No
es nada personal/FRANCESC
MIRALLES
El País Semanal, 26 OCT 2014
ILUSTRACIÓN
DE ANNA PARINI
La
vida cotidiana pone a prueba el equilibrio emocional cada vez que nos sentimos
ofendidos por otra persona. Puede ser alguien del entorno familiar, un jefe o
compañero de trabajo, o incluso un desconocido que nos trata de forma que
consideramos grosera.
A
lo largo del día interactuamos con decenas de personas, lo cual brinda
numerosas ocasiones para ofenderse y vivir con amargura. Porque lo peor de todo
es que una vez producido el desencuentro, si no se hace nada para olvidarlo, el
rencor puede quedar fluctuando por la cabeza durante horas… llegando a turbar
incluso el descanso nocturno. En este artículo se va a ver por qué sucede y
cómo poder deshacerse de este lastre.
El
enfado ante las actitudes de los demás es una pura elección. Prueba de ello es
que hay personas que no se inmutan por nada, mientras que otras saltan ante
cualquier comentario, gesto o mirada que interpreten como hostil. ¿Dónde radica
la diferencia entre unas y otras?
El
doctor en psicología Martin Lyden opina que las personas susceptibles son
aquellas que poseen menos empatía. Todo lo filtran según lo que harían ellas, y
cualquier cosa que se salga de su propio código de conducta lo interpretan como
un ataque.
Lo
que te ofende sólo contribuye a debilitarte. Si buscas ocasiones para sentirte
ofendido, las encontrarás cada dos por tres”. Mario
Alonso Puig
Así,
por ejemplo, a quien contesta los mensajes de su smartphone de inmediato le
parecerá una falta de educación que el receptor no reaccione hasta varias horas
después. La ofensa se basa en una mera interpretación, ya que el ofendido
presupone que su interlocutor no tiene ganas de contestar, cuando tal vez
sencillamente esté en una reunión de trabajo donde no puede hacerlo.
Merma
de la autoestima debido al papel de víctima que asume el ofendido, a partir de
la idea de que aquello ha pasado deliberadamente para humillarle.
Deseo de venganza ante el daño recibido, lo
que puede derivar en una discusión o en un “silencio castigador” para hacer
notar al otro que nos ha herido.
Aumento
de la ansiedad ante el cóctel de emociones negativas que se van albergando.
Neutralizar
ofensas
Se
centra en lo inmediato y, muy especialmente, en aquellas cosas y personas que
le satisfacen.
No
interpreta por qué una persona habla o actúa de cierto modo. Se limita a
evaluar el hecho, de forma positiva o negativa, sin juzgar.
Es
capaz de asumir críticas, por si le sirven para mejorar algún aspecto, y de
desestimar las opiniones que no le resultan útiles.
Supuestamente
basado en la sabiduría de los toltecas, en el best seller Los cuatro acuerdos
Miguel Ruiz dedica uno de ellos al lema: “No te tomes nada personalmente”.
“Nada
de lo que los demás hacen es por ti. Lo hacen por ellos mismos. Todos vivimos
en nuestra propia mente; los demás están en un mundo completamente distinto de
aquel en que vive cada uno de nosotros (…) Incluso cuando una situación parece
muy personal, por ejemplo cuando alguien te insulta directamente, eso no tiene
nada que ver contigo. Lo que esa persona dice, lo que hace y las opiniones que
expresa responden a los acuerdos que ha establecido en su mente. Su punto de
vista surge de toda la programación que recibió durante su domesticación”.
Al
final, el mundo será tal como se mire, ya que se puede fijar la atención en un
amplio espectro de realidades. Cada persona con la que se interacciona es un
conjunto de fortalezas y debilidades, es clara en unos aspectos y confusa en
otros, acierta o falla en diferentes cuestiones vitales.
Nuestra
relación con el mundo dependerá, por lo tanto, de lo que cada cual quiera ver
en el prójimo. Nos podemos quedar con sus mejores virtudes o bien sentirnos
heridos y decepcionados por aquella parte de los demás que no cumple las
expectativas.
Tal
como afirma Wayne Dyer: “Si eres objetivo, descubrirás que lo que en realidad
te ofende es cómo consideras que deberían comportarse los demás. Sin embargo,
por sí mismo, el sentirse ofendido no altera los comportamientos desagradables
(…) Tu ego insiste en que tienes derecho a sentirte ofendido. Esos juicios
derivan de una idea falsa de que el mundo debería ser como tú eres y no como
es”.
Si
dejamos de dictar rígidamente lo que los demás deberían sentir, pensar y hacer
se pueden evitar muchos enfados y decepciones, y liberar así una energía
preciosa para construir relaciones saludables desde la empatía, el humor y la
serenidad.
La
vida no es siempre justa
“Parafraseando
algo que mi maestro Mordecai Kaplan solía decir, esperar que el mundo te trate
bien porque eres una persona honesta es como esperar que el toro no te embista
porque eres vegetariano. Me gusta pensar en ello no como una pérdida de
inocencia, sino como el principio de la sabiduría, entender que puede que la
vida no sea justa, pero nos ofrece toda clase de posibilidades y
compensaciones.
Cuando
nos sucede algo malo, nos sentimos castigados por el destino. Podemos llegar a
pensar que todo el mundo ahí fuera es feliz y está sano, y que sólo nosotros
sufrimos (…), pero nada más lejos de la realidad”.
. Overcoming Life’s Disappointments, de Harold Kushner.
. Overcoming Life’s Disappointments, de Harold Kushner.
LIBROS
‘Los cuatro acuerdos’
Miguel Ruiz
(Urano)
Uno de los libros de autoayuda más influyente de las últimas décadas, dedica uno de sus principios a comprender y neutralizar las ofensas que intoxican nuestro espacio mental.
‘La llave de la buena vida’
Joan Garriga
(Destino)
Obra del pionero en psicoterapia gestalt y en constelaciones familiares en España, ayuda a desdramatizar todo lo que sucede a nuestro alrededor, poniendo énfasis en ganar y perder con igual naturalidad.
Ante la tortura que supone pasar por estos estados mentales, a menudo debido a una menudencia, el doctor Martin Lyden propone un remedio de choque: “El humor implica un replanteamiento de lo que ha sucedido. Reconocer una incongruencia en una situación puede ser humorístico y, por lo tanto, sanador”.
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