2 nov 2014

Una carta en Proceso

 Revista Proceso No. 1986, 1 de noviembre de 2014.
De José Asunción Luna Ortiz
LA REDACCIÓN
PALABRA DE LECTOR
Señor director:
Le agradeceremos en todo lo que vale publicar en Palabra de Lector nuestros comentarios relacionados con el articulo México bronco, de John M. Ackerman, aparecido en Proceso 1981.
Los asesinatos contra estudiantes y ciudadanos en Tlatlaya, Estado de México, y en Iguala, Guerrero, ponen del conocimiento de los mexicanos y del mundo que el régimen capitalista ya no puede ni debe existir, por más que encubran los crímenes, la pobreza del pueblo y las contradicciones del sistema.
Debemos expulsar a la clase explotadora y corrupta que encabeza el peñismo. Lo que procede es organizar de inmediato al pueblo para que sin miedo se lance a derrocar a esa clase y su gobierno con el fin de establecer un Estado Proletario creando un nuevo modo de producción sin explotadores.

Al respecto, recordemos cómo Carlos Marx planteó esta cuestión en una carta a su amigo Weydemeyer: “Por lo que a mí se refiere, no me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna, ni la lucha entre ellas. Mucho antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el desarrollo histórico de la lucha de clases, y algunos economistas burgueses, la anatomía económica de éstas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1. Que la existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases históricas de desarrollo de producción; 2. Que la lucha de clases conduce necesariamente a la Dictadura del Proletariado…”
Observamos que quien reconozca solamente la lucha de clases no es en realidad un marxista o revolucionario moderno. Algunos intelectuales, al no ligar esa lucha con la destrucción del sistema y la dictadura del proletariado, contribuyen a limitar y tergiversar la teoría científica de la revolución, porque la reducen a que sea algo aceptable para los intereses de la clase explotadora.
Cuando la historia ha puesto a la clase obrera en este problema, los oportunistas y reformistas han resultado ser miserables filisteos. Así los calificó Lenin porque son demócratas pequeño-burgueses.
Hoy se presentan condiciones para luchar con esta teoría, venciendo las dificultades que imponen la burguesía y su gobierno; movilizándonos con los estudiantes, los maestros, el campesinado y, sobre todo, los obreros, para derrocar al gobierno y su sistema y expropiarles todos los medios de producción. Con el poder político y la economía en manos del pueblo, se puede derrotar a la burguesía y desarrollar el modo de producción socialista. (Carta resumida.)
Atentamente
José Asunción Luna Ortiz

josealuna36@hotmail.com

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