Francisco dirigió un discurso a los niños
del Centro Betania y a los que sirven en las obras de caridad en Albania, a
quienes dijo que el secreto de una existencia plena es amar y entregarse por
amor. A continuación el texto completo de las palabras del Santo Padre:
Queridos
hermanos del Centro Betania:
Les
agradezco de corazón su gozosa acogida. Y, sobre todo, les agradezco la
hospitalidad que cada día dan a tantos niños y adolescentes necesitados de
atención, de ternura, de un ambiente sereno y de personas amigas, que sean
también verdaderos educadores, ejemplos de vida, y en las que encuentren apoyo.
En
lugares como éste, todos confirmamos nuestra fe, se nos hace más fácil creer,
porque vemos la fe hecha caridad concreta. La vemos dar luz y esperanza a
situaciones de gran dificultad; vemos que se enciende de nuevo en el corazón de
personas tocadas por el Espíritu de Jesús, que decía: «El que acoge a un niño
como éste en mi nombre me acoge a mí». Esta fe que actúa en la caridad mueve
las montañas de la indiferencia, de la incredulidad y de la indolencia, y abre
los corazones y las manos para hacer el bien y difundirlo. La Buena Noticia de
que Jesús ha resucitado y está vivo en medio de nosotros pasa a través de
gestos humildes y simples de servicio a los pequeños.
Además,
este Centro demuestra que es posible la convivencia pacífica y fraterna entre
personas de distintas etnias y diversas confesiones religiosas. Aquí las
diferencias no impiden la armonía, la alegría y la paz; es más, se convierten
en ocasión para profundizar en el conocimiento y en la comprensión mutua. Las
diversas experiencias religiosas se abren al amor respetuoso y operante con el
prójimo; cada comunidad religiosa se expresa con el amor y no con la violencia,
no se avergüenza de la bondad. Quien cultiva la bondad en su interior recibe a
cambio una conciencia tranquila, una alegría profunda aun en medio de las
dificultades y de las incomprensiones. Incluso ante las ofensas recibidas, la
bondad no es debilidad, sino auténtica fuerza, capaz de renunciar a la
venganza.
El
bien es premio en sí mismo y nos acerca a Dios, Sumo Bien. Nos hace pensar como
Él, nos hace ver la realidad de nuestra vida a la luz de su proyecto de amor
para cada uno de nosotros, nos permite disfrutar de las pequeñas alegrías de
cada día y nos sostiene en las dificultades y en las pruebas. El bien paga
infinitamente mejor que el dinero, que nos defrauda porque hemos sido creados
para recibir y comunicar el amor de Dios, y no para medir las cosas por el
dinero y el poder. Nos mata a todos.
Queridos
hermanos, en su saludo, la directora ha recordado las etapas que ha recorrido
su asociación y las obras que han nacido de la intuición de la fundadora, la
señora Antonietta Vitale –a la que saludo cordialmente y agradezco su acogida–,
ha subrayado la ayuda de los bienhechores y el desarrollo de las diversas
iniciativas. Ha hablado de la gran cantidad de niños amorosamente acogidos y
atendidos.
Mirjan,
por su parte, ha dado testimonio de su experiencia personal, de su entusiasmo y
gratitud por un encuentro que ha transformado su existencia y le ha abierto
nuevos horizontes, con nuevos amigos y con un Amigo todavía más grande y mejor
que los demás: Jesús. Ha dicho una cosa muy significativa a propósito de los
voluntarios que colaboran aquí; ha dicho: «Desde hace 15 años se sacrifican con
alegría por amor a Jesús y a nosotros». Es una frase que revela cómo entregarse
por amor a Jesús produce alegría y esperanza, y cómo servir a los hermanos se
transforma en reinar con Dios.
Estas
palabras de Mirjan-Paolo pueden resultar paradójicas para buena parte de
nuestro mundo, que no acaba de comprenderlas y ansía encontrar la clave de la
propia existencia en las riquezas terrenas, en el poder y en la pura diversión,
donde sólo encuentra alienación y confusión.
El
secreto de una existencia plena es amar y entregarse por amor. Ahí se encuentra
la fuerza para "sacrificarse con alegría", y el compromiso más
exigente se convierte en fuente de mayor alegría. Así no asustan las opciones
de vida definitivas, que aparecen, a su verdadera luz, como un modo de realizar
plenamente la libertad personal.
Que
el Señor Jesús y su Madre, la Virgen María, bendigan su Asociación, este Centro
Betania y los otros centros que la caridad ha hecho surgir y la Providencia
crecer. Que bendigan a todos los voluntarios, a los bienhechores y a todos los
niños y adolescentes.
Su
patrón, San Antonio de Padua, los acompañe en el camino. Continúen con
confianza sirviendo al Señor en los pobres y en los abandonados, y pidiéndole
que los corazones y las mentes de todos se abran al bien, a la caridad
operante, fuente de auténtica alegría. Les pido, por favor, que recen por mí y
de corazón los bendigo.
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