El
colmillo que intenta desgarrar el movimiento del Poli/SANTIAGO
IGARTÚA
Revista Proceso No. 1979, 4 de octubre de 2014
El
gobierno federal desplegó una amplia baraja de estratagemas para desactivar la
reciente manifestación politécnica: todo indica que desató una “guerra sucia”
de baja intensidad para deslegitimar el movimiento, que preparó a conciencia la
“aparición improvisada” de Miguel Ángel Osorio Chong en el mitin del 30 de
septiembre y que la renuncia de Yoloxóchitl Bustamante se había fraguado
incluso antes de que los estudiantes entregaran el pliego petitorio. De hecho,
la probable salida de la directora general le beneficia al gobierno, que ahora
podrá colocar a un priista al frente del Poli.
Una
vez más, como lo hizo el movimiento #YoSoy132 en los tiempos en que se gestó el
regreso del PRI a la Presidencia, la organización estudiantil consiguió
desestabilizar al grupo de poder que encabeza Enrique Peña Nieto y activó el
mecanismo de gobierno que ha intentado desmovilizarlo a toda costa.
Desencadenado
por la aprobación de un reglamento interno que transgrede el proyecto
fundacional del Instituto Politécnico Nacional (IPN), aprobado la madrugada del
miércoles 24 de septiembre, en armonía con las reformas a sus planes y
programas de estudio, el movimiento estudiantil se propagó en cuestión de
horas. Desconocidos como alumnos por la directora de la institución,
Yoloxóchitl Bustamante, los estudiantes se movilizaron en redes sociales bajo
la etiqueta #TodosSomosPolitécnico. No hubo un tema más comentado en el
ciberespacio del país.
La
inconformidad estalló en las calles el jueves 25 con la participación más
grande de politécnicos en casi 30 años. Comenzó a replicarse la historia del
“viernes negro” de mayo de 2012 que, ante las protestas en su contra, llevó a
Enrique Peña Nieto a ocultarse en los baños de la Universidad Iberoamericana y
a los universitarios del país a unirse en la indignación.
La
autoridad universitaria se vio obligada a retroceder y ofreció una solución
parcial, aplazando la aplicación de los planes de estudio de la Escuela
Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA), génesis del conflicto, pero éste
la había rebasado. El IPN se fue a paro casi en su totalidad
La
repercusión del estallido estudiantil fue tal que no habían pasado 24 horas
cuando el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se ofreció como
mediador en el asunto académico, haciendo suya la agenda de la Secretaría de
Educación Pública, dependencia a cargo de Emilio Chuayffet.
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Reconocido
el movimiento por las esferas más altas del poder, con el día más emblemático
de la lucha estudiantil nacional en puerta, comenzaron a circular miles de
volantes impresos y versiones electrónicas entre el estudiantado politécnico.
En nombre de los “compañeros del Poli”, la consigna era no asistir a la marcha
del 2 de octubre, rechazar el apoyo de organizaciones sociales y sindicales y
desconocer a los colectivos de estudiantes activistas, a los que se calificaba
de terroristas y manipuladores.
Se
intentó desactivar la participación de los colectivos más representativos al
interior del IPN: el Comité de Lucha Estudiantil del Politécnico (CLEP) y la
Coordinadora Estudiantil Politécnica (CEP), desde donde se inició la pelea que
dio vida al movimiento actual.
El
domingo 28 de septiembre, la Asamblea General Politécnica decidió marchar a la
Secretaría de Gobernación (Segob) la
tarde del martes 30 a presentar un pliego petitorio sustentado en abrogar el
reglamento interno y los planes y programas de estudio, a lo que sumaron
demandas históricas del movimiento y la exigencia de remover a Yoloxóchitl
Bustamante de la Dirección General del IPN.
El
día previo a la marcha trascendió que, desde la Segob y a espaldas de la
asamblea universitaria, una supuesta representación del CLEP había pactado que
el secretario Osorio Chong recibiría personalmente a una comisión de 30
estudiantes como colofón de la movilización. El CLEP negó su participación en
el pacto.
Sellado
de recibido a las 13:54 horas del martes 30 por la Segob, un documento signado
por integrantes de la Federación de Estudiantes Politécnicos (FEP) y la
Organización Democrática de Estudiantes Técnicos (ODET), organizaciones
históricamente catalogadas como porriles dentro del Instituto Politécnico
Nacional, vinculadas al PRI, dio cuenta de un compromiso con el gobierno
federal:
“No
efectuaremos marchas ni movimientos el día 2 de octubre”, se lee en el
documento dirigido a Osorio Chong, del que este semanario obtuvo una copia, en
concordancia con los volantes difundidos. No se explica por qué llevaron esa
decisión por escrito a la Segob.
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El
último día de septiembre, decenas de miles de estudiantes de las 44 escuelas
del Instituto Politécnico Nacional (IPN), credencial en mano, desbordaron las
calles de la Ciudad de México en la “megamarcha” que llegó a la Segob para
exigir el cumplimiento de un pliego petitorio que consta de diez puntos:
La
abrogación del Reglamento Interno del IPN; la cancelación de los planes y
programas de estudio que tecnifiquen la educación en el instituto; la
destitución inmediata de la directora Yoloxóchitl Bustamante; la
democratización de la institución y la elección de quien ocupe la Dirección por
parte de la comunidad politécnica; la suspensión definitiva de la pensión
vitalicia a exdirectores del IPN; la salida de la Policía Bancaria que custodia
los planteles; la incorporación de personal docente calificado y con
experiencia para la institución; la asignación de 2% del PIB a la educación
superior; la expulsión de los grupos porriles del instituto y que se garantice
que no habrá represalia alguna contra los integrantes de este movimiento
estudiantil por sus protestas.
Dos
grupos “estudiantiles” se disputaron el control del mitin, que concluiría con
la recepción de Osorio Chong del pliego petitorio, a las seis de la tarde, hora
pactada por la comisión desconocida por la Asamblea General. El acuerdo era
dejar el documento y volver por respuestas el viernes 3.
Los
grupos terminaron por mezclarse en el escenario, dispuesto a los pies de las
vallas metálicas que colocó la Segob.
Incitados
por gritos “espontáneos”, se “improvisó” que fuera el secretario Osorio quien
dejara su oficina para recibir sus demandas en el templete.
Tras
un intercambio de mensajes que se difundían por el sonido local, rompiendo
todos los protocolos de seguridad, Osorio Chong tomó el escenario con la
naturalidad de un ciudadano común.
Comenzó
por legitimar el movimiento y ofreció solucionar el conflicto en media hora.
“Sé
que están planteando dejar el pliego petitorio y regresar el viernes. Hagamos
que esta movilización que ustedes han realizado tenga, como nunca en la
historia de este país, una respuesta inmediata a favor de todos ustedes”, dijo
para dar pie a los aplausos y continuar:
“No
me quiero ir a la oficina. Déjenme trabajar aquí (detrás de las vallas), y aquí
mismo en media hora todos podemos estar de acuerdo en la solución al
conflicto”, lanzó con un tono afable.
Osorio
develó los encuentros entre su secretaría y jóvenes sin representatividad que
habían intentado influir dentro del movimiento: “Ayer se me dijo algo muy
importante por un grupo de ustedes: que no quieren que esto se politice. La
mejor manera de evitarlo es encontrarle solución lo más pronto posible”, dijo
antes de ser llamado a leer el pliego petitorio estudiantil, entre gritos de
“Chong, Chong, Chong”, por una parte del alumnado.
“Sí.
Claro. Ya salió a dar la cara. No podemos desperdiciar una megamarcha de 50 mil
personas”, se escuchó al frente del templete.
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El
foro se dividió hasta que el moderador del acto, Daniel Antonio Rosales, alumno
de arquitectura, intervino:
“El
gobierno no le fija fechas al movimiento estudiantil. No vinimos a entablar
diálogo. Desconocen la redacción de lo que vinimos a entregar. El movimiento no
debe aceptar respuestas al vapor”, dijo y lo abuchearon desde un sector,
mientras Osorio Chong gesticulaba su incredulidad.
Continuó:
“La reforma educativa no se hizo en 30 min. No queremos migajas. (…) Dejemos
claro que esto es resultado de la movilización estudiantil y no de la buena
voluntad de las autoridades. El movimiento pudo haberse evitado si hubieran
hecho caso de las anteriores. No hay por qué decir que las autoridades tienen
la mejor disposición, si se esperaron a una movilización enorme para dar una
respuesta”, reviró Rosales, y ahí la mayoría se convenció de que fuera el 3 de
octubre la fecha para regresar.
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Entrevistados
por Proceso, académicos, estudiantes y trabajadores administrativos del IPN
coinciden en que la intervención de Miguel Ángel Osorio Chong ante los
estudiantes, la tarde del martes 30, no habría sido espontánea, cobijado por
“grupos de poder priistas” al interior del Politécnico.
Para
Erika Celestino, maestra de la Escuela Superior de Economía, los manifestantes
cayeron en una trampa: “Yo no creo que haya sido espontáneo. Alguien lo
orquestó (pedir que subiera al templete), porque no fue decisión de asamblea.
Fue muy hábil y nosotros no estábamos preparados para que saliera, no lo
planeamos ni nos convenía. Teníamos el pliego y queríamos instalar una mesa de
negociación”, dice la maestra, y explica, a su entender, por qué han intentado
“desactivar” tan rápidamente este conflicto.
“Porque
no quieren que escale, que se politice. Lo han dicho. Saben que el descontento
estudiantil no es sólo del Poli. Le tienen miedo a los estudiantes. Si no lo
paraban, la marcha del 2 de octubre podía unir al movimiento estudiantil en
general. Prefiere resolver que tener a los estudiantes en las calles. Esto se
volvió muy grande gracias a los estudiantes”, dice y se lamenta al recordar la
tarde del martes 30.
“Históricamente,
¿el movimiento estudiantil negociando con un secretario de Gobernación priista?
Los de la UNAM nos dijeron que si alguien en su movimiento hubiera propuesto ir
a Segob hubieran pensado que era tira. Esas posiciones salieron de la gente de
la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y
Administrativas UPIICSA. Ahí se infiltró un grupo que las promovió”, denunció
la profesora Celestino.
“Hasta
ahora ése fue el punto flaco del propio movimiento. Los diarios mostraron a
Osorio Chong como el gran salvador del movimiento del IPN. Aprovecharon el
conflicto para tratar de posicionarse. Nosotros sabemos que la única forma de
resolver esto es movilizándonos, pero hay que tener mucho cuidado de que no
intervengan para intentar promoverse”, dice Adrián Alvarado, egresado del IPN y
ahora empleado con 16 años en la institución, al hacer el balance de la
intervención de Osorio Chong en el conflicto.
“Se
habló mucho de no politizar el movimiento y Osorio fue el primero en hacerlo.
Nosotros sabemos quién es y sus antecedentes, pero se valoró ir a la SEP, a Los
Pinos, y se decidió que la Segob tendría mayor inferencia dentro del IPN”,
dice, y argumenta que en su honestidad el movimiento ha sido un tanto ingenuo.
Para
él, el gobierno federal dio dos golpes en uno: desactivar el movimiento y
reinstalar al PRI en el Politécnico. “Se legitimaron. Eso es lo que hay que
combatir al interior del movimiento: un proceso de propaganda a favor del
gobierno al interior del IPN con la idea de que son ellos los que resolvieron
cuando es un triunfo del movimiento”.
Otra
lectura la da Donovan Garrido, estudiante de la ESIA y militante de la CEP,
líder del movimiento actual desde el origen. “Con esto desviaron la mirada de
temas como el de los normalistas desparecidos de Ayotzinapa y la matanza de
Tlatlaya. Ahora hasta parecen considerados con los estudiantes”, lamenta.
“Nunca
un secretario de Gobernación sale a recibir un movimiento. Uno imagina que con
ese acto quieren fortalecer al aparato del PRI dentro del IPN. Que digan:
‘Vean, el régimen está dispuesto a dialogar. Salió Chong’. Incluso hubo gente
que promovió aplausos para él. Dar una cara de apertura para que cuando venga
el próximo cambio en Dirección General, quien llegue, diga que el régimen se
portó bien con nosotros y que hay apertura. Yo creo que, conociendo el IPN y
cómo se mueve al interior la pelea de grupos por la Dirección General, yo creo
que es un mensaje del PRI”; concluyó.
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La
disputa por la Dirección General del Instituto Politécnico Nacional nació casi
a la par que las protestas estudiantiles tomaron las calles.
Explica
Adrián Alvarado: “La renuncia de la directora fue una acumulación de enojo. Si
no era capaz de resolver los problemas del IPN no tenía qué hacer ahí. El
problema fue que ésa se convirtiera en la demanda casi principal, por encima de
la abrogación del reglamento y los planes de estudio. Es otra muestra de cómo
están tratando de beneficiarse ciertos grupos internos. No debemos olvidar que
a la directora Bustamante la eligió el PAN y hay una parte muy fiel del priismo
que sigue en el IPN y está tratando de recuperar la influencia con el PRI. Es
evidente que hay una pugna.
Exmiembro
del CLEP, Alvarado abunda: “Por primera vez en muchos años las autoridades
entregaron las instalaciones (para el paro) sin oponer resistencia. Antes había
una batalla fuertísima porque te dejaran la instalación, tardabas dos o tres
días”, y cuestiona:
“¿Por
qué lo hicieron? ¿Acaso el grupo que quiere a Yoloxóchitl fuera está
promoviendo o facilitando las cosas para aprovechar el movimiento, golpear a la
directora general, que caiga y promover a alguien fiel al régimen priista en el
IPN?”
No
obstante, Alvarado aclara que, a su entender, dicho grupo no decide el rumbo
del movimiento estudiantil: “Las movilizaciones vienen de abajo. Y las podemos
explicar sólo por el descontento que hay, no porque alguien los llevara. Sin
embargo, sí hay gente que trata de incidir en el movimiento. Está claro. El
nuevo reglamento promovía que el nuevo director no necesariamente tuviera que
ser egresado del IPN, podía ser cualquier persona de la estructura federal o el
sector privado, y eso le mueve el tapete a la estructura de poder dentro del
IPN, que no va a arriesgar sus cotos de poder”, expresa.
“Nosotros
creemos que el mayor interés es por la Dirección General. Yoloxóchitl denunció
que había manos externas en el movimiento. Y ella sabía a qué se refería. No a
los alumnos. Sabe que hay una cuestión legítima, pero también una fuerza que
estaba acelerando que cayera.
“Yoloxóchitl
nos desconoció y nosotros la desconocimos, pero no necesitábamos ir a Segob
para pelear el reglamento. Para pedir su cabeza, sí. La necesidad legítima de
desconocerla favoreció a alguien.
“Lo
que se consiguió es que ahora va a llegar un director del PRI, con consenso,
con legitimidad. Lo del reglamento no se va a detener porque es el proyecto
neoliberal del gobierno. Es precarización laboral, reducir costo por
estudiante. Con consenso lo van a ir dosificando, fue el análisis de la
profesora Erika Celestino.
Donovan
Garrido, por su parte, se concentra en el futuro del movimiento: “Hay muchos
que quieren sacar su tajada, está claro. Hay muchos porros priistas en las
asambleas tratando de manipular, pero estamos en la lucha porque muchos de
nosotros sabemos que esto puede levantar el país, en el buen sentido”.
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La
renuncia de Yoloxóchitl Bustamante estuvo en el escritorio del secretario de
Gobernación el mismo martes 30 antes de las cinco de la tarde, mientras la
marcha politécnica llegaba a la Segob. La misma marcha en la que Miguel Ángel
Osorio Chong “improvisaría” ofrecer soluciones exprés de cara a los
estudiantes.
La
noticia se filtró en los medios de comunicación. Sin embargo, la SEP la
desmentiría más tarde. “Detuvieron el anuncio de la renuncia de la directora
porque era una cabeza que ellos querían entregar y no los dejaron resolver ahí
mismo”, dice Erika Celestino.
Finalmente,
el viernes 3, de nuevo Osorio en escena anunció que era una demanda cumplida
para el movimiento estudiantil. Con la lección aprendida luego de largas
jornadas de balance, esta vez no hubo vítores ni aplausos. Cada intento de
celebrar al secretario era extinto por la mayoría que volvió a desbordar la
calle de Bucareli.
La
cara del secretario Chong ya no era la del gozo de tres días atrás ni la del
jueves 2 en las imágenes que emitieron las televisoras nacionales desde Los
Pinos con el presidente Peña y los secretarios de Educación y Hacienda para
resolver a los politécnicos.
Entre
la tensión, Osorio quemó cada una de sus respuestas supuestamente “positivas”
sin control alguno. Por el contrario, los jóvenes evidenciaron que habían
conseguido la respuesta del pliego petitorio un día antes, filtrada por un
miembro de la sección 60 del IPN, de nombre José Luis Castro, que habría
participado en negociaciones con Segob. Acusaron a Osorio de fraude y en vivo y
por red nacional le dijeron que no confiaban en el gobierno federal. Avisaron
que revisarían el documento oficial para volver. Así terminó la
transmisión.
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