La
socialdemocracia ante Grecia/Juan Moscoso es diputado por Navarra del PSOE, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista (GPS) en la Comisión de Economía y Competitividad del Congreso de los Diputados y Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad Autónoma de Madrid.
El
País |18 de julio de 2015..
La
única lectura positiva posible del tercer rescate griego es que Grecia continúa
en el euro. Una continuidad que, sin embargo, no ha impedido que se derrumbe el
mito de la irreversibilidad de la moneda única, en gran medida como
consecuencia de la actitud de Alemania. Wolfgang Schäuble planteó en el Eurogrupo
la salida temporal de Grecia del euro rompiendo para siempre, y no sólo para
Grecia, el paradigma de la irreversibilidad.
La
crisis de Grecia ha provocado que el euro se tambalee como nunca lo había hecho
antes. La negociación se produjo confrontando dos alternativas, la de la
permanencia frente al Grexit. Un planteamiento que abocó al gobierno Griego a
asumir un acuerdo durísimo primando por encima de todo y con poco margen para
matices la permanencia en la eurozona. “Acuerdo” o “Grexit”, ese era el dilema,
y Alexis Tsipras, como la socialdemocracia, eligió “acuerdo” muy a pesar de
muchos gobiernos conservadores.
Una
vez más ha vuelto a quedar claro que sigue sin existir una alternativa al
esquema de gobernanza económica impuesto por Alemania a pesar de su fracaso en
materia de crecimiento, desapalancamiento, mejora de la productividad, creación
de empleo… La zona euro no puede convertirse en una trampa permanente para los
países menos virtuosos condenados a la deflación y a políticas procíclicas porque
sí.
Es
evidente que este gobierno griego no es el único y ni siquiera el principal
responsable de la situación, que se remonta a mucho más atrás, y es evidente
también que la estrategia seguida por la Unión Europea y por el Eurogrupo ha
fracasado. Pero no es esto sobre lo que quiero reflexionar, sino sobre el
escenario al que se enfrenta la socialdemocracia europea a partir de ahora, en
un momento en el que se ha dinamitado la confianza, el único sustento real del
modelo comunitario.
La
socialdemocracia europea, en particular la del sur, la de los presidentes
François Hollande y Matteo Renzi, la española y portuguesa, pueden apuntarse el
éxito de haber evitado el Grexit, que no es poco. El papel del SPD sirviendo de
cauce para transmitir a Angela Merkel la indignación socialdemócrata de
dimensión europea generada por la propuesta de Schäuble dio resultado. El papel
del resto fue menor.
Sin
los socialdemócratas Grecia ya no estaría en el euro. Sin su empuje no habría
habido acuerdo, este “acuerdo”. Pero esto no acaba aquí. La socialdemocracia
europea debe considerar este acuerdo como un comienzo, como el arranque de una
nueva etapa. Y no como un fin en sí mismo.
La
respuesta socialdemócrata a esta crisis ha sido garantizar la continuidad de
Grecia en el euro porque la alternativa conservadora proponía la salida, el
Grexit. Con el permiso de Schäuble, la denostada socialdemocracia ha salvado al
euro. Ahora bien, su obligación a partir de ahora es saber dar contenido a la
permanencia de Grecia en la moneda única. Nadie se va a encargar de ello si no
lo hacemos nosotros.
¿Es
el acuerdo cuyos detalles se están ahora negociando todo lo que puede ofrecer
la socialdemocracia? La respuesta es no. Los socialistas y socialdemócratas
europeos debemos ser mucho más ambiciosos que lo que propone el documento de
los cinco presidentes de las instituciones europeas, con el objetivo de cerrar
cuanto antes un calendario de reformas profundas para Europa y para el euro.
Una vez más, ya ocurrió con los multiplicadores fiscales, el análisis del FMI
de esta semana sobre la insostenibilidad de la deuda griega y la necesidad de
quitas o de una mora de décadas ha vuelto a poner en evidencia a la Unión.
El
enorme esfuerzo que va a suponer para Grecia intentar crecer anclada al euro
debe tener garantías de que lo va a conseguir, y de que la cohesión económica y
social va a mejorar en el futuro. Si no es así la permanencia en la moneda
única dejará de tener sentido como éxito socialdemócrata frente al potencial
Grexit conservador.
Seguir
en el euro, sí, pero con algún fin, para lograr algo. Ese es el gran reto que
la izquierda socialista y socialdemócrata europea debe afrontar ahora. El de
volver a dotar de contenido el sueño europeo de integración y progreso continuo
que estas semanas fatídicas han dejado más debilitado que nunca. Con la
socialdemocracia Europa debe merecer la pena.
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