amistades mías
que yo hice de la escuela o familiares. Pero todo bastante normal, bastante
tranquilo, nada extravagante… soy una persona normal.
Después
de la entrevista Emma comenta que no le gusta dar su nombre y que incluso hay
amistades que no saben quién es ella, porque así se siente más cómoda.
“Hace
poco entre amigas escuché un comentario sobre viajes y dieron el nombre de un
viaje que estaba carísimo y una comentó ‘ni que yo sea mujer del Chapo’, sin
saber que yo sí lo era”, comenta. “Si supieras, m’ija, lo difícil que es serlo,
no hay ningún lecho de rosas ni nada de eso”, pensó ella. Pero no dijo nada.
Fue
durante los años de matrimonio con Emma cuando Guzmán Loera se convirtió en una
negra leyenda. Desde 2009 la revista Forbes lo señaló, cuatro años
consecutivos, como uno de los hombres más ricos del mundo. En 2011 el
Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo nombró el narcotraficante más
poderoso del mundo. Ningún traficante había logrado tanta atención, ni siquiera
Pablo Escobar, el colombiano líder del Cártel de Medellín.
Durante
esos años dorados los encuentros entre Emma y El Chapo parecen haber ocurrido
sin un esquema. A veces se veían cada fin de semana… o podían pasar meses.
“…Ocurría cuando todo estaba medio normal, dentro de lo que cabe”.
Ella
se quedaba estable en algún lugar, principalmente en Culiacán. Era él quien cambiaba
constantemente de lugar. “Yo iba cuando él ya estaba en un lugar establecido y
estaba muy tranquilo. Sí escuchaba que había días que no la pasaba tan bien,
pero no estaba yo; yo iba cuando todo estaba tranquilo”, admite.
Señala
que tras la publicación donde se reveló su boda con el capo ella no le dio
tanta importancia. “Cuando comencé a preocuparme más fue cuando nacieron mis
hijas y también salió en los medios”, dice refiriéndose a la publicación de Los
Angeles Times, que informó que en agosto de 2011 Emma y El Chapo se
convirtieron en padres de gemelas.
“Cuando
uno tiene hijos cambia la forma de pensar y de ver la vida. Para mí fue
entonces cuando empecé a pensar la situación, que todo estaba un poco difícil”.
Dice que quisiera que sus hijas hagan una vida normal y no tengan problemas
como otros hijos de Guzmán Loera. “…Solamente por ser sus hijos se tienen que
andar escondiendo, porque el gobierno ha decidido que también ellos tienen que
pagar…”.
“Me
da mucha tristeza pensar que en estos momentos no pueden ver a su papá, que de
grandes puedan ser juzgadas, que las puedan señalar por cosas que ellas no
tienen ni idea”, dice sobre sus hijas.
Aunque
reconoce que su esposo pudo estudiar poco– según su expediente de ingreso a la
cárcel, en 1993, hasta tercero de primaria–, lo califica como un hombre “muy
inteligente… su inteligencia es a base de las pruebas de la vida, es un hombre
muy inteligente, muy humano”.
Señala
que durante todos estos años que su esposo fue prófugo nunca lo vio preocupado
o alterado, ni aun en los momentos de mayor persecución. “Él en ningún momento
demuestra que está preocupado por algo. Puedo decir que hemos tenido muy buena
relación, siempre nos hemos llevado muy bien. Es un hombre muy atento, muy
cariñoso, muy respetuoso, muy alegre, que hace que se te olviden los problemas
cuando lo ves a él y sabes que tiene muchísimos problemas y está como si nada.
Todo muy tranquilo, muy normal…”. Asevera que durante el tiempo que ha estado
con él nunca vio drogas ni armas.
El
retrato que hace de él se contrapone con las decenas de declaraciones de
testigos rendidas ante los gobierno de México o Estados Unidos, que lo
retratan, desde que estuvo preso por primera vez en 1993 hasta sus años de
mayor poder, como un narcotraficante sin escrúpulos.
Los
socios, los hijos
–En
estos años de 2007 a 2014 se supone que era prófugo de la justicia, se supone
que el gobierno de México lo buscaba, quería meterlo a la cárcel; se supone que
el gobierno de Estados Unidos lo buscaba. ¿Cómo era vivir así?, ¿se cambiaban
constantemente de lugar?; en ese sentido, ¿cómo era la vida que llevaban?
–Efectivamente,
siempre ha estado cambiándose de lugares.
–¿Usted
sabía a qué se dedicaba? ¿Sabía que traficaba drogas?
–No.
De hecho a mí no me consta que él trafique drogas, nunca he visto drogas ni con
él ni con nadie; nunca lo he visto haciendo un trabajo ni cosas así. A mí no me
consta.
–¿Usted
ha visto ese video que circuló en las redes sociales, donde está él
supuestamente frente a una cámara de video y señala que se ha dedicado al
tráfico de drogas y que esa situación ha sido por la propia situación, por el
propio contexto en el que vivió?
–Sí,
sí lo miré –responde refiriéndose al video grabado por El Chapo para la actriz
mexicana Kate del Castillo y el actor estadunidense Sean Penn, dado a conocer
por la revista Rolling Stone tres días después de su más reciente detención, en
enero pasado.
–¿Y
qué piensa de eso?
–Pienso
que quiso que el mundo viera lo que en realidad él era y lo que había hecho, en
lo que se había convertido, a base de qué circunstancias. Como que él quiso
platicar su vida –admite.
Asegura
que lo que ella sabía era que El Chapo no grabó el video con la intención de
que fuera transmitido al público, sino sólo para que de ahí se tomara
información para el artículo que Penn iba a escribir en Rolling Stone.
–¿Usted
conoció al Mayo Zambada? –le pregunto. Ismael Zambada García, El Mayo, es uno
de los principales socios de Guzmán Loera en el Cártel de Sinaloa; según las
acusaciones criminales del gobierno de Estados Unidos, comparte igual poder
dentro de la organización criminal.
–No.
No lo conozco. Siempre que estábamos con mi esposo estábamos nada más él…
cuando nos recibía nada más estaba él. Nunca lo miré con otras personas, ni que
tuviera citas con otras personas y yo estuviera presente, no.
–¿Usted
conoció a Vicente Zambada, el hijo del Mayo Zambada?
–No.
No lo conozco. Lo miré en la televisión, nada más.
–La
relación con su familia, con sus hijos, ¿cómo ha sido todos estos años? ¿Con
sus primeras parejas, esposas? ¿Cómo es esta relación siendo una familia tan
extensa?
–Han
sido pocas las ocasiones que me ha tocado verlos, pero muy bien, muy tranquila,
muy amables. Puedo decir que sus hijos son unos muchachos muy educados, muy
amables, como él. Se quieren demasiado como papá e hijo, como cualquier
persona. El problema también es el hecho de que ellos siempre se tienen que
estar cuidando por ser hijos de él, que no es que primero los investigan y
luego los acusan, sino que primero los acusan y luego investigan.
Iván
Guzmán Salazar, uno sus hijos mayores, fue arrestado por el gobierno de México
en 2005 y liberado en 2008. Y José Alfredo, del mismo apellido, es acusado de
tráfico de drogas en una corte de Illinois junto con su padre. Ambos son
producto de su primer matrimonio, con Alejandrina Salazar.
La
DEA
–¿Guzmán
Loera hablaba con alguien del gobierno estadunidense?, ¿conocía a gente de la
DEA?
–Que
yo sepa, no; nunca he sabido que tenga negociaciones ni que haya hablado con
una persona de la DEA. Yo más bien creo que a la DEA lo que le importa es tener
comunicación con personas que puedan aportarle cosas, como es ponerle a otras
personas, y saben perfectamente que él nunca haría eso; entonces, como que por
ese lado nunca han tratado de buscarlo.
En
una corte de distrito en Chicago, Vicente Zambada, quien fue detenido en Mexico
en 2009 y extraditado en 2010, afirmó ante el juez que el Cártel de Sinaloa, a
través del abogado del Chapo, Humberto Loya Castro, había ayudado a detener y
matar a miles. Y que gran parte de esa información provenía directamente de
Guzmán Loera, quien, según su abogado, José Refugio Rodríguez, está abierto a
no obstaculizar la extradición a Estados Unidos si llega a un convenio con ese
gobierno.
Emma
afirma que el gobierno de México ha inventado muchas historias falsas de su
marido para tener a quien echarle la culpa de las cosas malas que pasan en el
país. “Para tener entretenidas a las personas y no dejarnos ver lo que
realmente pasa… como es tanta pobreza que hay, tantas personas desaparecidas
que no encuentran y que no saben cómo explicarlo. Es mi opinión”.
En
febrero de 2014, cuando fue detenido por la marina en Mazatlán, Emma estaba
ahí. Lo visitó religiosamente en El Altiplano durante el año y medio que estuvo
preso. Afirma que se enteró por los medios de comunicación de su fuga el 11 de
julio de 2015 y supo, por los mismos medios de comunicación, que fue detenido la
mañana del 8 de enero pasado en Los Mochis, Sinaloa, mientras presuntamente
huía en un auto robado.
–¿Qué
sintió?
–Estaba
preocupada por lo que le pudieran hacer… las represalias que pudieran tomar en
su contra por lo pasado; muchos pensamientos encontrados.
–¿Temía
usted por su vida
–Por
supuesto. Aún temo.
Emma
Coronel, la exreina de belleza de Canelas, fue de nuevo a la misma prisión de
donde había escapado su marido, para verlo. Después de esperar ahí tres días,
desde la mañana hasta el anochecer, la dejaron verlo 15 minutos en el área de
visitas del Altiplano. Ella afirma que su vida corre peligro y que el gobierno
de México, en venganza por la humillante fuga, lo maltrata y “tortura
lentamente”.
Aunque
el gobierno lo niega, ella y Rodríguez, el abogado, reiteraron a esta reportera
que su estado de salud es muy delicado. Por el constante pase de lista y la
presencia de personal camuflado fuera de su celda, no ha podido dormir y tiene
la presión en 190. Es decir, al borde de un infarto o una embolia. Fuentes
consultadas esta semana dentro del penal confirmaron que el estado de salud del
Chapo está muy deteriorado.
La
Comisión Nacional de los Derechos Humanos se negó a informar sobre la salud de
Guzmán Loera y señaló que no podrán hacer ningún pronunciamiento mientras no
termine la investigación.
“Si
hubiera sabido que no iba a poder estar con todos los que quiero, no hago
esto”, murmuró el capo a Emma Coronel en su breve encuentro a mediados de
enero; y desde entonces no ha podido ver ni hablar con nadie de su familia.
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