2 nov 2014

Ortega Martínez, ni guerrillero ni tan radical

 Revista Proceso No. 1986, 1 de noviembre de 2014.
 Ortega Martínez, ni guerrillero ni tan radical/GLORIA LETICIA DÍAZ
Reconocido como el eterno aspirante a ocupar la rectoría de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), cercano al poder político sin distinción partidista y confeso admirador del defenestrado Ángel Aguirre, el gobernador interino de Guerrero, Salvador Rogelio Ortega Martínez, tiene un pasado alejado de la imagen de hombre de izquierda radical, e incluso guerrillero, que se le ha endilgado tras su nombramiento.
En tiempos de crisis ideológica, sobre todo de la izquierda, Ortega Martínez tampoco se ha esforzado en desmentir las versiones de su presunta participación en la lucha armada en Guerrero, estado pródigo en movimientos sociales en el cual nacieron los guerrilleros Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos.
En su columna del 31 de octubre en el diario Reforma, el escritor Juan Villoro recuerda su estancia en Acapulco el fatídico 26 de septiembre, donde dio una conferencia sobre José Revueltas y tuvo como anfitrión a Ortega Martínez, en ese momento secretario general de la UAG.
“Recibimos con estupor las noticias de Ayotzinapa. Indignados por los hechos, (Ortega) me contó de su largo camino en la izquierda. Participó en la Asociación Cívica fundada por un normalista que después optaría por las armas: Genaro Vázquez. También conoció a otro maestro guerrillero, Lucio Cabañas, con quien subió a la sierra, aunque sólo para recibir la orden de volver a la ciudad, donde podría expresar su rebeldía a través de la enseñanza”, escribió Villoro.


El 26 de octubre, en Chilpancingo, tras su toma de posesión como gobernador interno, Ortega Martínez reveló haber recibido instrucciones de Aguirre para conformar una comisión de la verdad a fin de esclarecer los ataques armados contra los normalistas de Ayotzinapa, y añadió que la localización de los 43 desaparecidos era su prioridad.

Al día siguiente, mientras expresaba su agradecimiento a Enrique Peña Nieto y se comprometía a entregarle “buenas cuentas” al término de su interinato, los medios informaban sobre su “pasado guerrillero” en las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR)  y a su supuesta relación con la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que Ortega Martínez se apresuró a desmentir.

Sin embargo, esa imagen de izquierdista radical es desconocida para quienes en la década de los setenta optaron por el camino de las armas, como Arturo Gallegos Nájera, antiguo integrante de las FAR y preso político.

Autor de La guerrilla en Guerrero y  A merced del enemigo, Gallegos Nájera ubica a Ortega Martínez como dirigente estudiantil de la UAG durante el gobierno de Rubén Figueroa Figueroa (1975-1981), quien puso al frente de la seguridad estatal al general Arturo Acosta Chaparro, señalado como autor de desapariciones forzadas y ejecuciones arbitrarias durante el periodo de la llamada “guerra sucia”.

Jubilado universitario, Gallegos formó parte de equipo de la Comisión de la Verdad  de Guerrero (Comverdad).

Ortega relata a Proceso que “fue desaparecido el 11 de mayo de 1977 y lo presentaron el 19 del mismo mes, gracias a que su madre (Rosaura Martínez), una maestra que cumplía 25 años de servicio, hizo una denuncia pública cuando el gobernador le iba a entregar una medalla. Dijo: ‘Yo  renuncio a ese premio a cambio de que me entreguen a mi hijo’”.

Siendo Figueroa Figueroa un gobernador malhablado y temido,  agrega el entrevistado,  volteó a ver a sus colaboradores y les preguntó: “¿Quién es el hijo de esta pinche vieja?” La profesora Rosaura era reconocida ampliamente en Acapulco, donde había fundado el Jardín de Niños Club de Leones y era una oradora destacada.

De inmediato, los colaboradores investigaron el paradero de Salvador Rogelio Ortega, confinado “en alguna de las cárceles clandestinas, y lo soltaron”.

El investigador Gallegos detalla que Ortega Martínez, originario de Taxco y quien en 1977 estudiaba en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, fue detenido cuando era profesor de filosofía de la Preparatoria 17, “porque tenían literatura de la izquierda y había un señalamiento de que participaba en las FAR”.

Tiempos difíciles

En aquella época, según recuerda el excombatiente de las FAR, el gobernador  Figueroa Figueroa consideraba  a la UAG como “nido de guerrilleros” y pretendía desaparecerla.

“Muchos dirigentes estudiantiles y maestros fueron acusados de presuntos vínculos con la guerrilla. Los estudiantes eran detenidos y  torturados para que declararan que Rosalío Wences Reza  (entonces rector y promotor del proyecto Universidad Pueblo) auspiciaba a la guerrilla. Debo reconocer que Rogelio no cedió, aunque le dieron su madriza”, comenta Gallegos.

Mauro García Medina, exdirigente estudiantil contemporáneo de Ortega, comenta a la reportera que en los setenta y los ochenta la UAG se distinguió por su solidaridad con los movimientos sociales de América Latina. Es probable que en ese contexto Ortega haya conocido a personas que venían de El Salvador, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria chileno, del  Movimiento 19 de Abril de Colombia y que haya tenido amistad con algunos de ellos.

Miembros de la UAG recuerdan que en 1979 Ortega formó parte de las brigadas internacionales que participaron en la toma de Managua por parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), pero no se le recuerda haber combatido, toda vez que el FSLN procuraba no exponer a los brigadistas extranjeros a los que se les asignaban trabajos sociales.

De las versiones de la participación de Ortega en organizaciones guerrilleras como las FAR, García Medina insiste en que durante los setenta y ochenta “los universitarios nos movilizábamos para pedir la liberación de presos políticos, muchos de ellos guerrilleros; participábamos en marchas a la Ciudad de México para pedir recursos al gobierno federal, apoyábamos la toma de tierras de colonos en Acapulco. Y no dudo que como dirigente estudiantil Rogelio haya pronunciado algún discurso radical, pero era parte del contexto que vivía”.

Como líder estudiantil, Ortega también tendió lazos con movimientos sociales de otras entidades, como la Organización Revolucionaria Punto Crítico y la Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas, agrupaciones en las que militaron los exdirigentes del PRD Guadalupe Acosta Naranjo y Rosario Robles Berlanga.

Como dirigentes estudiantiles –primero de la Unión de Estudiantes de Guerrero (UEG) y después en la Federación Estudiantil Universitaria de Guerrero (FEUG)–, resalta García Medina, él participó en la formación de la Asociación Cívica Guerrerense (ACG), heredera de la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) de Genaro Vázquez Rojas, que “se fue desintegrando tras la muerte del comandante en 1972”.

En los ochenta, retoma, se refundó la ACNR, pero “con la lucha política de 1988 encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas nos desintegramos y nos sumamos a la lucha política”.

Y añade: En ese momento “Rogelio decidió que iba a reflexionar si participaba en el movimiento del Frente Democrático Nacional, pero decidió irse a España a estudiar su posgrado. Estuvo cuatro años fuera del país; al regresar, se integró a la política universitaria”.

En la UAG, Ortega participó en tres ocasiones como candidato a la rectoría. En 2002 se postuló sin el apoyo de Wences Reza ni de Armando Chavarría, sus jefes políticos, quienes impulsaron a Nelson Valle. De esa campaña se le recuerda en huelga de hambre, que fue respaldada por los priistas Héctor Astudillo y Héctor Vicario Castrejón.

Durante el sexenio de René Juárez Cisneros (1999-2005) y la rectoría de Florentino Cruz Ramírez, el hoy gobernador interino fundó el Instituto de Estudios  Políticos y Avanzados Ignacio Manuel Altamirano, que pretendía ser un centro de estudios en el que participaran líderes latinoamericanos de Cuba, Venezuela y  Colombia, principalmente. La iniciativa no prosperó, por lo que se contrató a profesores de la Universidad Complutense de Madrid, donde Ortega estudió sus posgrados.

En 2003 Ortega incursionó en política partidista, al fundarse México Posible, de Patricia Mercado. Después impulsó la candidatura de Zeferino Torreblanca Galindo a la gubernatura de Guerrero; durante 2005 y 2006 incluso fue subsecretario de Educación Media; para 2012 apoyó la candidatura a la alcaldía de Acapulco de Gloria Sierra, comadre de Torreblanca Galindo, quien perdió ante Luis Walton.

García Medina, amigo de Ortega, retoma: “Rogelio nunca ha sido antisistémico ni ha pertenecido a la izquierda radical; al contrario, ha sido un político conciliador”.

Recuerda su cercanía con Aguirre Rivero: “Rogelio escribió un libro en el que planteaba que si Ángel se postulaba para gobernador para un segundo periodo, iba a ganar”.

Y en el texto “Un nuevo horizonte para Guerrero –financiado por Aguirre– hacía un perfil en el que le daba muchos créditos para volver a ser gobernador”.

Partícipe el 24 de octubre en una manifestación por la presentación con vida de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos en representación del rector de la UAG, Javier Saldaña Almazán, a quien se identifica con el PRI, Ortega no tuvo empacho en describir al defenestrado Aguirre como un político “seductor, carismático, de apapacho, de sonrisa fácil, coqueto, bohemio, declamador, excelente orador: ¡Un tanque de la política”, según informó El Universal el 30 de octubre.

Respaldado por Peña Nieto a través de la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, el gobernador interino aprovechó la oportunidad para colocar en su gabinete a viejos conocidos, dirigentes universitarios que en los tiempos de la Universidad Pueblo –en las décadas de los setenta y los ochenta– llegaron a Guerrero a respaldar el movimiento universitario guerrerense.

Uno de ellos es Salvador Martínez della Rocca –exdirigente del movimiento estudiantil de 1968, fundador del  PRD, legislador federal y del Distrito Federal, delegado en Tlalpan y exsecretario de Educación con Marcelo Ebrard–, a quien designó como secretario de Educación.

Como secretario de Finanzas, Ortega colocó a Eliseo Moyao Martínez, perredista originario de Chilpancingo, diputado federal y exjefe delegacional en Tlalpan.

Siendo dirigente nacional del PRD, Rosario Robles tuvo ascendencia sobre Moyao Martínez y Martínez della Rocca, quienes hoy ocupan posiciones claves en el gobierno interino de Ortega.


El 30 de octubre, Ortega también dio posesión como secretario de Salud a Edmundo Escobar Habeica, que ocupa el lugar de Lázaro Mazón Alonso, obligado a renunciar por sus vínculos con José Luis Abarca, el exalcalde de Iguala que hoy se encuentra prófugo; también nombró al periodista Cuauhtémoc Saavedra, exvocero del rector Javier Saldaña,  como director de Comunicación Social.

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