El Papa en el ángelus - 'No podemos permitir otro fracaso de la paz en
Colombia'
El papa Francisco pidió que la sangre vertida por miles de inocentes, unida
a la del Señor en la Cruz, sostenga los diálogos de paz que se realizan en Cuba
Francisco después de celebrar la misa en la plaza central de La
Habana, rezó la oración del ángelus.
Poco antes agradeció al cardenal Jaime
Ortega y Alamino, arzobispo de esta ciudad, sus amables palabras, así como “a
los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos”.
Y también “al señor
presidente y a todas las autoridades presentes”.
Pidió
a la Virgen “que nos enseñe a estar junto a la cruz del hermano que sufre. Que
aprendamos a ver a Jesús en cada hombre postrado en el camino de la vida; en
cada hermano que tiene hambre o sed, que está desnudo o en la cárcel o
enfermo”.
A
continuación hizo un fuerte llamado, en favor de la paz en
Colombia y de los diálogos que se están realizando en La Habana desde hace
varios meses, para que se den pasos adelante.
“Por
favor -exhortó el Papa-no tenemos derecho a permitirnos otro fracaso más en
este camino de paz y reconciliación.
A
continuación el texto completo del papa Francisco con motivo de la oración del
ángelus
«Agradezco
al Cardenal Jaime Ortega y Alamino, Arzobispo de La Habana, sus amables
palabras, así como a mis hermanos Obispos, sacerdotes, religiosos y fieles
laicos. Saludo también al Señor Presidente y a todas las autoridades presentes.
Hemos
oído en el evangelio cómo los discípulos tenían miedo de preguntar a Jesús
cuando les habla de su pasión y muerte. Les asustaba y no podían comprender la
idea de ver a Jesús sufriendo en la Cruz. También nosotros tenemos la tentación
de huir de las cruces propias y de las cruces de los demás, de alejarnos del
que sufre.
Al
concluir la santa Misa, en la que Jesús se nos ha entregado de nuevo con su
cuerpo y su sangre, dirijamos ahora nuestros ojos a la Virgen, Nuestra Madre. Y
le pedimos que nos enseñe a estar junto a la cruz del hermano que sufre. Que
aprendamos a ver a Jesús en cada hombre postrado en el camino de la vida; en
cada hermano que tiene hambre o sed, que está desnudo o en la cárcel o enfermo.
Junto a la Madre, en la Cruz, podemos comprender quién es verdaderamente «el más
importante», y qué significa estar junto al Señor y participar de su gloria.
Aprendamos
de María a tener el corazón despierto y atento a las necesidades de los demás.
Como nos enseñó en las Bodas de Caná, seamos solícitos en los pequeños de
detalles de la vida, y no cejemos en la oración los unos por los otros, para
que a nadie falte el vino del amor nuevo, de la alegría que Jesús nos trae.
En
este momento me siento en el deber de dirigir mi pensamiento a la querida
tierra de Colombia, «consciente de la importancia crucial del momento presente,
en el que, con esfuerzo renovado y movidos por la esperanza, sus hijos están
buscando construir una sociedad en paz». Que la sangre vertida por miles de
inocentes durante tantas décadas de conflicto armado, unida a aquella del Señor
Jesucristo en la Cruz, sostenga todos los esfuerzos que se están haciendo,
incluso en esta bella Isla, para una definitiva reconciliación.
Y
así la larga noche de dolor y de violencia, con la voluntad de todos los
colombianos, se pueda transformar en un día sin ocaso de concordia, justicia,
fraternidad y amor en el respeto de la institucionalidad y del derecho nacional
e internacional, para que la paz sea duradera. Por favor, no tenemos derecho a
permitirnos otro fracaso más en este camino de paz y reconciliación.
Les
pido ahora que se unan conmigo en la plegaria a María, para poner todas
nuestras preocupaciones y aspiraciones cerca del Corazón de Cristo. Y de modo
especial, le pedimos por los que han perdido la esperanza, y no encuentran
motivos para seguir luchando; por los que sufren la injusticia, el abandono y
la soledad; pedimos por los ancianos, los enfermos, los niños y los jóvenes,
por todas las familias en dificultad, para que María les enjugue sus lágrimas,
les consuele con su amor de Madre, les devuelva la esperanza y la alegría.
Madre santa, te encomiendo a estos hijos tuyos de Cuba: ¡No los abandones
nunca!. Y por favor no se olviden de rezar por mi».
Zenit (20
de septiembre de 2015) © Innovative Media Inc.
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