Un gran problema es que hay seis peritos antropólogos forenses en la PGR para todo el país y, lo peor, es que ellos no son los que llegan primero al lugar de los hechos..“
Revista
PROCESO
No. 1999, 21 de febrero de 2015
Otra
losa a la “verdad histórica”/Patricia Davila
La
ciencia se ensaña con las versiones del procurador Jesús Murillo Karam. ¿Dónde
están las hebillas de los normalistas presuntamente incinerados en Cocula? ¿Por
qué no se quemaron los victimarios, si mil 600 grados centígrados convertirían
toda la zona en un gigantesco horno? ¿Por qué no se incendió el basurero?
¿Dónde están las estructuras metálicas de las llantas usadas para prender el
fuego? ¿De qué árboles salió la media tonelada de leña necesaria para la pira?
¿Por qué no hay grasa humana en el suelo? El perito del INAH Jorge Arturo
Talavera lo tiene claro: “En el basurero no fueron incinerados los 43
estudiantes”.
Es
falso que en el basurero de Cocula, Guerrero, hayan sido incinerados los 43
normalistas de Ayotzinapa, pues no existe evidencia científica de ello. En ese
lugar, la Procuraduría General de la República (PGR) montó un “show” con el fin
de apaciguar a los padres de familia y acallar su protesta. Incluso es posible
que los restos óseos de Alexander Mora, identificados por la Universidad de Innsbruck,
Austria, hayan sido sembrados por esa dependencia.
Jorge
Arturo Talavera, integrante del Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH), resume: El gobierno privilegió el aspecto político en lugar del humano
y no consideró el dolor de las víctimas. Este antropólogo físico también
califica como una burla para los familiares de los estudiantes la “versión
histórica” que dio el titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, acerca del caso.
En
su opinión, la falta de certezas científicas puede tumbar jurídicamente el caso
Ayotzinapa y dejar en libertad a José Luis Abarca, exalcalde de Iguala; a su
esposa, María de los Ángeles Pineda, y a los policías que supuestamente
participaron en la desaparición.
Con
35 años de experiencia en esta materia, el investigador es contundente: “En el
basurero no fueron incinerados los 43 estudiantes. Si así ocurrió, las
autoridades deben mostrarnos científicamente que hay grasa humana en el suelo,
y de eso la Procuraduría no ha dicho nada. Además, entre las muestras óseas la
PGR presentó una corona dental que corresponde a una persona de más de 50 años,
no a jóvenes de 18 a 20 años”.
De
esta manera el antropólogo coincide con Alfonso Palacios Blanco, experto en
incendios y explosivos, quien en noviembre pasado declaró a este semanario que
en el cerro de Cocula no existió ninguna incineración (Proceso 1979).
Talavera,
quien desde 1998 está encargado de desarrollar el proyecto Estrategia
Bioarqueológica para el Estudio del Resto Óseo Modificado Culturalmente, es
especialista en analizar la violencia en el México prehispánico. Ha encontrado
huellas de decapitación, sacrificio humano, desollamiento, manufactura de
artefactos y adornos con huesos humanos. Él y su programa analizan la muerte
violenta en el pasado.
En
2011, Talavera fue invitado por la PGR para investigar el caso de Rosendo
Radilla, campesino desaparecido en Guerrero durante la “guerra sucia”: “En ese
momento instauramos un simulacro de fosas clandestinas en la Escuela Nacional
de Antropología e Historia (ENAH). Con participación del equipo argentino (de
forenses) recreábamos desde cómo hacer la prospección, la localización de una
fosa, cómo excavarla, cómo registrarla, cómo hacer el embalaje, la cadena de
custodia y, al final, cómo hacer el análisis científico de los restos óseos, o
sea, interpretar el hecho: si se trataba de un caso de secuestro, violación o
lo que fuera”. Trabajó con esqueletos reales para establecer la edad, el sexo y
las fracturas de los restos.
Después
empezaron a trabajar en la impartición de justicia y esto lo llevó a
involucrarse en el estudio de los huesos cremados.
Es
posible saber, explica, si un hueso fue quemado cuando aún tenía músculo o en
estado seco, si fue incinerado en una pira o en un horno, a qué temperatura se
le sometió y si pertenecía a un hombre o a una mujer. Además, se sabe que a una
temperatura mayor a 300 grados centígrados el colágeno que contiene al ADN se
pierde.
“Realizamos
un trabajo en Nayarit, y a pesar de que encontramos restos óseos muy
fragmentados pudimos armar el esqueleto y saber que correspondía a una mujer
que fue quemada en un horno. Su coloración es homogénea, de una edad de entre
700 a mil 250 años.
Encontraron
huesos torcidos: “Es una característica de que fue quemado con tejido blando.
El cuerpo humano está conformado en 70% de agua y la cremación ocasiona
deshidratación; entonces, los huesos empiezan a torcerse porque se contraen los
ligamentos y tendones”.
En
relación con la grasa, explica: “Al cuerpo lo queman sus propios lípidos, una
mujer se quema más rápido que un hombre. El niño, la mujer y un anciano en
decadencia arden más rápido que los hombres de complexión normal o delgada. Los
alumnos de Ayotzinapa eran jóvenes y tuvieron que dejar muchos restos, porque
para quemar un cuerpo con leña se requieren de ocho a 10 horas con una cantidad
de 40 cargas de leña. Cada carga es de 10 kilos, así que hablamos de casi media
tonelada para calcinar a un individuo, pero aun así no se hace ceniza”.
Expone
que ni en los crematorios de los panteones el cuerpo se deshace al cien por
ciento. Ahí, una cremación tarda entre tres y cuatro horas, pero también quedan
huesos grandes que no se convierten en ceniza. “En un horno cerrado se alcanzan
de 800 a mil 300 grados centígrados, no se puede alcanzar más temperatura, por
eso lo que comentaba Murillo Karam sobre la forma en que se realizó la
cremación de los estudiantes en Cocula no es creíble. Nunca pudieron alcanzarse
los mil 600 grados de temperatura.
“Tomando
en cuenta las características del lugar, la temperatura máxima alcanzada (la
noche del 26 de septiembre) pudo rondar los 800 o mil grados centígrados,
cuando mucho. Dicen que utilizaron madera, acelerante como diésel y llantas,
pero incluso aceptando eso, en el tiempo supuestamente transcurrido –entre 14 y
15 horas– los cuerpos no se hubieran hecho cenizas, hubieran quedado fragmentos
grandes”, afirma.
Considera
que, para degradar totalmente un cuerpo joven se necesitarían 24 horas
constantes de fuego: “No es creíble que haya sido en el basurero porque no
quedaron indicios, y si hubo indicios los desparecieron. ¿En dónde están los
restos de las llantas y la madera?”.
Un
estudio forense tendría que haber observado la depredación del entorno, de
dónde provino la madera, si los asesinos la cortaron o dedicaron horas a
recogerla, “porque tenía que ser madera seca, ya que la hidratada no sirve para
quemar”.
El
entorno apenas se ve carbonizado, y no se perciben ni el hollín que dejarían
las llantas ni el alma metálica que tienen. Incluso, las autoridades estaban
obligadas a hacer un peritaje al respecto, porque mediante el grosor del
alambre de acero se puede saber si los neumáticos eran de automóvil, camión o
bicicleta, “y tampoco lo han dicho”.
Talavera
indica que la PGR también tuvo que hacer un análisis medioambiental:
“¡Imagínese la radiación calorífica de una pira de 43 cuerpos, con llantas,
madera, acelerante… Hubiera sido un calor inmenso! No es creíble la versión de
la PGR, porque un basurero municipal, además, genera materia en descomposición,
gas metano… así que con la pura radiación térmica el basurero se hubiera
prendido. Hubiera estallado o dado un flamazo por los gases almacenados. Pero
no pasó nada de esto”.
El
puro calor –y ni hablar de un estallido, expresa– hubiera quemado a los
victimarios. No es creíble que alimentaran constantemente el fuego: la sola
radiación los hubiera prendido. Mil 600 grados, calcula, se extenderían a unos
10 metros a la redonda, convirtiendo toda la zona en un horno: Se incendiarían
las personas, los árboles, el basurero, todo, y no existiría lo observado en
las fotos oficiales: vasos de unicel, ropa, bolsas de plástico, pasto y
plantas.
Otro
bache de la versión oficial: la grasa humana habría dejado una gran mancha en
el piso. Talavera menciona que esa sustancia se puede rastrear. Si es un suelo
arenoso, el piso la absorbe; si es arcilloso, penetra pero no a mucha
profundidad, y si es limoso, también.
El
investigador recuerda que en uno de los videos difundidos por la PGR mostraron
unas coronas dentales: “Es un trabajo que no corresponde a gente de 18 o 20
años, sino a una persona que ya no tenía muelas o premolares; alguien mayor a
50 o 60 años de edad. Además, algunos de los padres de los muchachos hubieran
dicho ‘Mi hijo tiene un trabajo dental de este tipo’, y nadie dijo nada”.
Ser
parte del problema
Sobre
el método de recuperación de restos también hay críticas graves. La mayoría de
los jóvenes, por ejemplo, llevaban cinturones, relojes, anillos o botones
metálicos, así que al menos las hebillas retorcidas se hubieran encontrado.
Pero no fue así.
“No
toda la culpa es de los peritos de la PGR, porque ellos actúan bajo protocolo,
o sea, saben cómo hacer el trabajo. No quiero ser petulante, pero a ellos yo
los formé, tomaron el curso de antropología forense. Un gran problema es que
hay seis peritos antropólogos forenses en la PGR para todo el país y, lo peor,
es que ellos no son los que llegan primero al lugar de los hechos. Es la
policía. Así sucedió en el caso de Cocula. Fueron 10 días en que la PGR no
intervino, los que llegaron fueron los municipales y los estatales, que no
tienen una metodología y alteran el contexto, pisan y agregan o quitan cosas.
Ahora
bien, en Cocula incluso la PGR permitió la entrada al basurero. Eso no está
dentro de los protocolos, que ordenan cuidar la escena durante la realización
del peritaje de campo. Es más, “el sitio aún debería estar custodiado, porque
aunque Murillo Karam ya le quiere dar carpetazo al caso, éste aún no se
cierra”. Eso será hasta que se termine la averiguación y se sopesen los
resultados científicos.
Este
último aspecto representa un problema: la PGR demeritó el trabajo del equipo
argentino de forenses que acudió al país para coadyuvar en la investigación.
Este grupo de expertos tiene una trayectoria de 30 años y nunca había sido
cuestionado tan acremente como ahora. “Los argentinos llegan a la escena pero
naturalmente arriban con demora y, como dicen muchos criminalistas, los juicios
se ganan o se pierden en el lugar de los hechos. Por mucha ciencia que hagas
después, si ya la información está alterada, la que obtengas al final va a
estar sesgada, incompleta, y éste es el caso de Cocula”.
Hay
otros huecos en la indagatoria, retoma Talavera. “Dicen que encontraron
casquillos pero no han dicho de qué tipo, y debe darse toda la información
levantada y analizada por cada uno de los peritos: balística, antropología,
química, biología”.
–¿No
hubo una prospección a profundidad? –se le pregunta.
–Los
peritos de la PGR realizaron esa prospección pero fue en terrenos que ya
estaban contaminados. Para ser creíble, ese ejercicio tenía que haberse hecho
desde un inicio. Se efectuó hasta 10 días después, sin embargo. Al basurero
llegan los policías estatales y federales, después los marinos y los militares,
y al final los peritos de la PGR, cuando ya todo ha sido alterado. La clave
estuvo en esos primeros 10 días, no sabemos qué pasó; podemos inferir, pero sin
una base científica.
–¿La
excavación se hizo adecuadamente?
–Los
argentinos se niegan a avalar la investigación de la PGR porque no fueron
convocados a todas las diligencias. Eso estuvo mal, porque si eran los peritos
de los familiares debieron de estar desde la prospección en Cocula; tampoco
estaban cuando sacaron las bolsas (de cenizas) del río San Juan. No estuvieron
presentes ellos, yo tampoco, y los de la PGR llegaron 10 días después. Por lo
tanto, no hay nada que dé confianza o credibilidad.
–Por
el análisis que hace, ¿existe la posibilidad de que hayan sido sembrados los
restos de Alexander Mora (único normalista cuyo deceso confirmó la Universidad
de Innsbruck)?
–No
sé. Los argentinos dicen que no saben de dónde salieron, que los entregó la
PGR, y yo a los argentinos sí les creo, aunque también tienen sus bemoles, como
que embalaron o permitieron que se embalaran los restos en aluminio, cuando se
pueden contaminar y dañar los huesos.
“Los
restos óseos debieron empacarse individualmente, hasta los fragmentos más
pequeños. Falta saber sobre los que quedaron en las bolsas negras. De acuerdo
con el grado de fragmentación podemos tener información; analizándolos se puede
saber qué huesos son. Si eres un experto, puedes saber el número mínimo de
individuos que hubo ahí: a lo mejor no encontramos a los 43, sino a cinco,
aunque si las autoridades supieran esto ya lo hubieran dicho.
–¿Con
qué intención se habrían sembrado los huesos de Alexander Mora?
–Para
decir “Ahí quedó el caso, ya no protesten, ya sabemos que murieron”.
`–¿De
dónde habrían obtenido sus restos?
–No
sabemos. Por eso se generaron tantas dudas, por eso se dice que el Ejército los
cremó. Ya hallaron a Alexander, ¿y los otros 42? No pueden decir que se
desintegraron, eso lo acepto sólo si realmente se hubieran alcanzado los mil
600 grados, lo cual es imposible en ese lugar. Ahora, los fragmentos óseos que
presentaron no tenían adherido nada, cuando al menos una llanta debió dejar
algo.
Acerca
de por qué Murillo Karam rechazó la intervención de peritos del INAH, explica:
“Porque hubiera habido más ojos que habrían dicho ‘Ahí es imposible que se haya
realizado esa cremación’, y no hubiera podido hacer el show que hizo. Se les
habría caído, por eso no fuimos invitados. Íbamos a entrar desde la
prospección. Si ya participamos en el caso de Rosendo Radilla, ¿por qué en éste
no? Pero al final dije: ‘Qué bueno que no nos invitaron, porque también
estaríamos en entredicho, desprestigiados’… O bien, hubiéramos dicho la verdad
y habría cambiado la historia”.
Continúa:
“Fue una burla lo que dijo el procurador. Imagínate el dolor de la gente. ¿Por
qué no se empleó un dron en la búsqueda y prospección? Hubiéramos tenido todo
el registro: cómo estaba antes de excavar, luego la instalación de la retícula,
cómo empieza la excavación y cómo avanza.
En
su opinión, la falta de una certeza científica puede tumbar el caso
jurídicamente.
–¿Qué
puede hacer el gobierno federal para recuperar su credibilidad?
–Que
deje entrar a peritos externos: de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
del Instituto Nacional de Ciencias Penales, de la UNAM, porque a los de la PGR
los tiene contra la espada y la pared, con el miedo de perder el trabajo. En
cuanto a los argentinos, creo que en otras circunstancias ya se hubieran
retirado, aunque eso significaría meterse
en camisa de 11 varas porque son extranjeros, están siendo diplomáticos.
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