El Papa pide a los periodistas del vuelo papal ser puentes de paz
Durante el viaje de Roma a Cuba, el papa saludó a la “fuente“ -76 periodistas- que le acompañan en el avión y agradeció la labor de los periodistas por hacer puentes: “pequeños puentes, pequeños, pero un pequeño puente y otro, y otro, y otro, hacen el gran puente de la paz”.
Tal y como recordó el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, para este vuelo hubo 140 solicitudes de periodistas, pero por cuestiones de espacio no se pudieron aceptar todas.
Por su parte, el Santo Padre recordó que este será el viaje más largo de su pontificado, por tanto “¡habrá trabajo!" Asimismo, dio las gracias a los presentes por “el trabajo que se hace y que se va a hacer”.
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Vatican Insider 9/19/2015
Durante el viaje de Roma a Cuba, el papa saludó a la “fuente“ -76 periodistas- que le acompañan en el avión y agradeció la labor de los periodistas por hacer puentes: “pequeños puentes, pequeños, pero un pequeño puente y otro, y otro, y otro, hacen el gran puente de la paz”.
Tal y como recordó el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, para este vuelo hubo 140 solicitudes de periodistas, pero por cuestiones de espacio no se pudieron aceptar todas.
Por su parte, el Santo Padre recordó que este será el viaje más largo de su pontificado, por tanto “¡habrá trabajo!" Asimismo, dio las gracias a los presentes por “el trabajo que se hace y que se va a hacer”.
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Vatican Insider 9/19/2015
Las
empanadas durante el vuelo papal
La
periodista de la cadena Univisión le regaló a Francisco una caja de empanadas
preparadas por un restaurante de Miami. El Papa las mandó descongelar, dividir
en pequeños pedacitos y distribuirlos a todos los periodistas del séquito
Nota de Andrea Tornielli…
VUELO
ROMA-LA HABANA
Como
ya es tradicional, Papa Francisco pasó a saludar, uno por uno, a los
periodistas que lo acompañan durante el vuelo hacia Cuba (y que también
viajarán a Estados Unidos). Después de haber pronunciado algunas palabras,
narrando principalmente la emoción que sintió poco antes de despegar, cuando al
salir del Vaticano se encontró con una de las dos familias de prófugos sirios
hospedadas después de su llamado, el Papa atravesó el corredor del avión. En la
sección de la cola del avión, en donde viajan 74 periodistas, se entretuvo más
de media hora y se retiró, como siempre, lleno de libros, regalos, trofeos,
cartas, recados, homenaje, y después de haber concedido varios «selfies».
Andrés
Beltramo Alvarez, de la agencia mexicana Notimex y de di Vatican Insider, le hizo escuchar un
mensaje de una de sus hijas grabado con su celular. Jean-Louis de la Vassiere,
de la agencia France Press, le regaló a Francisco su último libro, dedicado
justamente a él. La enviada italiana de Tv2000, Cristina Caricato, le enseñó
los emociones de su celular en los que aparece con caras simpáticas; el Papa le
respondió: «Estoy mejor ahí que en la realidad». El periodista de Telemundo le
entregó, en nombre de la emisora, una copia del Premio Emmy concedido por la
cobertura televisiva del Cónclave. La periodista argentina Elisabeta Piqué le
regaló una caja de dulces de leche.
Además
de decenas de cartas, el Papa recibió una caja grande atada con una cinta azul.
Estaba llena de empanadas. Se la regaló María Antonieta Collins, periodista de
la cadena televisiva Univisión que viajó de Miami a Roma para volver a
embarcarse en el vuelo papal hacia Cuba. Mandó preparar las empanadas, plato
que le gusta mucho a Bergoglio en uno de los mejores restaurantes de Miami. Las
empanadas estuvieron dos días en un congelador de Roma.
«Cuando
nosotros los periodistas nos tomamos una pausa para el almuerzo -continúa
Evangelina en el epílogo del libro- ya era demasiado tarde y no había quedado
casi nada. Mientras recorríamos la sala en donde servían la comida, Bergoglio
se acercó, nos saludó uno por uno y nos agradeció por nuestro trabajo. Nos
sentamos en la última mesa. La mesera trajo un plato con cinco empanadas, pero
nosotros éramos ocho. Alguno tomó la iniciativa y comenzó a cortarlas a la
mitad. Compartir: este era el espíritu del encuentro. Y, como fuera, no
teníamos de otra».
«Desde
su mesa, al otro lado de la sala, Bergoglio vio nuestros movimientos y
comprendió. Se levantó y comenzó a preguntarles a los demás presentes si ya
habían acabado de comer. Recuperó de las manos de pastores y sacerdotes las
últimas empanadas, las reunió en un plato y nos las llevó. Conmovidos por su
gesto tan premuroso, nos sentimos halagados y muy sorprendidos. Había
multiplicado la comida… El hombre que hoy ocupa la Cátedra de Pedro había visto
una necesidad y la había colmado, mientras que nadie más se había dado cuenta».
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