Encuentro del Papa Francisco con los jóvenes de Cuba
LA
HABANA, 20 de Septiembre de 2015..
En el Centro Cultural Padre Félix Varela, el papa Francisco se reunió con la juventud cubana para exhortarla a soñar y a caminar junta para construir la «amistad social» y llegar a «esa dulce esperanza de la patria»
El papa Francisco sostuvo esta tarde un
encuentro con unos cinco mil jóvenes en el Centro Cultural Padre Félix Varela a
quienes les dirigió el siguiente discurso improvisado tras escuchar el
testimonio del joven cubano Leonardo Fernández en representación de los demás
asistentes:
Ustedes
están parados y yo estoy sentado, ¡qué vergüenza! pero ¿saben por qué me
siento? porque tomé notas de algunas cosas que dijo vuestro compañero y sobre
estas les quiero hablar. Una palabra que cayó fuerte: soñar. Un escritor
latinoamericano, decía que las personas tenemos dos ojos: uno de carne y otro
de vidrio. Con el ojo de carne vemos lo que miramos. Con el ojo de vidrio vemos
lo que soñamos. Está lindo ¿eh?
En
la objetividad de la vida tiene que entrar la capacidad de soñar y un joven que
no es capaz de soñar está clausurado en sí mismo. Está encerrado en sí mismo.
Cada uno a veces sueña cosas que nunca van a suceder. Pero suéñalas, deséalas,
busca horizontes, ábrete, ábrete a cosas grandes. No sé si en Cuba se usa la
palabra, pero los argentinos decimos: no te arrugues, ¿eh? ábrete y sueña,
sueña que el mundo contigo puede ser distinto. Sueña que si tú pones lo mejor
de ti, vas a ayudar a que ese mundo sea distinto.
No
se olviden. Sueñen. Por ahí se les va la mano y sueñan demasiado y la vida les
corta el camino, no importa, sueñen y cuenten sus sueños. Cuenten, hablen de
las cosas grandes que desean, porque cuanto más grande es la capacidad de soñar
y la vida te deja a mitad de camino, más camino has recorrido. Así que primero
soñar.
Tú
dijiste una frasecita, que yo tenía escrita en la intervención de él porque la
subrayé y tomé alguna nota. “Que sepamos acoger y aceptar al que piensa
diferente”. Realmente nosotros a veces somos cerrados. Nos metemos en nuestro
mundito: o este es como yo quiero que sea o no. Y fuiste más allá todavía: que
no nos encerremos. Que no nos encerremos en los conventillos de las ideologías
o en los conventillos de las religiones, que podamos crecer ante los
individualismos.
Cuando
una religión se vuelve conventillo pierde lo mejor que tiene, pierde su
realidad de adorar a Dios, de creer en Dios. Es un conventillo, es un
conventillo de palabras, de oraciones, de yo soy bueno, tú eres malo, de
prescripciones morales y cuando yo tengo mi ideología, mi modo de pensar y tú
tienes el tuyo, me encierro en ese conventillo de la ideología.
Corazones
abiertos, mentes abiertas. Si tú piensas distinto que yo, ¿por qué no vamos a
hablar? ¿Por qué siempre nos tiramos la piedra sobre aquello que nos separa,
sobre aquello en lo que somos distintos? ¿Por qué no nos damos la mano en
aquello que tenemos en común? Animarnos a hablar de lo que tenemos en común y
después podemos hablar de las cosas que tenemos diferentes o que pensamos, pero
digo hablar, no digo pelearnos, no digo encerrarnos, no digo ‘conventillear’
como usaste tú la palabra (se dirige al joven que habló en representación de
los demás). Pero eso solamente es posible cuando uno tiene la capacidad de
hablar de aquello que tengo en común con el otro, de aquello para lo cual somos
capaces de trabajar juntos.
En
Buenos Aires estaba en una parroquia nueva en una zona muy, muy pobre. Estaban
construyendo unos salones parroquiales un grupo de jóvenes de la universidad y
el párroco me dijo por qué no te vienes un sábado y así te los presento,
trabajaban los sábados y los domingos en la construcción. Eran chicos y chicas
de la universidad... entonces llegué y los vi y los fue presentando. Este es el
arquitecto, es judío, este es comunista, este es católico práctico, todos eran
distintos, pero todos estaban trabajando en común por el bien común. Eso se
llama amistad social, buscar el bien común.
La
enemistad social destruye y una familia se destruye por la enemistad, un país
se destruye por la enemistad, el mundo se destruye por la enemistad. Y la
enemistad más grande es la guerra. Y hoy día vemos que el mundo se está
destruyendo por la guerra, porque son incapaces de sentarse y hablar. Bueno,
negociemos, ¿qué cosas podemos hacer en común? ¿En qué cosas no vamos a ceder?
Pero no matemos más gente. Cuando hay división, hay muerte. Hay muerte en el
alma porque estamos matando la capacidad de unir, estamos matando la amistad
social y eso es lo que yo les pido a ustedes hoy, sean capaces de crear la
amistad social.
Después
salió otra palabra que tú dijiste (nuevamente se dirige al joven que intervino
antes que él)... la palabra esperanza. Los jóvenes son la esperanza de un
pueblo, eso lo oímos en todos lados, pero ¿qué es la esperanza? ¿Es ser
optimista? ¡No! Optimismo es un estado de ánimo. Mañana te levantas con dolor
de hígado y no eres optimista, ves todo negro. O sea la esperanza es algo más,
la esperanza es sufrida, la esperanza sabe sufrir para llevar adelante un
proyecto, sabe sacrificarse ¿Tú eres capaz de sacrificarte por un futuro? ¿o
solamente quieres vivir el presente y que se arreglen los que vengan?
La
esperanza es fecunda, la esperanza da vida. ¿Vos sos capaz de dar vida? ¿o vas
a ser un chico o chica espiritualmente estéril, sin capacidad de crear vida a
los demás, sin capacidad de crear amistad social, sin capacidad de crear
patria, sin capacidad de crear grandeza? La esperanza es fecunda.
La
esperanza se da en el trabajo y aquí me quiero referir a un problema muy grave
que se está viviendo en Europa. La cantidad de jóvenes que no tienen trabajo.
Hay países en Europa que jóvenes de 25 años hacia abajo viven desocupados en un
porcentaje del 40 por ciento. Pienso en un país. Otro país el 47 por ciento,
otro país el 50 por ciento.
Evidentemente
que un pueblo que no se preocupa por dar trabajo a los jóvenes; un pueblo y
cuando digo pueblo no digo gobiernos, todo el pueblo... la preocupación de la
gente, de que nuestros jóvenes no trabajan, ese pueblo no tiene futuro. Los jóvenes entran a formar parte de la
cultura del descarte y todos sabemos que hoy en este imperio del Dios dinero se
descartan las cosas y se descartan las personas.
Se
descartan los chicos porque no se los quiere o porque se los mata antes de
nacer. Se descartan los ancianos... estoy hablando del mundo en general, se
descartan los ancianos porque ya no producen. En algunos países hay ley de
eutanasia pero en tantos otros hay una eutanasia escondida, encubierta. Se
descartan los jóvenes porque no les dan trabajo. Entonces ¿qué le queda a un
joven sin trabajo?
Un
país que no inventa, un pueblo que no inventa posibilidades laborales para sus
jóvenes, a ese joven le queda o las adicciones o el suicidio o irse por ahí
buscando ejércitos de destrucción para crear guerras. Esta cultura del descarte
nos está haciendo mal a todos, nos quita la esperanza y es lo que tú pediste
para los jóvenes (se dirige al mismo joven).
“Queremos
esperanza”, esperanza que sufrida, es trabajadora, es fecunda, nos da
trabajo y nos salva de la cultura del
descarte y esta esperanza que es convocadora, convocadora de todos, porque un
pueblo que sabe autoconvocarse para mirar el futuro y construir la amistad
social, como dije, aunque piense diferente, ese pueblo tiene esperanza.
Y
si yo me encuentro con un joven sin esperanza... por ahí una vez dije jovenes
jubilados. Hay jóvenes que parece que se jubilan a los 22 años. Son jóvenes con
tristeza existencial, son jóvenes que han apostado su vida al derrotismo
básico, son jóvenes que se lamentan, son jóvenes que se fugan de la vida.
El
camino de la esperanza no es fácil y no se puede recorrer solo. Hay un
proverbio africano que dice “si quieres ir de prisa, anda solo, pero si quieres
llegar lejos, anda acompañado”. Y yo a ustedes jóvenes cubanos, aunque piensen
diferente, aunque tengan sus puntos de vista diferentes, quiero que vayan
acompañados, juntos buscando la esperanza, buscando el futuro y la nobleza de
la patria.
Y
así empezamos con la palabra soñar y quiero terminar con otra palabra que tú
dijiste (el mismo joven) y que yo la suelo usar bastante: “la cultura del
encuentro”. Por favor, no nos ‘desencontremos’ entre nosotros mismos. Vayamos
acompañados, Uno, encontrados, aunque pensemos distinto, aunque sintamos
distinto, pero hay algo que es superior a nosotros, es la grandeza de nuestro
pueblo, es la grandeza de nuestra patria, es esa belleza, esa dulce esperanza
de la patria a la que tenemos que llegar. ¡Muchas Gracias!
(El
Papa antes de irse vuelve a tomar el micro)
Bueno,
me despido deseándoles lo mejor. Todo esto que les dije se los deseo. Voy a
rezar por ustedes. Y les pido que recen
por mí. Y si alguno de ustedes no es creyente y no puede rezar, porque no es
creyente, que al menos me desee cosas buenas.
Que
Dios los bendiga, los haga caminar en este camino de esperanza hacia la cultura
del encuentro evitando esos conventillos de los cuales habló vuestro compañero.
Y
que Dios los bendiga a todos.
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