“Neoconcertacesiones” en Guerrero/JESÚS
CANTÚ
Proceso No. 1982, 25 de octubre de 2014
Ante
la imposibilidad jurídica de remover al gobernador de Guerrero, Ángel Heladio
Aguirre Rivero, el cártel de partidos optó por la neoconcertacesión, concretada
a partir de compromisos que seguramente permanecerán en la secrecía de los
actores políticos participantes, pero que ciertamente incluye acciones u
omisiones contrarias al estado de derecho.
Ante
las limitaciones establecidas por la fracción V del artículo 76 de la
Constitución y la correspondiente Ley Reglamentaria a dicha norma (Proceso
1981), los senadores acordaron retrasar hasta el viernes 31 la presentación del
dictamen de solicitud de desaparición de poderes interpuesta por el grupo
parlamentario del PAN, con el claro objetivo de darle tiempo a la negociación.
La
creciente indignación pública por la desaparición de los 43 normalistas de
Ayotzinapa y la violencia de las protestas, particularmente en Guerrero, subían
el nivel de exigencia para que las autoridades federales ofrecieran alguna
respuesta a las demandas, y al PRD le elevaban el costo político de mantener a
Aguirre.
La
ingobernabilidad era cada día más evidente y la exigencia de los senadores,
incluyendo los perredistas, de que Aguirre solicitara licencia se extendía, lo
que obligó a los miembros del Comité Ejecutivo Nacional del PRD a modificar su
posición inicial y acceder a la petición.
Aguirre
había dado muestras de que no estaba dispuesto a retirarse de manera
voluntaria, por lo cual la solicitud de licencia fue una decisión impuesta. Y
para persuadirlo, seguramente los distintos actores políticos participantes
(gobierno federal, dirigencias del PRI, PAN y PRD) tuvieron que hacer
compromisos y concesiones mutuas.
La
declaración del procurador general de la República, Jesús Murillo Karam,
externada el miércoles 22 en el sentido de que el exalcalde de Iguala, José
Luis Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, fueron los autores
intelectuales del ataque contra los estudiantes, además de atribuir la
desaparición de los normalistas al hecho de que los cabecillas de Guerreros
Unidos pensaron que se trataba de miembros de “un grupo delictivo contrario”
–Los Rojos–, indica que la investigación se orienta a achacar toda la
responsabilidad al nivel municipal.
La
indagatoria que inició la Procuraduría General de Justicia del Estado de
Guerrero apuntaba en esa dirección: El autor intelectual es el exalcalde y los
autores materiales fueron los policías municipales de Iguala y los sicarios de
Guerreros Unidos. La PGR, tras argumentar que la actuación del Ministerio
Público estatal impactaba negativamente sus investigaciones, mantuvo la misma
línea, pero involucró también a la policía municipal de Cocula y construyó un
móvil lógico.
Conviene
a todos los actores políticos atribuir la autoría intelectual a Abarca y su
esposa; y la material a las policías de Iguala y Cocula y a Guerrero Unidos.
Cualquiera que sea el desenlace de este lamentable incidente, a todos les
reduce los costos políticos y los exime de responsabilidades administrativas y
penales.
Nuevamente
la misma trama: Dirigir la averiguación previa hacia los funcionarios del menor
nivel y, por ende, exonerar a las instancias estatales y federales. En Puebla
los responsables del asesinato del menor José Luis Tehuatlie son los policías
estatales; en Tlatlaya, seis soldados rasos y un oficial de menor rango; y
ahora, en Guerrero, lo son el exalcalde, su esposa, el director de seguridad
pública, los policías municipales y Guerreros Unidos.
Se
intenta hacer olvidar que las procuradurías federal y guerrerense supieron que
el ahora exalcalde era presunto responsable del asesinato de Arturo Hernández
Cardona y otras dos personas, pero ni así emprendieron investigaciones.
También
se trata de ignorar que a partir de la desaparición de los normalistas se ha
encontrado más de una veintena de fosas con un número no precisado de cadáveres
cuya identidad se desconoce. Igualmente se soslaya que diversas organizaciones
internacionales, sobre todo Amnistía Internacional, han denunciado la “caótica
y hostil” integración de las investigaciones por parte de la PGR.
Contrario
a lo que señala Murillo Karam, hay muchas otras líneas de investigación a
seguir antes de atribuir toda la responsabilidad a las autoridades municipales;
pero por supuesto eso implica que él mismo tendría que hacerse a un lado para
dar plena libertad a los investigadores a fin de que integren una averiguación
previa de calidad.
Aunque
nunca se sabrá con precisión, es posible intuir que uno de “los ofrecimientos”
hechos a Aguirre fue eximirlo de cualquier responsabilidad penal y dirigir
todas ellas contra los funcionarios municipales.
También
es factible suponer otro de los acuerdos: Dejar que el PRD (que cuenta con 20
de los 46 diputados locales y puede sumar cinco del Movimiento Ciudadano y uno
del Partido del Trabajo, con lo cual llega a 26 y forma mayoría simple en el
órgano legislativo) lleve mano en la designación del interino.
En
este caso la concertacesión política (al margen e incluso contra lo establecido
en la legislación) no tuvo como propósito calmar las protestas ciudadanas
contra un fraude electoral –como sucedió durante el sexenio de Salinas de
Gortari– sino para tratar de devolver la gobernabilidad a una entidad sumida en
el caos y tratar de evitar que el descontento se extienda, ante la ola de
manifestaciones que cunden en todo el país y suma a núcleos cada día más
amplios de la población.
Sin
embargo en esta ocasión no basta con la remoción del gobernante, pues subsiste
el problema mayor: La desaparición de los 43 normalistas y la existencia de un
número indeterminado de cadáveres cuya identidad es desconocida.
La
salida de Aguirre Rivero del gobierno es una medida en la dirección correcta,
pero no resuelve los problemas de fondo: La ausencia de una legislación que
permita atender por la vía jurídica estas emergencias, la aparición con vida de
los normalistas desaparecidos y la identificación y castigo a los responsables
de los hechos de Iguala y de un número indeterminado de homicidios y diversos
delitos.
Con
el regreso del PRI a la Presidencia de la República también regresaron las
licencias de los gobernadores incómodos al gobierno federal (Fausto Vallejo en
Michoacán y Aguirre en Guerrero) y los pactos políticos secretos con las
fuerzas de oposición y al margen de la ley. El tiempo dirá si en la nueva
realidad nacional las neoconcertacesiones todavía son una respuesta aceptable
para la sociedad mexicana.
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