El
Papa Francisco irrumpe en la batalla política de Estados Unidos
Francisco
topa con los republicanos y sintoniza con Obama en la ecología, la política
económica, la inmigración y Cuba
MARC
BASSETS/ El País/ Washington 22 SEP 2015
Con
pocos líderes mundiales Obama se entiende tan bien como con el Papa Francisco /
PABLO MARTINEZ MONSIVAIS (AP)
La
izquierda lo recibe con los brazos abiertos. La derecha recela de él. ¿Qué hace
un Papa alineándose con los progresistas en asuntos que van desde la lucha
contra la pobreza a la alarma por el calentamiento planetario? El mensaje de
Francisco, que el martes aterriza en Estados Unidos, incide en las discusiones
políticas más intensas de Washington. De las desigualdades al cambio climático,
de la inmigración a Cuba, Jorge Mario Bergoglio se alinea con el presidente
Barack Obama.
El
argentino Bergoglio llega a un territorio desconocido. Es la primera vez que
pisa Estados Unidos. “Es el elemento externo de Washington por excelencia”,
dice John Carr, director de la Iniciativa sobre el pensamiento social católico
y la vida pública en la Universidad de Georgetown, en Washington. “Tendemos a
pensar que somos el centro del mundo”, añade Carr, en alusión a Estados Unidos.
“Nosotros no somos el centro de su mundo. Es algo que debemos aprender”.
Los
mensajes de Bergoglio dividen a políticos e intelectuales católicos
estadounidenses. Hay tres campos. Primero, los católicos progresistas, que lo
aplauden. Segundo, los conservadores que subrayan que el Papa no es un político
y que etiquetarle según los esquemas de la política partidista es distorsionar
su mensaje. Y tercero, quienes ven en los mensajes de Francisco sobre la
economía o el cambio climático, sobre la inmigración o sobre Cuba, influencias
marxistas y peronistas, el movimiento populista que predominó en la Argentina
en la que el Papa creció y se formó.
Rush
Limbaugh, el locutor de radio más influyente de la derecha, describió como
“puro marxismo” el contenido de la exhortación papal Evangelii gaudium (La
alegría del evangelio), publicada a finales de 2013. El documento criticaba el
capitalismo desbocado. “Con el celo indiscriminado de un converso, [el Papa]
abraza ideas impecablemente de moda, demostrablemente falsas y profundamente
reaccionarias. Devastaría a los pobres en cuyo nombre pretende hablar”,
escribió este fin de semana, en The Washington Post, el columnista George F.
Will.
Ni
Will ni Limbaugh son católicos, pero expresan con crudeza la visión del Papa de
un sector del catolicismo norteamericano. Lo ven como un peronista argentino
que no entiende ni Estados Unidos ni el sistema del libre mercado. Sus palabras
comprensivas hacia los homosexuales también incomodan a algunos católicos en
pleno debate sobre el matrimonio gay. Este sector tuvo en Juan Pablo II un
aliado en la guerra fría contra el comunismo y a Benedicto XVI contra el
relativismo occidental. Francisco les desconcierta en el mismo grado que
entusiasma a sectores de la izquierda.
La
realidad es más compleja. A fin de cuentas, quien ha invitado al Papa a hablar
el jueves ante el Congreso es un católico de derechas, el speaker (presidente)
de la Cámara de Representantes, John Boehner. George Weigel, intelectual
católico y conservador, previene contra la tentación de encasillar al Papa. “La
izquierda, la religiosa y la seglar”, dice, “tiene la fantasía de que, por fin,
este es el Papa que se rendirá ante la revolución sexual. La derecha tiene la
fantasía de que este papa está deshaciendo 35 años de Juan Pablo II y Benedicto
XVI. Ambas fantasías son falsas y sacadas de quicio”.
Obama
no esconde su admiración por Francisco. Ha incluido citas suyas en discursos
sobre la desigualdad y ha reconocido su papel central en el deshielo entre
Estados Unidos y Cuba. Que sea un Papa latinoamericano, comprometido en la
defensa de los inmigrantes sin papeles, mayoritariamente hispanos en EE UU,
también lo alinea con el demócrata Obama. La oposición republicana se opone al
acercamiento a Cuba, bloquea la reforma del sistema de inmigración y cuestiona
el papel del ser humano en el cambio climático.
“Sin
duda esperamos poder iluminar los valores que compartimos”, dice Melissa
Rogers, responsable de asuntos religiosos en la Casa Blanca. “Queremos hablar
de los temas que creemos que son importantes y en los que existe una
preocupación compartida y muchos puntos de acuerdo”. Que el presidente se
desplace a la base militar de Andrews, en las afueras de Washington, para
recibir al Papa al pie del avión, es un gesto inhabitual. Indica que,
posiblemente, Obama no tenga hoy un “aliado más potente” en el mundo, según The
New York Times.
La
alianza no es perfecta. Los conservadores esperan palabras rotundas del Papa
sobre el aborto y el matrimonio homosexual, derechos que la Administración
Obama defiende. Estados Unidos, con 75 millones de fieles, es el cuarto país
con más católicos del mundo. Sólo uno ha sido presidente, John F. Kennedy.
Desde hace décadas, el voto católico se reparte entre demócratas y
republicanos, en un reflejo de las divisiones del país. Para la mayoría,
Francisco es un jefe espiritual, más allá de la lectura política de sus
posiciones. “Es un pastor, es un cristiano, es un católico”, dice John Carr.
“Quien intente ponerle un etiqueta política estará cometiendo un gran error”.
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